Nicolas Garrido

La exigencia de unidad quita sal y pimienta a la campaña

Tres partidos van por elegir candidato y los otros 11 van con objetivos diversos; militantes tienen la amarilla para sacarle al que se aparte de la convivencia

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09 de marzo de 2019 a las 05:01

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Sabemos cuándo se vota, pero no cuántos votarán. 

Sabemos cuántos partidos podrán presentarse, pero no sabemos cuántos precandidatos irán a las urnas, y si algunos desistirán de hacerlo, con acuerdo de honrosa salida a tiempo.

Sabemos que será el domingo 30 de junio, en medio de copa futbolera continental y en vísperas de la licencia docente y vacaciones de invierno. Y sabemos que el voto en las internas es voluntario, y desde 1999 viene aumentando la abstención en estas instancias primarias.
Sabemos que hay una porción de uruguayos desilusionados con la democracia y que sin voto obligatorio no se arriman a las urnas

Y sabemos que hay 15 partidos anotados, sin chance de anotar uno más.

Comenzaron los actos de lanzamiento y el lugar que cada comando elige para eso, refleja la capacidad de atraer gente a una concentración pública. No es lo mismo el hall de un hotel que un gimnasio o un estadio.

Además, el recorrido de visitas de los precandidatos también muestra diferencias: los que este año han tenido presencia en más localidades del interior fueron los postulantes blancos Lacalle Pou, Larrañaga y Sartori, y el colorado Talvi. Los dos primeros van por reforzar sus bases, transmitir mensaje a sus seguidores y buscar nuevas adhesiones; los otros dos van por hacerse conocer y captar simpatías.

Aunque otros hayan hecho visitas a diversas localidades, la diferencia que esos cuatro le sacan al resto, es muy amplia en cantidad de reuniones y kilómetros recorridos.

Esta semana, la Corte Electoral rechazó la solicitud del Partido de Todos, liderado inicialmente por un ex nacionalista que se presentaba como “el Bolsonaro uruguayo”, pero que terminó siendo expulsado por sus seguidores.
Ahora están todos los partidos que pueden competir el 30 de junio, pero hay realidades diferentes en cuanto a estrategias y objetivos, lo que permite clasificar en seis anillos diferentes.

–Hay tres partidos que eligen candidato único en las urnas, además de medir la correlación de fuerzas internas, establecer orden para listas a Parlamento, e incluso dar el paso para la determinación de futuros liderazgos (Frente Amplio, Partido Nacional y Partido Colorado); –hay otros dos partidos que van al 30-06 a mostrar su potencial de poderío hacia octubre, que sin competencia interna, deben mostrar que son opciones políticas válidas, con cierta fuerza como para meterse en la discusión de armado de un gobierno, con pretensiones de incidir en el poder (Partido Independiente y el Partido de la Gente, de Novick); –en un tercer anillo hay un partido que llegó al Parlamento en la última elección y debe demostrar a los que quieren algo bien de izquierda, que la banca de Diputados fue útil como voz en las Cámaras y que llegó para quedarse y consolidarse (la Unidad Popular, que vota con el lema Asamblea Popular); –hay otro caso que va por la meta de llegar al Parlamento por primera vez, lo que estuvo cerca en 2014 (Partido Ecologista Radical Intransigente-PERI); –otro es el de un partido que desde 1984 tiene votación testimonial, pero en la última elección logró un salto, y su crecimiento le permitió mayor inserción sindical con presencia clave en el sindicato bancario, área estatal. No aparece en la pelea por una banca, pero su resultado le permitirá pisar con más o con menos fuerza en el movimiento sindical (Partido de los Trabajadores-PT); –el último anillo es el de los partidos cuya meta es tener vida después de las internas, para lo que deben conseguir 500 votos como mínimo, para armar convención nacional y quedar habilitados para las presidenciales y legislativas, y esos seis lemas son: Verde Animalista (PVA), del Orden Republicano (POR), Digital (PD), Abriendo Caminos, Democrático Unido (PDU) y Cabildo Abierto;

–aparte está el Partido de la Concertación (lema creado por blancos y colorados para sumar votos en elección departamental-municipal), que está registrado y en condiciones de ser usado, pero todo indica que no será reabierto.

La campaña electoral tiene dos tramos bien definidos: hasta junio cada sector debe lograr la mayor cantidad de adhesiones dentro de su partido, y a partir de julio la competencia es entre partidos, pero también sigue la puja interna, por bancas y posiciones de poder.

El problema que tienen los desafiantes en la interna, los que deben crecer para igualar y superar a un favorito, es que el tono y contenido de su campaña tiene un tope: el de la sensibilidad de los votantes que no quieren amenazas de choques y fricciones.

Los blancos cargan con la mochila de una fama que no se corresponde con la historia reciente, pero igual les pesa. Las últimas internas (2004, 2009 y 2014) fueron con respeto y con solución rápida sobre vice y cómo reagruparse sin dramas.

Este año, Larrañaga logró un éxito político con las firmas para plebiscito, que opacó los intentos de rebeldía interna de los que se fueron de su sector. ¿Le alcanza con su campaña propia o debe animarse a mostrar ventajas contra el que hoy aparece como líder mayoritario? Eso, implicaría riesgos.

Entre los colorados, Talvi salió a marcar diferencias con “el sanguinettismo”, a remarcar aspectos clientelistas y de hábitos políticos que la gente rechaza: esa irrupción, que también fue salida de su libreto, fue mal vista incluso por dirigentes de “Ciudadanos”, que quieren ganar el 30-6 pero también quieren un partido sin fisuras, que vote bien el 27-O.

El partido de gobierno tiene tres candidatos que comprenden las principales líneas internas, Martínez por la línea socialdemócrata (FLS, ala moderada del PS) junto a grupos radicales (Casa Grande, Ir, ala ortodoxa del PS-90); Andrade por los comunistas, y Cosse con el MPP pero buscando espacio más ancho. Por fuera de los grupos actuales, asoma Bergara procurando un lugar de renovación no definida.

En julio, Topolansky había declarado que Martínez y Cosse “tienen ciertos cortocircuitos entre ellos”, pero cada uno cuida el valor de la unidad. El único “cortocircuito” público fue el referido a la propuesta de la IMM para la Estación Central de ferrocarriles, que Cosse critico, pero no fue choque de trenes.

El celo por preservar unidad pone un freno a movidas pícaras y si los precandidatos cuidan respetar la unidad por encima de estimular la competencia interna, eso puede quitar sal y pimienta a la campaña.

En una elección que se presenta muy competitiva entre partidos, el valor de la unidad comienza a prevalecer. Y en la tribuna, los militantes tienen la tarjeta amarilla para sacarle en la cara al que se aparte de códigos de convivencia.

 

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