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La belleza y la discriminación en el mundo de los negocios

Ciertos estudios han demostrado que la apariencia importa en los negocios, y eso representa un lamentable signo de nuestros tiempos

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12 de agosto de 2021 a las 15:58

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Andrew Hill

El año pasado me contactó un fiel lector. Él me había visto hacer una entrevista en vivo durante una conferencia virtual. “Sólo quería hablar contigo y ver si estabas bien de salud”, él comenzó diciendo. “Actualmente te ves considerablemente frágil”, él comentó.

Él había pegado en su correo electrónico una hilera de fotos diferentes que han encabezado mis columnas durante muchos años, además de una captura de pantalla, singularmente poco favorecedora, de mi entrevista en línea. Efectivamente, yo tenía un aspecto “considerablemente frágil”. En ese momento, yo también estaba empezando a sentirme así.

Yo le aseguré que estaba bien de salud, a pesar de la pandemia, sólo que un poco más viejo que en los retratos que él había elegido. Aun así, la semana pasada yo aproveché la oportunidad de que el fotógrafo del Financial Times (FT) Charlie Bibby volviera a fotografiarme para remplazar la imagen que me identifica como el autor.

La equivocada preocupación de mi lector era sólo una de las razones para actualizar mi foto. Las fotos de las columnas anteriores me muestran sin sonreír, con traje y corbata. Sin embargo, yo llevo meses escribiendo sobre los pros y los contras de trabajar de forma flexible, sin corbata y sin traje. Yo quería hacer coincidir mi foto con mi actual apariencia (en lugar de mantener la versión de hace seis años como una especie de talismán de la eterna mediana edad); esbozar una sonrisa (que, si bien recuerdo, estaba prohibida cuando se tomaron los últimos retratos de los columnistas); y alinear mi aspecto con el tono de mis columnas y con el enfoque de numerosos lectores que trabajan de forma híbrida.

¿Afecta mi apariencia tu apreciación de lo que escribo? Tú me dirás. Sin embargo, hay tres cosas claras. En primer lugar, gracias a los medios sociales, ya no son sólo los columnistas los que se preocupan por la imagen que proyectan al mundo. En segundo lugar, la mayoría de las personas han pasado más tiempo que nunca en los últimos 18 meses estudiando sus propios rostros, y los de otras personas, en las videollamadas. En tercer lugar, las investigaciones han sugerido que la apariencia superficial tiene un impacto en la forma en que los demás responden a las personas en los negocios.

Los cirujanos plásticos han descubierto que numerosas personas sufren de “crisis de confinamiento” y de “pánico de Zoom” en relación con su apariencia en el Internet, según informó el FT el año pasado. Algunas se han autoadministrado bótox, con nefastos resultados, o han utilizado el aislamiento forzoso para pautar citas para hacerse y recuperarse de una cirugía facial. Ese grupo de individuos seguramente ha sido superado en número por muchos más que han cambiado o pulido las fotos de su perfil en línea durante el confinamiento. (Yo debiera aclarar que, si bien le he hecho un retoque a la fachada de mi casa, no me he hecho ningún trabajo estético durante la pandemia).

Un estudio realizado por Christopher Olivola, Dawn Eubanks y Jeffrey Lovelace publicado en 2014 en The Leadership Quarterly sugería que los líderes masculinos de las empresas, del ejército y del deporte compartían rasgos faciales comunes. Los investigadores concluyeron que los líderes (hombres) puede que sean seleccionados, en parte, debido a su apariencia.

Maquillaje

Las mujeres también se enfrentan a una reacción sexista. El efecto de “discriminación por belleza” se aplica a las candidatas consideradas físicamente atractivas, quienes enfrentan discriminación al solicitar empleos en sectores dominados por los hombres, como la construcción. (Al parecer, las mujeres pueden contrarrestar el efecto reconociendo que no son las típicas candidatas a esos puestos). Un artículo presentado en la reunión anual de la Academia de Administración de la semana pasada utilizó una muestra de directores ejecutivos chinos de compañías que cotizan en bolsa, y descubrió que los inversionistas reaccionaban más negativamente a las adquisiciones realizadas por atractivas directoras ejecutivas.

Otros estudios han sugerido que la fuerza física de los hombres se equipara a las cualidades de liderazgo. Para averiguarlo, los investigadores incorporaron con Photoshop diferentes torsos en camiseta a fotos de hombres y mujeres y preguntaron: “¿Tú crees que esta persona es un buen líder?”. Según otro conocido estudio, las personas más altas ganan más salario que sus homólogos más bajos a lo largo de una carrera de 30 años.

Estos hallazgos son deprimentes, sobre todo para las mujeres. Pero también deberían inquietar a cualquiera que sienta que la sustancia de lo que hace es más importante que la impresión superficial que deja.

La aptitud física, la forma del cuerpo y, en algunas disciplinas, los méritos artísticos, desempeñan un papel en llevar a los atletas olímpicos al podio. Pero los atletas se sentirían justificadamente molestos si su atractivo físico, o su falta de él, afectara sus posibilidades de obtener una medalla.

Escribir columnas es menos deporte que espectáculo. De hecho, sólo dos lectores que no son parientes míos han hecho comentarios en relación con mi foto. Uno fue el lector que mencioné originalmente. El otro me escribió en 2018: “He leído tu artículo. También me fijé en tu fotografía. Tu problema es que las entradas de tu cabello han retrocedido”. Yo amablemente rehusé su sugerencia de que me aplicara pulpa de sábila, aceite de almendras y aceite de coco en el cuero cabelludo.

Así que me alegro de que algunos de ustedes hayan decidido leer hasta el final esta columna debido a mi ‘encantadora sonrisa’, más que a mis convincentes argumentos. Pero realmente tendré que preocuparme cuando se acumulen las quejas sobre la fragilidad de mi investigación, mi prosa o mis opiniones.

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