Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ARTE EN LAS REDES

Industria Uruguaya: un viaje nostálgico por productos clásicos que marcaron generaciones

El proyecto de la artista y arquitecta Mariana Hernández consiste en retratos de empaques clásicos y de productos icónicos del imaginario colectivo uruguayo
Tiempo de lectura: -'
28 de enero de 2022 a las 05:01

En una de las escenas más memorables de la serie Mad Men, su protagonista, el publicista Don Draper, presenta su pitch para intentar convencer a la empresa Kodak de que recurran a los servicios de la agencia para la que trabaja para promocionar un dispositivo de proyección de diapositivas. Draper convence a los ejecutivos rebautizando el producto y asegurando que su mayor potencial es que permite revivir momentos atesorados. “La nostalgia es delicada pero potente”, les dice. “En griego nostalgia significa ‘dolor de una vieja herida’. Es una punzada en el corazón mucho más poderosa que la memoria por sí sola”. Y Draper les termina de vender la idea asegurando que el proyector “nos permite viajar como viajan los niños en las calesitas, dando vueltas y vueltas, y de vuelta a casa, a un lugar donde sabemos que somos amados”.

Hay algunos productos uruguayos que podrían venderse con ese mismo discurso. Y hay otros que ya no existen, pero que para varias generaciones cruzarse con ellos les permite rememorar sus infancias, sus juventudes, las meriendas escolares, las visitas a la casa de una abuela, las tardes o las mañanas frente a la televisión, o algún paseo. Que remiten a olores, sabores, situaciones o memorias atesoradas, como si se estuviera frente a una foto de ese momento.

Ese es uno de los espíritus detrás del proyecto Industria uruguaya, concebido por la artista y arquitecta Mariana Hernández, que desde hace dos años se dedica a pintar los empaques y los recipientes de algunos de los productos nacionales más icónicos, concentrado sobre todo en las últimas décadas del siglo XX, traduciendo de alguna forma las latas de sopa Campbell de Andy Warhol al imaginario colectivo criollo.

Sus acuarelas le han granjeado una buena base de seguidores en las redes sociales, lo que ha demostrado a través de algunos juegos y consignas planteadas con esos productos retratados como eje: entre las más populares se cuentan un horóscopo en el que cada signo se asocia a un producto, y otra fue una consulta sobre recuerdos vinculados a precios de las décadas de los 90 y los 2000 que llevó a unos cuantos a rememorar chicles a cincuenta centésimos y conos helados a cinco pesos.

El proyecto comenzó hace casi exactamente dos años, en el verano de 2020, y se terminó convirtiendo en la actividad principal de su autora, que desde diciembre vende sus trabajos como cuadros, postales y stickers, además de recibir diferentes encargos para realizar obras personalizadas.

Pero empezó como un pasatiempo. “Como arquitecta siempre coqueteé con la pintura. Lo tomaba como un ratito de paz entre la técnica y la rigurosidad que exige el dibujo arquitectónico”, explicó Hernández a El Observador. “En las vacaciones de 2020 me compré unas acuarelas y me las llevé para probar. Nunca me gustó pintar paisajes, siempre fui más fan del pop art. Entonces empecé a pintar cosas cotidianas, lo que tenía a mano”.

Una lata con caramelos, una galleta de campo, una caja de salsa de tomate. Esos fueron sus primeros experimentos. Decidió publicar la imagen de la caja de salsa, y se encontró con un publico receptivo. Las siguientes pinturas se terminaron encontrando con una audiencia que conectó con su trabajo a través de los recuerdos. “Creo que pegó con el espíritu nostálgico que tenemos, y eso movió al público. Empezó como un hobby, creció progresivamente, y después ya me empezaron a pedir para comprarlas”, contó la responsable de Industria uruguaya.

Al principio las acuarelas le llevaban dos o tres horas. Ahora, que trabaja con diseños más complejos a pedido, pueden insumirle varios días, dependiendo del nivel de inspiración, de la cantidad de pruebas que tenga que hacer y de las referencias disponibles para lo que los compradores buscan retratar.

Entre los “retratos”  realizados, hubo algunos que marcaron saltos en la popularidad y reconocimiento del proyecto. Hernández dice que son los que representaron el entusiasmo creciente por su trabajo, y que la hicieron notar que estaba acompañada en su tarea. En ese grupo ubica a los caramelos Candel Astra o la crema curativa Dr. Selby.

