La economista uruguaya que asesora a los grandes jugadores del mundo de la soja y el maíz

Rosina Estol dejó Uruguay para hacer carrera y desde 2019 trabaja como asesora estratégica en la división de agricultura y biotecnología de la multinacional Bayer en EEUU

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16 de marzo de 2021 a las 05:03

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Cuando Rosina Estol Peixoto dejó Uruguay en 2007 para tomar una oportunidad laboral en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington D.C., su idea era quedarse dos años, pero se adaptó al lugar, le gustó y casi sin darse cuenta se fue quedando y asentando su vida en Estados Unidos.

Estol es economista graduada de la Universidad ORT Uruguay, cursó la maestría en Economía por la Universidad de Buenos Aires y obtuvo el título de máster en Políticas Públicas Internacionales por la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Wisconsin-Madison.

En Uruguay trabajó en el Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) en el área de comercio internacional y política comercial, y como profesora asistente en la Universidad ORT en cursos de la licenciatura en Economía. En 2007 comenzó su carrera en EEUU, primero en el BID, luego en el World Council of Credit Unions y en 2016 entró a la empresa Monsanto, que en 2018 fue adquirida por Bayer. Actualmente trabaja como Business Partner en el departamento de Mercados e Inteligencia Competitiva de Estrategia de Bayer Crop Science (la división de agricultura y biotecnología de Bayer).

Estol vive en Saint Louis, en el estado de Missouri y si bien le gusta la vida tranquila y práctica que proporciona la ciudad, no se ve viviendo allí en el largo plazo. Desde hace un año teletrabaja desde su casa como consecuencia de la pandemia. “Trabajo en forma más productiva, empiezo temprano y trato de terminar más temprano. Me tomo tiempo libre para un café, caminar con mi perrita o estar con mi esposo. Sin embargo, uno pasa muchas horas frente a la pantalla con llamadas tras llamadas y se termina muy cansado. Pero me gusta la flexibilidad de poder trabajar desde mi casa y no pasar tantas horas manejando”, cuenta Estol, a quien en su tiempo libre también le gusta organizar asados “a la uruguaya” con sus amigos.

De Uruguay extraña sus afectos, la comida, la amabilidad y la sencillez de la gente. Sin embargo, no tuvo problemas para adaptarse a las diferentes ciudades de Estados Unidos donde vivió y de cada lugar se llevó un grupo de amistades. “Lo más lindo de conocer amigos de todas partes del mundo es que te abre la puerta a conocer otras historias, realidades, experiencias y uno va saliendo de la burbuja y gana perspectiva”, dice. 

¿Qué la impulsó a irse al exterior? ¿Cómo fue tomar esa decisión de mudarse a Estados Unidos?

Todo surgió a través de la red de contactos y colegas que generé en ORT, ya que una colega que estaba haciendo una pasantía en el BID en Washington mandó a sus conocidos un llamado para Consultora-Asistente de Investigación en el Departamento de Países de Centroamérica, Haití, México, Panamá y República Dominicana (CID) en el área de operaciones. Al mismo tiempo, mientras trabajaba en Cinve, mi compañera de proyecto y colega se había ido meses anteriores a hacer una pasantía en el BID en áreas similares, pero para la región Cono Sur. Fue así como, sin tenerlo en mis planes, con un poco de miedo y expectativa, tomé la decisión de mudarme a Washington y vivir esta nueva experiencia, acompañada de amigas y colegas. Para alguien que estudió Economía trabajar en un organismo internacional de este tipo es muy atractivo, muy demandado y te proporciona una experiencia muy formadora y enriquecedora, al mismo tiempo que se genera impacto.

¿Le costó adaptarse? ¿Cómo vivió ese proceso?

Al principio es todo expectativa, se mezclan las emociones de miedo, alegría y ansiedad por lo que está por venir, nervios por el idioma y el choque cultural, y admiración por todo lo nuevo. Habiendo estudiado años el idioma inglés, habiendo llegado a niveles bien avanzados, el afinar el oído y tratar de entender el nuevo idioma es un proceso de adaptación que solo se adquiere viviendo y practicándolo en el día a día.

Uno de los choques culturales iniciales que recuerdo era terminar de trabajar, tomarme el metro y a la salida, ya caminando para mi casa, ver a la gente cenando a las cinco de la tarde una hamburguesa o una pizza. No entraba en mi cabeza. Con el tiempo, cuando querés acordar ya sos parte del sistema y te adaptás a la cultura sin problema. Hoy en día, es parte de mi rutina cenar temprano.

¿Notó diferencias en la forma de trabajar con respecto a su experiencia en Uruguay?

Sí, muy marcadas, pero fue un proceso de transición. En el BID se trabaja con muchas personas de América Latina, se habla mucho español y el horario de trabajo es similar. Para mí, la experiencia de trabajo depende mucho del supervisor o líder al que uno reporta y de su estilo de liderazgo.

