Detalle de la portada de Cuatro páginas arrancadas
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > LIBROS

La cara que los uruguayos prefieren ocultar y un libro que rescata la historia del humor escrito nacional

Cuatro páginas arrancadas, de Andrés Olveira repasa la larga tradición del género en Uruguay, un género marginado dentro de la cultura nacional
Tiempo de lectura: -'
06 de enero de 2024 a las 05:01

Los uruguayos somos grises, amargos, un público difícil, serio, solemne, poco afecto a los excesos, a los exabruptos. Somos pesimistas, quejosos, aburridos. La alegría es solo brasileña, el drama es argentino, y nosotros somos la mesura levemente ondulada. “Triste como uruguayo contento”, dice una frase maravillosa.

Solo que no somos así. En realidad somos un pueblo que se ríe bastante, y que casi desde su nacimiento ha tenido una veta humorística muy desarrollada, ya sea para pasar mensajes políticos – pegarle a los oponentes, criticar medidas gubernamentales o protestar contra censuras – o simplemente para sacarle una carcajada al otro.

Incluso algunos de los grandes nombres de las letras orientales se han dedicado al humor, desde el primer poeta uruguayo y autor de la letra del Himno nacional, Francisco Acuña de Figueroa, hasta Mario Benedetti, uno de los nombres con mayor proyección internacional de la cultura local.

Claro, esa faceta humorística ha sido habitualmente desplazada y escondida por detrás de la producción más seria, a la que se suele considerar como más prestigiosa que la que hace reír. Una discriminación que no es exclusivamente uruguaya (y sino, vea cuantas comedias han ganado el Oscar en comparación a los dramas), pero que se hace bien patente en el territorio de la República Oriental.

El ejemplo más claro de ese ocultamiento es el de Apología y nomenclatura del carajo, quizás la obra más conocida de Acuña de Figueroa aparte del Himno, un poema jocoso en el que menciona nada más y nada menos que 73 formas de nombrar al pene y que fue literalmente arrancado de la colección de las obras completas del poeta que se almacena en la Biblioteca Nacional.

Tomando como punto de partida la desaparición del original de ese texto, el bibliotecólogo y escritor Andrés Olveira reunió la historia de más de un siglo de humor escrito en Uruguay en su libro Cuatro páginas arrancadas.

Es un tomo voluminoso, si, con sus casi 700 páginas, algo casi necesario dado lo abarcativo del trabajo, pero tiene también a su favor el dinamismo y la gracia con la que Olveira hace este repaso, que además puede leerse haciendo pausas oportunas o alterando el orden. El libro avanza de forma cronológica y pasa por nombres fundamentales de la comedia uruguaya, como las revistas Peloduro y Guambia, pero también por otros menos conocidos, que también pintaron el Uruguay de su época.

Un país poco serio

Peloduro, uno de los títulos clave del repaso histórico

Si tiene que rastrear su vínculo personal con el humor, Olveira reconoce nombres como Julio César Castro (Juceca), Alejandro Dolina y hasta Leslie Nielsen como los que despertaron su interés por la comedia, primero como consumidor y luego como una especie de investigador amateur de este rubro, además de incorporarla a su escritura.

“Me genera mucha curiosidad lo humorístico, más que lo gracioso”, explicó a El Observador. “Los dispositivos que se ponen en juego cuando se construye lo cómico”, agregó.

Luego de entrar en contacto con los responsables de la editorial Tajante, Diego Ruíz y Mateo Arizcorreta, y de comenzar a hablar sobre el tema, se dieron cuenta de la ausencia de una compilación sobre la historia del humor uruguayo, un tema sobre el que había “muchos puntos ciegos”. Plantado ante esa tarea mastodóntica, el autor decidió luego afinar la mira a lo escrito.

“Fue asombroso encontrar el caudal tan grande de producción que hubo en Uruguay”, reconoce Olveira, que también pudo apelar a la profesión de la que vive para este trabajo, la bibliotecología. “Incluso como escritor hasta ahora no la había usado, salvo para investigaciones someras de personajes o cuestiones. Siempre digo que cuando en un avión hay una emergencia nadie va a preguntar si hay un bibliotecólogo a bordo, pero la verdad esta vez era necesario, y pude rastrillar un montón de archivos, rastrillar y aplicar todas las técnicas de investigación”, contó.

