La imitación de la carne desembarca en China

En estos días Netflix lanzó Seaspiracy, documental que muestra el daño ecológico y la corrupción que está detrás de la pesca en gran escala, capaz de llenar de dudas a los consumidores de pescado, inclusive respecto a su salud y aún cuando contenga sellos que refieren a la sustentabilidad de los métodos con que se pesca. En el final, una empresa que promueve alimentos que imitan a los mariscos y las miniaturas vegetales, pero que son hechos en base a algas y que tienen apariencia, consistencia y sabor parecidos a los más deliciosos camarones.

El mercado de productos que imitan a la carne sigue candente. Semana tras semana se suman noticias que muestran un paisaje en constante transformación.  Las críticas a todo tipo de carnes y la explosiva demanda por aquellos productos que den sensaciones similares a los productos de origen animal pero sin un animal involucrado resultan impactantes.

Y quienes crean que esto es solo una moda occidental, empiezan a estar equivocados. Un año después de haber llegado a la mesa de los chinos a través de la red de cafeterías Starbucks, Beyond Meat abrió la primera fábrica fuera de EEUU, en las afueras de Shangai, el corazón comercial de China. El crecimiento de la demanda es fuerte también en China, y las ventajas de ese país para producir en gran escala y a bajísimos precios, es más que conocida. Las empresas de imitaciones de carne se ven a sí mismas como las Tesla de la alimentación. La fábrica de Beyond Meat está justamente cerca de la gigafábrica que Elon Musk ha instalado en las afueras de Shangai para hacer sus autos eléctricos a un precio más competitivo.

Mientras esa es la movida de Beyond, su rival Imposssible Foods se apresta a cotizar en bolsa. Todavía no está claro si lo hará a través de una oferta inicial pública de acciones (IPO) o  a través del mecanismo que está haciendo furor en los mercados financieros, las SPAC, o Compañía con Propósito Especial de Adquisición, que agiliza el trámite para salir a bolsa.

Lo importante es que de esa manera los analistas esperan que Impossible pase de su valor actual de US$ 4.000 millones a US$ 12.000 millones. Si poderoso caballero es don dinero, estas empresas suman poder. Un poder que se traslada a publicidad. En la España de las chuletas, al Real Madrid lo promociona Meatless Farm, o la estancia sin carne, una empresa británica que hace imitaciones de carne en base a arvejas y que muestra en su nombre lo fútil que es querer prevenir que se use la palabra carne en un nombre.

En la página oficial del club merengue se lee que “el Real Madrid se une a Meatless Farm, una de las empresas de alimentos vegetales más desarrolladas en Europa, con el objetivo de favorecer una educación y hábitos alimenticios más sostenibles en el mundo. Ambas organizaciones establecerán un compromiso conjunto para trabajar en concienciar a la sociedad acerca de la importancia de reducir el consumo de carne para minimizar el impacto medioambiental de los alimentos y promover un cambio cultural por motivos de salud y bienestar.” Se le complicarán los asados a nuestro compatriota Federico Valverde.

Imitar a la carne se va haciendo cada vez más fácil. El dinero fluye como por un manantial hacia estos emprendimientos, los documentales sobre las distintas carnes preocupan al público, la publicidad divulga y la demanda se dispara.

Si es fácil imitar a la carne, mucho más es imitar a la leche. Un líquido blanco se logra fácilmente con avena. Esta semana Starbucks pidió disculpas a sus clientes estadounidenses porque en varios de sus puntos de venta no había “leche de avena”. La demanda supera nuestras expectativas explicó la empresa en un comunicado. Starbucks anunció el 1 de marzo que la “leche de avena” (según el comunicado de la compañía) quedaba disponible en todos y cada uno de los locales de EEUU. Pero un mes después los clientes se quejan de ir a buscarla y no encontrarla.

Mientras, el precio internacional de los lácteos sigue muy alto, porque el precio de los granos con los que se alimenta al ganado, maíz, cebada, trigo, está por las nubes. Y por supuesto, porque los chinos importan cada vez más lácteos.

 Un momento muy paradojal del mercado de alimentos. A juzgar por la evolución del precio, las proteínas animales tienen un presente venturoso. A buen precio se exporta carne y lácteos en todo el mundo,   China compra y compra.  Pero al mismo tiempo las alternativas crecen y dan una batalla cultural y de marketing cada día más tenaz.  Cómo será la dieta del Homo sapiens a lo largo de este siglo es muy difícil de predecir. Pero es seguro que será el siglo que verá los cambios más radicales en nuestra cultura alimentaria desde que bajamos de los árboles millones de años atrás.