El aumento de salinidad en el agua potable que provee OSE provocó cambios operativos en las industrias. Algunas están adquiriendo maquinaria para combatir el exceso, mientras otras buscan reformular procesos productivos para que la mayor dosificación de sal a través del agua no altere el resultado final.
El agua tiene un porcentaje de cloruro y sodio y hasta ahora eso no había generado problemas industriales. Los procesos y fórmulas industriales ya tomaban en cuenta ese aspecto y la salinidad quew tenía el agua no podía, por sí sola, provocar perjuicios. Pero el escenario cambió a partir de la decisión de OSE de tomar medidas para enfrentar la sequía. La empresa comenzó a mezclar agua dulce proveniente del embalse de Paso Severino con otra del tramo inferior del río Santa Lucía –con mayores niveles de salinidad por su cercanía con el Río de la Plata-. Eso provocó un incremento de sal en el agua para el consumo.
El primer rebote fue en el consumo. Se empezó a sentir un gusto diferente en el agua por ese aumento y la gente optó por consumir masivamente agua embotellada. El resultado fue que empresas envasadoras quebraran sus stocks y la escasez se comenzó a notar en las góndolas de locales de venta. Pero el otro rebote, menos conocido a nivel general, fue en las industrias que utilizan agua para sus procesos productivos.
Uno de los sectores que la usan es el alimenticio. Y en ese sector ya comenzaron a tomar medidas.
La Cámara Industrial de Alimentos (Ciali) tiene como asesora técnica a la química María Hansz.
En diálogo con El Observador indicó que el tema la mayor salinidad del agua todavía no fue tratado en la directiva de la gremial y por tanto no hay una posición global. Pero como asesora recibió consultas puntuales de empresas asociadas a la Ciali. Comentó que el Ministerio de Salud Pública (MSP) ha enviado consultas a los técnicos de las empresas para conocer qué tipo de agua utiliza en sus procesos y los niveles de salinidad que tiene.
Inés Guimaraens
Algunas compañías decidieron comprar equipos de ósmosis inversa, proceso con el cual se desaliniza el agua. Tener esos equipos no era algo imprescindible en la industria de la alimentación. “El agua de OSE siempre tuvo niveles de cloruro y sodio; ahora tiene un poco más. Las empresas que tenían productos sensibles a eso usaban ósmosis inversa. Pero si no eran sensibles no era necesaria”, explicó Hansz.
En esa industria también surgieron otras interrogantes. “Hubo socios puntuales (de Ciali) que consultaron qué pasa con productos no que no tienen exceso de sodio, pero a raíz del uso de agua con más sodio podrían llegar a niveles de exceso”, expresó.
“La industria está trabajando para que eso no pase, pero son trabajos de último momento que se están haciendo”, señaló. En esos casos, las empresas están modificando sus fórmulas para que no se produzca el exceso de sodio.
“A medida que van pasando los días se van encontrando más puntos para controlar. Cualquier proceso productivo, aunque no sea alimentario, puede tener consecuencia por este cambio de la cantidad de salinización en el agua”, expuso.
Otras industrias
En industrias de otros rubros también se sigue de cerca la situación del agua. El ingeniero químico Guillermo Pons, secretario de la Cámara de Industrias (CIU) y gerente comercial de Efice, dijo a El Observador que el agua de OSE con más salinidad y sólidos disueltos puede generar perjuicios en las calderas de vapor.
Informó que muchas industrias con un consumo intensivo de agua optan por la de pozo. “Depende a qué destino va el producto que se está fabricando. Hay productos que se están fabricando con agua de OSE y como aumentó el contenido salino y los sólidos disueltos se está prefiriendo el agua de pozo, porque si no te podés salir de la especificación requerida”, indicó.
Inés Guimaraens
Pero también hubo inconvenientes con el agua de pozo. La sequía produjo que los pozos se secaran y tuvieran un volumen de agua más bajo al habitual donde se concentran los residuos sólidos. “Las empresas que utilizan agua en forma masiva se están complicando. Con este cambio se tiene que reformular”, sostuvo.
Pons expuso que Efice no debió hacerlo, pero sí debió optar por cuáles productos químicos fabricar. La empresa básicamente se maneja con agua de pozo, pero entre diciembre y enero debió complementar con agua de OSE que llegaba desde la usina ubicada en San José. Mencionó que en esa usina no hubo problemas de salinidad pero igual tuvo complicaciones.
“San José fue uno de los departamentos con más problemas de sequía y tuvimos problema con el volumen, con la disponibilidad del agua”, dijo. “En febrero y marzo tuvimos que optar: esta semana fabrico más de este producto y menos del otro y a la semana siguiente cambiar. Tuvimos que hacerlo porque no nos alcanzaba el agua para fabricar todo lo que necesitábamos”, aseguró.
La ósmosis inversa
El proceso de ósmosis inversa es el más conocido para desalinizar agua. Pons contó que un país ya experto en ósmosis inversa es Israel. El país tiene muy poca agua dulce que básicamente toma del río Jordán. Por esa escasez Israel recurre a agua salada proveniente del mar Mediterráneo. “La desaliniza con plantas gigantescas y la utiliza para toda la población, como agua potable”, relató. El proceso dentro de la planta se realiza con una membrana que retiene las sales. “Es el proceso más típico de desalinización”, afirmó Pons.