AFP

La crisis petrolera saudita, los líderes volátiles y el riesgo de una escalada

Todas las partes quieren un compromiso, pero eso no significa que sucederá

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19 de septiembre de 2019 a las 14:18

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Por Gideon Rachman

Durante décadas, cualquier lista de riesgos geopolíticos globales siempre ha incluido un "ataque contra las instalaciones petroleras sauditas" cerca del primer lugar. Ahora ha sucedido.

La buena noticia es que el mundo es menos vulnerable ante una sacudida de los precios del petróleo que en la década de 1970, cuando el embargo de petróleo de la OPEP creó agitación en la economía global. También es cierto que todas las grandes potencias involucradas — Arabia Saudita, Irán y EEUU — tienen fuertes incentivos para evitar un conflicto total.

Sin embargo, la mala noticia es que los responsables de las decisiones clave en este drama en particular — Donald Trump, el presidente de EEUU, Mohammed bin Salmán, el príncipe heredero de Arabia Saudita, y el liderazgo de Irán — son obstinados y propensos a correr riesgos.

Es probable que, si EEUU se apega a su afirmación de que Irán estaba detrás del ataque, organizará una respuesta militar. Si eso sucede, no hay garantías de que el conflicto no se intensifique aún más. Dado que los ataques del fin de semana ya han causado un aumento de 20% en el precio del petróleo, el potencial de un mayor caos en los mercados es claro.

La importancia del petróleo del Golfo para el mundo en general ha quedado grabada en la memoria colectiva del Occidente desde que la OPEP impuso un embargo en 1973. Provocó que los precios del petróleo se cuadruplicaran, ocasionando graves daños a los mercados y la economía mundial. La lección que todos aprendieron — que la estabilidad del suministro de petróleo del Golfo es crucial para la economía mundial — ayudó a impulsar la feroz respuesta del Occidente a la invasión de Kuwait por Irak en 1990.

Casi 30 años después de la primera guerra del Golfo, las economías occidentales son considerablemente menos vulnerables a la interrupción del suministro de petróleo de la región. El aumento de la producción de petróleo de esquisto bituminoso en EEUU significa que las importaciones de petróleo de EEUU provenientes de Arabia Saudita ahora sólo están en un tercio del nivel que habían alcanzado en 2003.

Pero menos vulnerable no significa invulnerable. Todavía hay un precio global para el petróleo; y Arabia Saudita sigue siendo el principal exportador mundial de petróleo. Entonces, si se interrumpe el suministro saudita, los consumidores y las industrias de todo el mundo sentirán el impacto rápidamente.

La vulnerabilidad de las instalaciones petroleras sauditas al ataque también se acaba de demostrar. Si el ataque fue llevado a cabo por drones, como se informó en un principio, es una visión impactante de cuán abiertas están las instalaciones industriales avanzadas a los ataques realizados con nuevas tecnologías baratas y ampliamente disponibles.

Al darse cuenta de su vulnerabilidad a nuevos ataques, los sauditas deberían de ser cautelosos con respecto a impulsar la escalada del conflicto. La estabilidad social y política del reino también es un factor; la familia gobernante se ha preocupado durante mucho tiempo acerca de la amenaza de disturbios internos por parte de su gran minoría chiíta.

A pesar del gasto militar masivo, Arabia Saudita tampoco ha podido prevalecer en una guerra brutal en Yemen, que es una propuesta mucho menos intimidante que Irán. Entonces, si bien los sauditas han sido fervientes partidarios de la política de "máxima presión" de la administración Trump sobre Irán, tienen un interés mínimo en una guerra real.

Irán también tiene un gran interés en evitar un conflicto total, que expondría al país a la potencia de fuego de sus vecinos del Golfo bien armados y, sobre todo, a los ataques de EEUU. En los últimos meses, los iraníes han protagonizado una serie de provocaciones que incluyen la captura de buques petroleros occidentales en el Golfo y (probablemente) alentando a sus aliados hutíes en Yemen a atacar objetivos blandos en Arabia Saudita.

Pero este tipo de arriesgada política iraní ha sido interpretado por la mayoría de los observadores occidentales de Irán como un esfuerzo por demostrar que Teherán no es impotente ante las sanciones. También se ha dicho que los iraníes estaban intentando ganar influencia antes de una posible reanudación de las conversaciones con EEUU.

En cuanto a Trump, a pesar de su retórica belicosa, las acciones más recientes del presidente de EEUU han demostrado que está ansioso por lograr un avance diplomático con Irán. Una razón importante por la que Trump despidió a John Bolton la semana pasada es que su ex asesor de seguridad nacional era demasiado agresivo y se había opuesto a las sugerencias de que las sanciones de EEUU en contra de Irán deberían reducirse en aras de comenzar las conversaciones.

Por lo tanto, todas las partes tienen intereses económicos y estratégicos que los deberían de alejar del borde del conflicto armado. Desafortunadamente, todas las partes también han demostrado ser erráticas, emocionales y propensas a errores de cálculo.

El príncipe Mohammed de Arabia Saudita ha demostrado su propia propensión a errores de cálculo violentos a través de su conducta en la guerra de Yemen y con su aparente autorización del horrible asesinato del periodista, Jamal Khashoggi. En cuanto a los iraníes, si realmente autorizaron un ataque contra las instalaciones petroleras sauditas, habrán asumido un riesgo enorme, con consecuencias que no pueden controlar.

La volatilidad de Trump se ha demostrado ampliamente. La voluntad del presidente de EEUU de romper el acuerdo nuclear con Irán, pero luego despedir a su asesor más agresivo sobre Irán, tampoco inspira confianza en que sepa lo que está haciendo. Y actualmente no tiene un asesor de seguridad nacional.

Desde la elección de Trump en 2016, los observadores nerviosos se han preguntado cómo se comportaría el presidente estadounidense en una verdadera crisis de política exterior. Estamos a punto de descubrirlo.

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