Según los oceanógrafos y biólogos marinos, si la Amazonia es considerada el pulmón del planeta, la Antártida es su corazón

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La comisión para la conservación de la Antártida analiza la creación de nuevas áreas de protección

Se trata de zonas de gran escala en la Antártida Oriental, en el mar de Weddell y en la Península Antártica. De aprobarse se sumarán a las dos existentes en islas Orcadas del Sur y en el mar de Ross
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24 de junio de 2023 a las 05:00

Tras el histórico primer tratado internacional para la protección alcanzado en Naciones Unidas (ONU) la semana pasada, veintisiete países y la Unión Europea (UE) negocian a puertas cerradas un cronograma para proteger las áreas oceánicas que rodean a la Antártida, cuya conservación es considerada vital para la salud del planeta.

La negociación de escala global, que debería dar como resultado un entendimiento de carácter vinculante, la llevan adelante los países miembros de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), entre los que se cuentan los Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y los estados integrantes de la UE.

La comisión fue establecida en 1982 para conservar la flora y fauna antárticas, en respuesta a la creciente explotación del kril, el pequeño crustáceo de hasta 6 centímetros y 2 gramos de peso que forma cardúmenes de hasta 30.000 ejemplares por metro cúbico y es la base de la cadena trófica del ecosistema antártico.

El foro forma parte del Sistema del Tratado Antártico (STA) que entró en vigencia en junio de 1961, tiene su sede en la ciudad australiana de Hobart, donde se llevan a cabo sus reuniones, y sus decisiones se toman por consenso, es decir: con el acuerdo de todos los países que lo integran.

Según los oceanógrafos y biólogos marinos, si la Amazonia es considerada el pulmón del planeta, la Antártida, con sus 14.107.637 kilómetros cuadrados y más de 17.000 kilómetros lineales de costa, es su corazón. Su influencia sobre el resto de la Tierra es clave y se verifica a través de su océano, que bombea corrientes marinas con nutrientes hacia los mares del hemisferio sur.

“Una de las amenazas más grandes que tiene esta zona es el cambio climático, que lleva a una gran disminución de hielo marino. Y la presencia del hielo marino es fundamental para el ciclo de vida del kril antártico”, explica Rodolfo Werner, asesor científico y político de la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC).

“La creación de las áreas marinas protegidas es muy importante porque lo primero que hace es proteger en términos generales la biodiversidad de un lugar. Al quitar de estas zonas el efecto de estrés que produce la pesca, le permite al ecosistema, a través de su resiliencia natural, enfrentarse al impacto del cambio climático”, señala Werner.

La reunión de la comisión en la capital chilena es de carácter especial y procura actualizar los acuerdos alcanzados en Australia en 1986 y en Alemania en 2013. En especial, busca avanzar en una hoja de ruta para el establecimiento de tres nuevas Áreas Marinas Protegidas (AMP) a gran escala en la Antártida Oriental, en el mar de Weddell y en la Península Antártica, esta última ante la propuesta conjunta de la Argentina y Chile.

“Espero que hacia el final de esta semana salgamos de las reuniones con una hoja de ruta consensuada para avanzar y aprobar las propuestas para las nuevas áreas protegidas”, dice Stephanie Langerock, comisionada belga para la CCRVMA.

“Lo mínimo a lo que aspiramos es que tengamos una hoja de ruta con fechas, definiciones claras, resoluciones y mandatos”, dice por su parte el senador chileno Ricardo Lagos Weber de cara a la próxima reunión plenaria que se realizará en octubre en Hobart.

Hasta ahora existen dos áreas de protección en el llamado continente blanco. En 2009, la CCRVMA acordó establecer una red de zonas de protección y creó la AMP de islas Orcadas del Sur, que comprende una zona de 94.000 kilómetros cuadrados. En 2016, se estableció un AMP en el mar de Ross, de 2,06 millones de kilómetros cuadrados.

Pese a la crucial importancia que tiene la región y la obvia necesidad de protegerla para, entre otras cuestiones, atemperar el cambio climático, la creación de nuevas áreas encuentra la renuencia de algunos países. Entre ellos, Rusia y China, cuyos enfoques no están tan centrados en la conservación sino en el uso y en la pesca en esos mares.

“Tenemos que encontrar un equilibrio entre estos dos objetivos”, sostiene Langerock. La lectura de la comisionada belga es optimista. Señala que ya en el pasado, en contextos geopolíticos tan complejos como el actual, se alcanzaron buenos acuerdos. “El Sistema del Tratado Antártico es un ejemplo. Se concretó en 1959, en plena Guerra Fría, y entró en vigencia dos años después”, explica.

Desde entonces se constituyó en único marco normativo para el uso de la Antártida, la resolución de reclamaciones territoriales y la protección del continente, como así también de las aguas adyacentes desde sus costas hasta los 60 grados de latitud sur, límite convencional con el Atlántico, el Pacífico y el Índico.

(Con información de AFP)

 

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