Pero más allá de la popularidad u omnipresencia de los productos pintados (entre los que se cuentan varios que en Uruguay son metonimias, como el Agua Jane o el jabón Bulldog), para la artista también fue una oportunidad de recuperar recuerdos y estéticas del pasado.

“Al pintar cosas como el jugo de naranja de Conaprole lo que hago es pintar recuerdos felices que se perdieron, e identidades gráficas que ya no corren. En los 2000, con la crisis, se apuntó a los logos en 3D, al realismo. Se perdió lo que había antes y quería rescatarlo. Tengo el gen de la nostalgia muy presente, y esto funcionó como un disparador para eso en el resto de la gente. De ahí vino eso de hacer como los ‘cuadernos de la amistad’, de tirar consignas y que sean disparadores para compartir recuerdos. Y ahora, con el horóscopo se sumó mucha gente nueva, muchos seguidores, y eso también es una presión para lo que viene”, dijo Hernández.

La intención del proyecto, consideró, es la de conectar esos productos con las memorias, con las situaciones. Recordar sus precios, donde se compraban, donde se consumían, quien los regalaba. Ese es uno de los principales motivos por los que elige que pintar. “Todas desencadenan recuerdos, para mi fue la memoria de ver el Grand Prix con mi abuela comiendo galletitas Bridge, o que mi madre me regalaba Ricarditos cuando salía de la escuela. Nuestra generación comió mucha basura, tomábamos los jugos en tubito y todo eso. Somos radiactivos”, comentó con una carcajada su autora, que encuentra en esa situación una cualidad generacional. “Eso es al mismo tiempo muy gracioso y triste, o sea, millennial”.

Considera que para esa generación (la que hoy está entre los 40 y los 25) no hay demasiados registros en internet de aquellos que consumía, entonces las contadas fotos que se encuentran como referencia son completadas con la memoria. “Para nuestra generación, no son solo acuarelas, son recuerdos”, afirmó.

El "caramelo de cartera de abuela", pintado con gouache

Y también, aseguró, hay un componente casi nacionalista en el proyecto, también vinculado a sus propias memorias. Su padre trabajaba en la competencia de ciclismo Rutas de América, por lo que en su infancia eran frecuentes las recorridas por todo el país siguiendo la carrera, y también eran comunes los regalos de parte de los auspiciantes, algunos de los cuales eran esos productos que ahora pinta. “Estoy muy arraigada a lo nuestro, es un chauvinismo que tengo que trabajar, pero tiene una idea de reivindicar esos recuerdos nuestros”, comentó.  

Hernández tiene una tabla de Excel en la que anota los productos que le gustaría pintar. Los próximos en la lista, anticipó, son una trilogía de golosinas nostálgicas: las canicas, los Tico Tico, y el Chocolondo.

En marzo de 2021, entre la reciente maternidad, la pandemia, la exigencia de un trabajo que le implicaba viajar con frecuencia, y el ánimo del público, Hernández decidió abandonar la arquitectura y volcarse a esta faceta. “Me permitió trabajar con mis propios tiempos, y de niña, además, soñaba con ser artista, hasta que después vino la arquitectura. Nunca voy a dejar de ser arquitecta, pero cuando vi que estaba esta posibilidad me dije ‘el mundo está tan loco, y todo cambió tanto que lo voy a probar’”.

Las acuarelas de Industria Uruguaya se pueden adquirir en ferias de ilustración o a través de la cuenta de Instagram

El resultado, en principio, fue exitoso. Las primeras ferias de ilustración en las que participó se encontró con personas que le dijeron “vine porque estás vos”. Unos meses antes, empleados del laboratorio Icu-Vita le pidieron que dibujara el producto insignia de la empresa, el antialérgico Kalitrón.

Todas situaciones, considera, que hacen que Industria Uruguaya sea para ella “un abrazo constante”.

“Siempre tuve espíritu de payaso, y me gusta ver que la gente se divierte y se engancha”, concluyó. “Es la primera vez que laburo en algo que solo me da satisfacción. A veces tengo que terminar pintando a las cuatro de la mañana, pero prefiero eso a tener que dibujar losas de hormigón y pilares”.

Industria Uruguaya comenzó en febrero de 2020

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...