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La increíble raza de los uruguayos

Heber Viera le ganó una serie a Dwain Chambers en 2001, Margarita Grun no corrió una semifinal porque no le avisaron que había clasificado: los atletas nacionales que disputaron mundiales cuentan sus vivencias
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25 de agosto de 2011 a las 21:04

Entrenar solo en el silencioso Parque Batlle. Sacrificarse para mejorar en centésimas de segundos. Y de repente saltar a una pista majestuosa, de tribunas llenas, mirar al carril de al lado y ver a un monstruo. Fibroso y remunerado. Profesional y brillante. Un puñado de deportistas uruguayos vivieron experiencias semejantes en los Mundiales de atletismo. El Observador recogió esas vivencias, a un día del inicio de un nuevo torneo donde participarán Andrés Silva y Déborah Rodríguez.

En el primer Mundial disputado, en Helsinki 1983, se dio una situación insólita.

Uruguay fue representado por Margarita Grun en 400 metros llanos, quien poseía ese récord nacional (54.8) desde el Sudamericano de Bucaramanga 1979 cuando se lo bajó a su ídola, la dos veces olímpica Josefa Vincent.

La defensora de Stockolmo marcó 56.84 en la serie y fue el 26º mejor tiempo. A cuartos de final se clasificaban 32 atletas. Pero cuando largaron los cuartos de final, la uruguaya estaba en el hotel y recién ahí se dio cuenta de que había clasificado.

Nadie le avisó y se quedó sin correr en un hecho insólito. “Los resultados los daban en finés, francés e inglés. Cuando lo vi en el hotel recién me di cuenta porque vi mi nombre con el carril vacío”, contó a El Observador.

Junto a Grun, Ricardo Vera tuvo su primer Mundial en Helsinki para después correr en otras cuatro ediciones. Es el atleta uruguayo con mayor cantidad de mundiales a cuestas.

Sin embargo, en 1988 no fue seleccionado para representar a Uruguay en los Juegos Olímpicos de Seúl.

“Mucha gente en ese momento dio por terminada mi carrera pero yo tenía mucho para dar todavía a los 27 años. Superé el fallecimiento de un ser querido, me rearmé e hice oídos sordos a todos esos comentarios que pretendían dañarme”, contó Vera.

Después logró dos éxitos históricos e irrepetibles: ser finalista olímpico en Barcelona 1992 y mundial en Stuttgart 1993, en los 3.000 obstáculos.

Para la cita alemana se clasificó con el noveno mejor tiempo a la final. En dicha instancia terminó 12º con un registro de 8.29.00. El ganador fue el keniata Moses Kiptanui con 8.06.36.

Por esa actuación fue elegido como representante de Sudamérica en 1995 para la Copa del Mundo de Londres. Inigualable.

Detrás de Vera en cantidad de mundiales disputados viene Heber Viera: corrió cuatro veces los 200 m entre 1999 y 2005.

“Si tengo que elegir un Mundial me quedo con el de Edmonton 2001”. La respuesta es cantada. En ese torneo derrotó en la serie al británico Dwain Chambers.

Este había sido medalla de bronce en Sevilla 1999 en los 100 m y era uno de los mejores velocistas europeos.

“Cuando volvíamos de la pista al hotel Chambers estaba sentado enfrente mío en un ómnibus. Me miraba y me miraba. Entonces voy y le digo a Andrés Barrios: ‘Este se debe estar preguntando quién soy o de dónde carajo salí’”, contó a El Observador.

En 2003, Chambers fue suspendido por dopaje. En 2009 escribió su autobiografía en la que confesó el surtido de drogas que se suministraba para mejorar su rendimiento y que la suspensión lo puso al borde del suicidio.

Desde hace un par de temporadas está nuevamente en las pistas y mañana correrá los 100 m.

“En los cuartos de final corrí en la misma serie que el griego que fue campeón de ese torneo y había ganado el oro olímpico en Sídney. Lo miraba en el cuarto de llamadas y las venas de las piernas, por donde corría sangre o lo que fuera, eran más gruesas que mis brazos”, contó Viera.

Konstantinos Kenteris se hizo más famoso aún enAtenas 2004 cuando faltó a un control antidopaje junto a su compañera de entrenamientos Ekaterini Thanou, alegando un accidente de moto. Los echaron.

Recién en mayo de este año fueron castigados por su fiasco: 33 meses de cárcel.

La única mujer mundialista en más de una ocasión fue la velocista Claudia Acerenza (la igualará en Daegu Déborah Rodríguez).

Corrió en Roma 1987 y Tokio 1991. “Son recuerdos increíbles. Me acuerdo que en mi primer Mundial me encontré con algo inmenso, maravilloso cuando en aquella época se pasaba en Uruguay de la carbonilla al tartán y teníamos que ir a Santa Fe, que era el tartán que nos quedaba más cerca para adaptarnos”, reveló.

Vivencias que el tiempo no borrará. Silva y Rodríguez tienen nuevos capítulos para escribir.

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