La gran diferencia la sentí cuando empecé a trabajar para una compañía estadounidense. Se comienza a trabajar mucho más temprano. Empiezo mi jornada a las 7 de la mañana porque tengo llamadas con colegas que están en Europa. Se trabaja muy intensamente, con mucho énfasis en los resultados y la comunicación de estos en forma muy simple y escueta. He aprendido, a través de los años, a comunicar en forma más directa, en forma más ejecutiva, haciendo también uso del story telling (contar historias), que en la cultura americana se aprecia mucho.

¿Cómo le surgió la oportunidad de trabajar en Bayer?

Luego de terminar mi maestría en Estados Unidos y de que mi esposo terminara su doctorado, a él le surgió una buena oportunidad laboral y como familia decidimos aceptarla y nos mudamos a Indiana. En este entonces yo trabajaba como consultora externa del BID para un proyecto en particular. Finalmente, siguiendo oportunidades laborales, nos mudamos a Saint Louis donde tanto mi esposo como yo trabajábamos en la misma empresa. Apliqué a muchos trabajos relacionados con economía y nunca imaginé encontrar uno en el departamento de Estrategia de Monsanto, luego adquirida por Bayer. Nunca había estado en mis planes trabajar para una empresa privada, ya que mi enfoque siempre había sido mas académico o de organismo multilateral. Sin embargo, probé algo nuevo y no me arrepiento, ya que estoy muy contenta con mi trabajo actual y el aprendizaje e inserción cultural han sido fenomenales.

¿En qué consiste su rol actual puntualmente?

Mi rol como Business Partner consiste en analizar y darle seguimiento al desarrollo de la economía, en particular del sector de agricultura a nivel mundial. Soy responsable de monitorear tendencias disruptivas que puedan impactar en la industria, en especial en los cultivos de soja y maíz. En pocas palabras, opero como una asesora de los equipos de Estrategia Global de Soja y Maíz de Bayer, la compañía líder mundial en agricultura.

¿Cuáles son los mayores desafíos a los que se enfrenta?

La agricultura es un sector de la economía muy dinámico, sujeto a volatilidad de precios, tipo de cambio, políticas comerciales y cambio climático. En este contexto, generar una estrategia de largo plazo no es tarea sencilla y requiere de un gran trabajo en equipo que comienza con una visión de largo plazo. Uno de los principales desafíos de mi rol es influenciar a los que toman decisiones del negocio en base a información creíble que permita decisiones estratégicas oportunas. Gran parte del trabajo es comunicar, en lenguaje sencillo, la lógica de por qué se debería seguir una estrategia en lugar de otra, avalado por datos.

Otro desafío es el de alinear expectativas y gestionar los distintos intereses de los equipos tratando de mantener un fino balance entre el corto y el largo plazo. La agilidad y la flexibilidad son dos atributos fundamentales que se requieren en este rol para hacer frente a la constante demanda de información dada la volatilidad del sector. Finalmente, un desafío muy importante es trabajar en un departamento con enfoque a largo plazo tratando de generar predicciones y estimaciones de temas muy complejos con un nivel de incertidumbre elevada.

¿Cuál fue el mayor logro de su carrera o de lo que se siente más orgullosa?

El haberme reinventado y adaptado a las circunstancias de mi vida. Al principio, recién graduada, mi objetivo era la carrera y atrás de ella iba. Hoy en día, con más experiencias vividas, la carrera es un elemento más pero no el único, sin embargo, es muy importante.

Mi carrera se va adaptando a mi vida personal y familiar, a dónde yo elijo vivir y cómo, y por este motivo he ido transformándome y experimentado nuevos desafíos. Aquella estudiante recién graduada en el 2004 nunca hubiera imaginado trabajar en la compañía de agricultura más grande del mundo y el impacto global que puedo tener, es algo de lo que me siento orgullosa.

¿Cómo le afectó a nivel familiar y laboral la pandemia?

Con mucha incertidumbre, todo muy raro, nuevo. Siento que seremos los personajes de un libro de historia. Nunca hubiera imaginado haber pasado por esto, pero me adapté y lo vivo sin problema. Al principio, muy encerrados, sin ver a nadie y poco a poco con vida normal, contacto reducido o en espacios abiertos, con uso de tapaboca, esperando la vacuna. La pandemia significa un punto de inflexión en mi vida y quizás la de muchos. Me he replanteado muchas cosas de la vida, el para qué, el de qué se trata la vida y he tomado decisiones que quizás no hubiera tomado en otras circunstancias.

¿Tiene pensado volver a vivir en Uruguay en algún momento?

Uno siempre quiere volver o al menos siempre estuvo en mis planes. Al principio vine por dos años y me fui quedando, me fue gustando, me fui adaptando y ya tengo mi vida armada acá. Pero seguramente en el largo plazo pensemos en volver.

¿Planes para 2021?

Lo que más me tiene ansiosa es poder entender la nueva normalidad poscovid, en especial en el ámbito profesional. Creo que a partir de la pandemia hemos cambiado la forma de interactuar y ya no volveremos al mismo tipo de vida. Eso me tiene muy expectante. El plan es esperar la vacuna y poder ver a mi familia que está en Uruguay, que hace casi dos años que no veo. Esa es mi prioridad.

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