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Los países de la ONU consensuaron el primer tratado internacional para la protección de la altamar

Apunta a la conservación y al uso sostenible de la biodiversidad. Entrará en vigor una vez que haya sido examinado por juristas y ratificado por un número todavía no determinado de naciones
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06 de marzo de 2023 a las 05:00

En virtud del mandato acordado en el seno de la Asamblea General en 2017 luego de más de una década de negociaciones, los países miembros de Naciones Unidas (ONU) acordaron el primer tratado internacional para la  conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en altamar, la zona de los océanos que no están bajo el control de ninguna nación y que comienza donde terminan las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE).

Se trata del área internacional que se inicia a partir de las 200 millas náuticas (370 kilómetros) de la línea costera y que abarca más del 60% de la superficie total de los océanos del mundo y que a los efectos vinculantes del tratado también incluye los fondos marinos y el subsuelo en un intento por contrarrestar las amenazas que pesan en ecosistemas considerados por los científicos como vitales para la humanidad.

"El barco llegó a la costa. Es un acuerdo histórico", anunció la presidenta de la conferencia, Rena Lee, en la sede de la ONU, en la ciudad de Nueva York, entre los aplausos de los delegados y tras más de 15 años de discusiones que incluyeron cuatro rondas de conversaciones formales y tres sesiones de negociación en menos de un año. "No habrá reapertura ni nuevas negociaciones sustanciales", aclaró Lee con relación al acuerdo, que se adoptará formalmente una vez que haya sido examinado por juristas y traducido a las seis lenguas oficiales de la ONU.

"Este es un día histórico para la conservación y un signo de que, en un mundo dividido, proteger la naturaleza y a las personas triunfa sobre la geopolítica", evaluó Laura Meller de Greenpeace. El tratado es considerado esencial para conservar el 30% los océanos del mundo hacia 2030, frente al exiguo 1% actual, como acordaron los gobiernos en el acuerdo previo firmado en la ciudad canadiense de Montreal en diciembre pasado.

Tras dos semanas de intensas conversaciones en la sede de la ONU, incluida una maratónica sesión nocturna entre el viernes y el sábado, los delegados ultimaron un texto. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, felicitó a los delegados y de acuerdo con su vocero les transmitió que el acuerdo es una "victoria para el multilateralismo y para los esfuerzos globales para contrarrestar las tendencias destructivas que afectan la salud de los océanos".

En un sentido similar se expresaron la Unión Europea (UE) y Estados Unidos. El bloque comunitario lo hizo mediante un comunicado que califica el acuerdo como un "paso crucial para preservar la vida marina y la biodiversidad”, a las que califica como “esenciales para las generaciones venideras". Por su parte, Mónica Medina, responsable para temas oceánico del Departamento de Estado, afirmó que “la vida en la Tierra depende de un océano con buena salud y consideró que el nuevo tratado sobre altamar “será vital para nuestro objetivo común de proteger el 60% de los océanos para 2030".

Pese a que representa más del 60% de la superficie oceánica y casi la mitad del planeta, la altamar ha sido ignorada durante mucho tiempo, ya que la atención se ha centrado en las zonas costeras y en las especies emblemáticas. Sin embargo, la ciencia ha demostrado la importancia de proteger todos los océanos cuya biodiversidad, a menudo microscópica, proporciona la mitad del oxígeno que respiramos y limita el calentamiento climático al absorber una parte importante del CO2 que genera la actividad humana.

Según el texto aprobado, cuando el tratado entre en vigor después de haber sido formalmente adoptado, firmado y ratificado por un número suficiente de países, umbral que todavía no se ha determinado, se podrán crear zonas marinas protegidas en aguas internacionales con el objetivo de evitar la contaminación, resguardar la biodiversidad y contener la sobrepesca; momento a partir del cual será obligatorio realizar estudios de impacto ambiental de las actividades que se vayan a realizar en la altamar.

Unos de los capítulos sensibles y que provocó tensiones que amenazaron con hacer fracasar la negociación pasó por la explotación económica de la altamar. En especial por el reclamo de los países menos desarrollados, que enarbolaron el principio de compartir los beneficios de los recursos genéticos que pudieran resultar de futuras investigaciones en la búsqueda de moléculas milagrosas por parte de empresas farmacéuticas y cosméticas.

El tema, al igual que en otros foros internacionales, se resumió en una cuestión de equidad que volvió a marcar una línea divisoria entre el Norte y el Sur. En ese contexto, en un anuncio percibido como un gesto para reforzar la confianza Norte-Sur, la UE prometió US$ 42,4 millones para facilitar la ratificación del tratado y su aplicación inicial, y otros US$ 848 millones durante este año para proteger los océanos, anuncio este último concretado en la conferencia "Nuestro océano", que concluyó el viernes en Panamá.

Promesas similares realizó Estados Unidos. En este caso, John Kerry, enviado de la Casa Blanca para asuntos climáticos, anunció que su país destinará US$ 6.000 millones para proteger los mares, monto que duplica el comprometido en la anterior conferencia y que contempla unos 200 programas contra la contaminación, 73 iniciativas para favorecer la economía azul, 72 para seguridad marítima y la concreción de 11 áreas protegidas, entre ellas un corredor de conservación en el Pacífico Tropical, con participación de su país, Panamá y Fiji.

Más allá de los anuncios y mientras se espera la ratificación y la divulgación de los detalles del acuerdo, los ambientalistas coinciden en calificar el resultado de la negociación como un paso importante. “El acuerdo marca un camino para establecer áreas de alta y plena protección en altamar, así como para la evaluación ambiental de proyectos y actividades que pudieran perjudicarla”, destacó Gladys Martínez, directora ejecutiva de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA).

Martínez, además, puso de relieve que el tratado permitirá “la protección legal  del océano y con ello de la biodiversidad marina, los medios de subsistencia de las comunidades costeras y la soberanía alimentaria”. Desde el Centro para la Concienciación, Investigación y Educación Oceánica (COARE), su director ejecutivo Christopher Chin, opinó que el mundo dio “un gran paso para acercarse un poco más al objetivo de salvaguardar al menos al 30 por ciento de la altamar para 2030”. Objetivo que, obstante, está muy lejos de alcanzarse.

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