En cuanto a sus clientas dijo que disfruta de trabajar con personas de distintas culturas y generaciones. Agregó: "Me gusta tener clientas que desarrollan negocios que son nuevos para mí. Me saca de mi zona de comodidad lo que me lleva a seguir aprendiendo".
González publicó el libro Osadía Uruguay tiene voz de mujer, una recopilación de entrevistas a destacadas mujeres uruguayas, que busca visibilizar el liderazgo y emprendedurismo femenino, al tiempo que sirve de inspiración.
¿Cómo es trabajar como coach para el desarrollo de negocios?
Es muy divertido y estimulante. Cada sesión de coaching para ayudar a una clienta a impulsar su negocio es distinta. Algunas solo tienen la idea y quieren validarla; otras ya tienen un negocio armado que quieren impulsar por lo que trabajamos en la estrategia de ventas. Otras están bloqueadas en algo que puede parecer concreto, pero nos damos cuenta de que en el fondo es que tiene miedo de vender sus servicios. Así, terminamos ideando acciones alternativas que las hagan seguir adelante.
Todas las clientas tienen un perfil variado; distintas edades, distintas culturas y distintos medios económicos. Esto lo convierte en una experiencia enriquecedora, donde aprendo mucho.
¿Por qué se especializó en el trabajo con mujeres?
Crecí en un contexto machista; observé y viví demasiadas injusticias. Mi trabajo con mujeres es una consecuencia de la desigualdad de género y mi compromiso por cambiarlo. Tengo valores muy marcados de justicia y libertad. También soy idealista y todo lo que considero una injusticia quiero arreglarlo. No concibo que alguien por ser mujer, reciba un salario menor, se considere débil o merecedora de menos. Quiero empujar la balanza hacia el equilibrio.
Impulso a cada mujer a que luche por su libertad personal; a que sea ambiciosa y que cumpla sus sueños.
Otra razón es que quiero un liderazgo equilibrado a nivel global. Quiero ver mujeres en todos los países en puestos de toma de decisión –tanto en la esfera privada como pública–, para sentirme representada.
¿En qué momento decidió ir a vivir al exterior?
Me fui de Uruguay a Chile en 2004, tiempo después de la crisis del corralito. Trabajaba en un banco en Montevideo y el banco quebró. Ese trabajo me gustaba, pero a largo plazo sabia que no era a lo que quería dedicarme. Después de la crisis tomé esa oportunidad para hacer un cambio e irme.
Siempre había querido vivir en el extranjero porque me encantaba viajar, pero además quería demostrarme de qué era capaz estando fuera y sola. Me atraía mucho el sentido de aventura y todos los desafíos que imaginaba. Era algo que quería hacer desde hacia mucho tiempo. Hasta el día de hoy me pasa lo mismo con las mudanzas, me llenan de energía y me parece una buena oportunidad de reinventarme.
¿Le costó adaptarse a la vida en el exterior?
Sí, el primer año fue muy difícil. Recuerdo que estaba en el departamento y lloraba, pero, al mismo tiempo, sabía que ese mal momento iba a pasar por lo que nunca me cuestioné volver. Después dejé de extrañar Uruguay y empecé a disfrutar de lo que me ofrecía Chile; hice amigas y construí una vida hermosa.
A eso le siguieron otros países: España (viví en Sevilla y en Madrid), Australia, Suiza y Francia.
¿Cómo surgió la posibilidad de instalarse en Francia?
Había estado en Ginebra un poco más de cuatro años. Allí, viví cambios grandes a nivel personal que me hicieron reflexionar sobre mi carrera profesional. Estaba trabajando en el medio corporativo para empresas que tenían objetivos que no me interesaban. Entonces, empecé a buscar una opción que me permitiera trabajar en temas que tuvieran un sentido para mí.
Asimismo, quería probar trabajar por mi cuenta. Ese momento se convirtió en una situación de “ahora o no nunca” y decidí hacerlo. Pero, para ser independiente Suiza no era el mejor lugar por el costo elevado del estilo de vida. Por motivos personales empecé a viajar a Paris y al final decidí quedarme. Hice la certificación de coach y me quedé hasta ahora. Ya son siete años.
¿Qué destaca de trabajar en Francia?
Para trabajar como independiente hay muchos estímulos y muchas posibilidades. Yo empecé como coach porque quería trabajar con mujeres y ese interés me llevó a querer colaborar en paralelo con asociaciones que impulsan la igualdad de género. Por estar aquí, pude conocer ONU Femmes Franciay colaborar con ellos.
También destaco el apoyo a los emprendedores a nivel educativo. Desde mi llegada pude participar en conferencias de todo tipo y hacer muchas formaciones de manera gratuita. Además, hay muchos eventos de networking, coworks e incubadoras, para conocer otras personas que también trabajan por su cuenta.
Por su parte, el Estado da una suma de dinero anual a los independientes para estudiar algo relacionado con su profesión. Para ese tipo de empresas al comienzo los impuestos son bajos.
Es fácil crear una empresa unipersonal.
¿Y cuáles son los desafíos?
Si bien París es una ciudad internacional, hay una tendencia a querer hacer las cosas a la manera local. Para encajar tenés que adaptarte a los códigos de la ciudad. Y hay que hablar bien francés. Es una ciudad hermosa, pero no necesariamente acogedora al comienzo.
¿Notó diferencias en la forma de trabajar en el exterior con respecto a su experiencia en Uruguay?
Sí. Aunque mi experiencia trabajando en Uruguay fue breve porque fueron mis primeros cuatro años de trabajo recién salida de la universidad, noté cambios entre Uruguay y el resto del mundo. También entre cada país donde viví. En términos generales, la gran diferencia podría ser que en el extranjero siempre fue mucho más delimitado el trabajo de la vida personal. Se respetan mucho más los horarios de trabajo. Está todo bien reglamentado y claro.
¿Cuál es el logro del que se siente más orgullosa?
Si dijese uno estaría desmereciendo los otros y cada uno pasó en una etapa distinta en que quizás en ese momento era el logro más importante para mí. A lo largo de los años destaco siempre haber sido fiel a mi misma o, al menos, haberlo intentado. Eso es lo que me ha hecho tomar buenas decisiones.
Un logro muy importante este año fue la presentación de mi primer libro "Osadía: Uruguay tiene voz de mujer". Eso es un sueño cumplido. Además de terminarlo y publicarlo, me llenó de orgullo exponerlo en el Instituto Cervantes de París, donde me eligieron para representar a Uruguay.
¿Planes a futuro?
Seguir generando proyectos estimulantes. Entre ellos, escribir un segundo libro dedicado a mujeres artistas, involucrarme cada vez más en proyectos relacionados con el arte (ya que es una de mis grandes pasiones) y seguir haciendo coaching.