Ahora que está del otro lado de sus tres años de trabajo, y al poder tener en las manos el resultado de esa investigación, uno se encuentra con el final del mito de la seriedad uruguaya, y que el humor ha estado presente en la existencia cotidiana criolla casi desde el inicio de la vida independiente del país, además de ser muy consumido.

Ya en 1831, con la nación en pañales, había periódicos como El campo de Asilo, El recopilador o La matraca que se dedicaban a fajar a los partidarios de Rivera o Lavalleja, según de que lado estuviera cada uno, y que se dedicaban a satirizar a políticos de la época – hoy más conocidos por dar nombre a calles de Montevideo – con sutiles sobrenombres como Don Bobo (para Juan Francisco Giró) o Juan Bolas para Juan Benito Blanco.

Andrés Olveira, autor del libro

Un precedente que ilustra también como la actualidad política y sus protagonistas han sido un objetivo predilecto para los humoristas locales, como luego lo sería el fútbol. Puntos que reflejan que la sociedad uruguaya trasladó sus temas favoritos de discusión también a ese campo, haciendo patente que el humor fue siempre una forma de analizar la cotidianeidad por la que los orientales han sentido particular afecto.

Aunque hoy no existan plataformas masivas como en su momento eran Peloduro, El dedo o las páginas de humor de Marcha, para el autor de Cuatro páginas arrancadas “el humor en Uruguay sobrevive como esa hierba que crece donde puede, siempre va a haber algo de humor, porque es una tradición con más de 100 años, que además es la tradición de decir las cosas ‘en uruguayo’, si bien ahora hay cosas más globalizadas, porque la sociedad uruguaya también se abrió más a lo que viene de afuera, siempre se le prestó mucha atención a lo cotidiano, al habla urbana y a la rural, y así se generan por ejemplo, personajes  humorísticos que salvo los argentinos, el resto de los hispanohablantes podrían escucharlos y no entenderlos, porque son ultra uruguayos, y en lo escrito eso también pasa”.

¿Para qué sirve el humor?

El último número de la revista Guambia

Así como el humor tiene mucho arraigo en Uruguay, también es cierto que se lo ha tendido a relegar a un segundo plano, incluso al ser escrito por autores que forman parte del “canon” literario nacional, que solían trabajar con seudónimo para hacer humor, en parte para separar esas dos vetas y también, de alguna forma, para preservar la imagen de tipos serios, que se suele asociar con lo prestigioso, con lo artístico.

“Eso no es exclusivo de Uruguay, se puede incluso aplicar a todo lo que es llamado ‘de género’: la ciencia ficción, lo policial. Si se le pone etiqueta, si se lo adjetiva, es porque se lo considera secundario. Pasa en todos lados, pero acá se hace de una forma muy uruguaya, muy rioplatense” considera Olveira.  

A esa ambigüedad también dedica un capítulo en el libro, donde además plantea la existencia de dos vetas entre los humoristas locales: una veta “hedonista”, centrada en entretener y divertir, y otra “comprometida”, donde el humor es un vehículo para pasar una idea o un mensaje político.

“En la mayoría de los humoristas conviven esos dos espíritus, aunque predomina claramente lo comprometido. Pero fue una sorpresa encontrar que hay distintos matices, que hubo humor comprometido ‘de derecha’ o conservador, que también había muchos humoristas hedonistas muy populares”, explicó el escritor “Se me mostró un mapa más complejo de lo que imaginaba”.

La salida del libro coincide, además, con la realización de la muestra La risa escrita en el Museo Histórico Nacional, que se puede visitar hasta abril, y que se enfoca en la obra de Los Lobizones (Daniel y Jorge Scheck) y de Mónica (Elina Berro, una de las primeras mujeres en hacer humor escrito en el país), en el marco de los respectivos centenarios de sus nacimientos, además de contar con obras de otros de los autores que se repasan en Cuatro páginas arrancadas.

Para Olveira, que se esté rescatando la obra de los autores de humor escrito en el país es clave. “Hay que integrarlo al estudio de la historia, porque mirar a través de los consumos cotidianos y populares, como era el humor que hacían estas personas, es una lente genial para ver los acontecimientos históricos”.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...