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La OTAN se reorganiza en un escenario donde no avanzan las conversaciones para silenciar las armas

La reciente incorporación de Finlandia tensa al máximo las relaciones entre Moscú y el bloque militar europeo con Estados Unidos. El jefe del Comité Militar de la Alianza Atlántica afirma que Rusia es la mayor amenaza de Europa
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12 de mayo de 2023 a las 05:03

El almirante holandés Rob Bauer, presidente del Comité Militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) afirmó que los 27 miembros de esa entente “aceleran los trabajos para alumbrar una estrategia que responda a la nueva realidad geopolítica” de cara a la cumbre que se llevará a cabo entre el 11 y el 12 de julio en la ciudad de Vilna.

La llamada Cumbre de Vilna, la capital de Lituania, acogerá a los jefes militares de los socios de la OTAN en Lituania, un ex estado soviético que ingresó en 2004 a esa organización militar creada en 1949 a instancias de Estados Unidos y que tuvo 12 miembros fundadores.

Medio siglo después, cuando había caído la Unión Soviética y había desaparecido el competidor de la OTAN, el llamado Pacto de Varsovia, se unieron a la alianza atlántica países que militaban junto a Moscú, como fue el caso de Polonia, Hungría y Checoslovaquia.

Turquía, un país euroasiático, fue uno de los miembros fundadores y su presencia era estratégica por ser el integrante más cercano a Rusia, acogió por primera vez a otros países que se afiliaron. Se trató de Bulgaria, Estonia, Letonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. Si bien estas dos naciones eran nuevas, todos esos países eran aliados de Moscú.

En 2004 hicieron su presentación formal como miembros de la OTAN en Turquía. En 2009, se sumaron Albania y Croacia, también un estado nuevo, que formaba parte de Yugoslavia, que no integró el Pacto de Varsovia. En 2009 se sumaron Albania y Croacia, un país surgido de la ex Yugoslavia.

Esa alianza aliada a Moscú firmó su disolución en julio de 1991, apenas disuelta la Unión Soviética. Sin embargo, este recorrido de naciones que se sumaron a la OTAN, son la muestra de que a aquel mundo con dos polos de poder, siguió la hegemonía de Estados Unidos, la principal potencia militar del planeta, y sus aliados, no solo los fundadores sino también los que abandonaron su alineamiento con Moscú.

Las tensiones crecieron al punto de que el mundo asiste al día 442 de la invasión rusa a Ucrania en momentos en que un nuevo miembro de la OTAN tendrá su silla en la reunión cumbre de Lituania. Se trata de Finlandia, el país cuya afiliación se concretó este año, en plena guerra. Y la importancia, entre otras, es que ese país tiene 1.300 kilómetros de frontera con Rusia. Se sumará Suecia, cuyo trámite ya está en condiciones de finalizar.

Este breve repaso sirva para darle sentido a los conceptos del almirante holandés Rob Bauer que este miércoles dijo que la Alianza Atlántica acelera los trabajos para diseñar una estrategia que responda a la nueva realidad geopolítica tras la guerra de Putin en Ucrania.

Por supuesto, Europa y Estados Unidos no son el único polo de poder militar y económico del planeta. Ni tampoco tienen uniformidad de intereses ni de regímenes políticos, pero la OTAN es el respaldo político más importante para Ucrania, aunque no cede ante el pedido de Volodomir Zelensky de acelerar la integración de ese país invadido por Rusia a la alianza atlántica.

El poderío económico, comercial y también militar de China es siempre una sombra para las políticas de consolidación de un mundo unipolar. Es más, varios presidentes europeos, como el francés Emmanuel Macron o el español Pedro Sánchez, hablan de un mundo multipolar y son recibidos por el presidente chino Xi Jinping con los honores de jefes de Estado y tienen vínculos financieros y comerciales entre naciones y también de empresas privadas con China.

No habrá “rediseño” de la estrategia de la OTAN desatendiendo lo advertido por el mismísimo Henry Kissinger, el ex secretario de Estado de Estados Unidos, en el sentido de que esta guerra debía haberse evitado, que los países occidentales debían tomar nota de los cambios políticos en Ucrania en 2014, cuando cambió de signo: de aliado a Moscú pasó a recostarse sobre Europa y Estados Unidos.

Pero Kissinger, sin hacer presagios, también acaba de decir que por lo menos hasta fin de este 2023 no habrá condiciones para cambiar armas por diálogo. En paralelo, China y otras naciones buscan generar condiciones para las conversaciones entre Moscú y Kiev. Nada indica que sea algo posible en los próximos meses. Es más, aunque los datos son parciales e imposibles de corroborar, el campo de batalla tiene puntos, como la ciudad de Bajmut, en el este ucraniano, donde las batallas son muy cruentas y de difícil pronóstico.

Según se desenvuelvan las batallas podría haber no solo más combates de blindados o ataques de misiles de última generación sino una escalada donde los contrincantes no descartan ninguna de las capacidades que tienen.

Mientras tanto, el holandés Rob Bauer hace declaraciones para desacreditar las fuerzas de Moscú. Dijo el miércoles que Rusia está usando material "más antiguo" y fuerzas peor entrenadas. También dijo que su arsenal de tanques sigue siendo un "problema" y en los próximos meses primarán la cantidad a la calidad.

Lo que la OTAN no puede evitar es que Ucrania tiene una economía hundida, tiene una migración que no tiene un lugar en el mundo donde instalarse y absoluta incertidumbre de cuándo podrán volver a su país. La crueldad de la guerra tiene responsables, pero quienes la deciden están centrados en el triunfo de las armas. Nada indica que los pactos de derechos humanos se cumplan en esta guerra. El daño a la humanidad es altísimo en la actualidad y no hay certeza de los límites a los que pueda llegar.

Los líderes militares de los 31 países miembros de la OTAN revisan sus estrategias, piden a los gobiernos un aumento en los presupuestos militares y las empresas privadas del complejo militar mundial ven sus acciones bursátiles en aumento. En la cumbre de Vilna, la capital lituana, en pleno verano del hemisferio norte, se verán los resultados. La alianza atlántica juega sus fichas, Moscú también juega las suyas. La guerra es el resultado de lo que hacen los estrategas, pero también una dinámica que escapa a los políticos y los militares.

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