El barrio Reus al Norte en etapa final de construcción, circa 1890.
Miguel Arregui

Miguel Arregui

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La fulgurante vida de Reus y del Banco Nacional antes de estrellarse

Una historia del dinero en Uruguay (XI)
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20 de diciembre de 2017 a las 05:00

La idea de constituir un banco del Estado uruguayo que poseyera el monopolio de la emisión de moneda fue recurrente en las décadas finales del siglo XIX. Se creía que una entidad así podría expandir el crédito y bajar las tasas de interés. La propuesta inicial, enunciada en 1871, provino del historiador, ensayista y político Francisco Bauzá, y también de Duncan Stewart, quien fue ministro de Hacienda de Lorenzo Batlle en 1869. El tiempo político propicio vino después.

Argentina había creado su propio Banco Nacional en 1872, pero pronto lo puso en quiebra porque expandió el crédito más allá de lo razonable, en especial el que otorgó al gobierno.

Máximo Tajes y el Banco Nacional

El 28 de marzo de 1887 el joven empresario español Emilio Reus presentó al gobierno uruguayo del teniente general Máximo Tajes un proyecto de crear un banco mixto —estatal y privado— en nombre de capitalistas argentinos e ingleses. Una comisión parlamentaria que estudió la propuesta se entusiasmó ante la idea de "una fuerte institución bancaria capaz de imponerse como mediadora a la sombra del Estado, entre el pequeño capital desvalido y los grandes capitales de fuerza insuperable".

El Banco Nacional fue inaugurado el 25 de agosto de 1887, poco después que se hicieran los ensayos de alumbrado eléctrico para Montevideo. La posesión de un banco oficial fue motivo para que el presidente Tajes proclamara, muy optimista, "la independencia económica de la República".

El Banco Nacional estaba facultado a emitir billetes hasta el doble de su capital y se le concedió el monopolio para la emisión menor: cinco, dos y un peso y fracciones. Debía instalar sucursales en todas las capitales de departamento y ofrecer préstamos comerciales e hipotecarios. El gobierno disponía de amplio crédito y estaba obligado a efectuar sus depósitos.

Su primer presidente, que según la ley debía ser designado por el gobierno, fue el ex ministro de Hacienda Pedro Bustamante, a quien acompañaron Duncan Stewart, Alcides Montero y M. Moratorio.

Pedro Bustamente, abogado y político del Partido Colorado, había sido rector de la Universidad de la República, catedrático de Economía Política y ministro de Hacienda de los presidentes Lorenzo Batlle y José Eugenio Ellauri. Stewart, también colorado, fue ministro de Hacienda en 1869 y llegaría a ser presidente interino de la República por 20 días en 1894, antes de la dificultosa y alargada elección de Juan Idiarte Borda.

Emilio Reus, símbolo de una época

El primer gerente general de nuevo banco cuasi gubernativo fue el asombroso Emilio Reus, quien, con sólo 29 años, ya había hecho fortuna varias veces y otras tantas la había perdido.

Reus nació en Madrid, donde se doctoró en Derecho y Filosofía. Fue un masón insigne, un dandy y un especulador bursátil compulsivo.

Llegó a Buenos Aires a fines de 1885 o inicios de 1886, después de haber perdido su fortuna. Rehízo sus finanzas y poco más de un año después inició una fulgurante andadura en Montevideo.

Emilio Reus fue muy generoso al conceder créditos con el nuevo Banco Nacional, empezando por sí mismo. En julio de 1888 renunció a la Gerencia General para dedicarse a sus negocios, con un dinamismo apabullante, mezcla de mago y dios: especuló en bolsa, buscó oro en Minas, montó una fábrica de tranvías, instaló una estancia en Paysandú, planeó invertir en ferrocarriles de Argentina, Bolivia y Paraguay y fundó la Compañía Nacional de Crédito y Obras Públicas, mediante la emisión de acciones, y con ella inició dos nuevos barrios "obreros": Reus del Norte (actual Villa Muñoz) y Reus del Sur, en el actual barrio Palermo, que aún exhiben sus bohardillas cubiertas de pizarra negra al modo de París.

Emilio Reus también hizo construir en el extremo sudoeste de la Ciudad Vieja el Hotel Nacional, un espléndido edificio que quedó inconcluso y que sería más tarde sede de la Facultad de Matemáticas y luego de Humanidades y Ciencias. En torno a ese hotel, y en sociedad con el militar Carlos Gaudencio, inició una empresa de baños terapéuticos para turistas argentinos, que se llamó Sociedad de Baños Públicos de Agua de Mar y Dulce de la Capital. Todo el proyecto se denominó Playa Gounouillou, por el empresario francés Domingo Gounouillou, pero la gente optó por llamarlo Guruyú.

Casa de Baños y Hotel Nacional, a la derecha, vistos desde la bahía
Casa de Baños y Hotel Nacional, a la derecha, vistos desde la bahía.
Casa de Baños y Hotel Nacional, a la derecha, vistos desde la bahía.


Caída de la banca Baring y crisis en el Río de la Plata

El Nacional era un banco privado con diversos privilegios oficiales, según el modelo del Banco de Inglaterra: una suerte de banco central. Pero su liberalidad para conceder créditos lindó con la irresponsabilidad. Y su emisión de pesos uruguayos fue tan voluminosa que en poco tiempo era suya la mayor parte de los billetes circulantes.

La caída de la banca Baring Brothers en Londres provocó una crisis financiera en Europa, que llegó al Río de la Plata en 1890 y gestó una nueva "corrida" bancaria. Como en otras ocasiones, los bancos Comercial y de Londres cambiaban diariamente por oro todos los billetes del Banco Nacional que poseían. Nadie deseaba atesorar aquellos papeles. El 5 de julio de 1890 el Nacional no pudo responder: no tenía oro para cambiar por sus propios billetes. Había jugado casi todas sus cartas a créditos incobrables. La Bolsa de Comercio o de valores, que resumía todo el auge y la especulación de la década de 1880, se convirtió en un campo de batalla.

Billete de 200 pesos emitido por el Banco Nacional en 1887 (Museo Numismático del BCU).
Billete de 200 pesos emitido por el Banco Nacional en 1887 (Museo Numismático del BCU).
Billete de 200 pesos emitido por el Banco Nacional en 1887 (Museo Numismático del BCU).

El gobierno de Julio Herrera y Obes, que asumió el 1º de marzo de 1890 y puso fin al Militarismo, decretó el curso forzoso de los billetes. La conversión retornó el 1º de julio de 1891 pero el Banco Nacional no estuvo a la altura y cerró definitivamente el 20 de julio. También cayó el Banco Inglés (no confundir con el de Londres). Emilio Reus había muerto poco antes, el 7 de marzo, con 32 años y en la miseria.

La gestación del Banco Hipotecario

Del Banco Nacional solo sobrevivió la sección de créditos hipotecarios, que a partir de 1892 se transformaría en el Banco Hipotecario del Uruguay, que fue estatizado en 1912. Los bancos hipotecarios, que Tomás Villalba ya había deseado en la década de 1860, permitían el crédito a largo plazo con sólidas garantías y a un interés moderado.

El Banco Hipotecario se hizo cargo del barrio Reus al Norte y le cambió el nombre por Villa Muñoz, en homenaje al político y militar colorado José María Muñoz, quien llegó a presidir los tres bancos oficiales: el Nacional, el Hipotecario y el República.

Villa Muñoz fue uno de los puntos de concentración de la inmigración judía de la década de 1920, que instaló en la zona toda suerte de negocios.

Se abrieron escuelas judías y sinagogas y en 1925 la Caja de Ayuda Mutua de Villa Muñoz, transformada posteriormente en el Banco Israelita del Uruguay. Si bien la zona también fue poblada por familias de ascendencia italiana o española, Villa Muñoz quedó en la memoria colectiva, hasta hoy, como "el barrio de los judíos".

Durante la crisis que empezó en 1890 el Estado uruguayo cayó otra vez en default y debió renegociar su deuda pública. Lo mismo ocurrió en Argentina, metida a su vez en un pozo económico-financiero, cuyo Banco Nacional también quebró. La banca Baring Brothers, que había concentrado en exceso sus créditos en Argentina, debió ser asistida por el Banco de Inglaterra para no arruinarse.

Por fin, hacia 1895, las economías de ambos países del Río de la Plata comenzaron a renacer gracias al ajuste y a la recuperación del volumen y el precio de las exportaciones agropecuarias.

Próxima nota: La creación del Banco de la República y la era de José Batlle y Ordóñez

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