LUIS TATO / FAO / AFP

La preocupante señal que implica el regreso de la langosta

Un invierno sin frío este año sería catastrófico y una señal más de la gravedad de estos tiempos

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27 de junio de 2020 a las 05:00

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Cuando se abrió el quinto sello una estrella cayó del cielo y recibió la llave del pozo del abismo. Del abismo salió humo y del humo langostas” dice el libro del Apocalipsis, que cierra el Nuevo Testamento pronosticando una gran catástrofe sobre la humanidad. Para los primeros pueblos agrícolas, la llegada de las nubes de langostas, tan semejantes a grandes humaredas, era el fin. Los cultivos arrasados, el hambre, lo peor que podía pasar.

Unas semanas atrás comentábamos en esta misma columna sobre las enormes nubes de langostas que se paseaban por Asia, África y parte de Australia. Advertíamos que eso significaba un riesgo humanitario tal vez peor que la pandemia, al menos en términos de vidas humanas perdidas por hambruna. Para muchos agricultores de África y Asia una cosecha perdida sigue siendo algo apocalíptico. Esta misma semana la BBC hizo un informe sobre las langostas paseándose en nubes por Kenia. Los agricultores advirtiendo que si el problema no termina rápidamente están liquidados.

Los problemas biológicos parecen ser más globales que nunca. Las nubes de langostas han aparecido en el sur de Paraguay a Corrientes y Santa Fe. Río Grande del Sur ha declarado estado de emergencia. El propio Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay ha solicitado a los productores uruguayos que estén alerta y avisen de inmediato en caso de que el ortóptero aparezca en masa.

Hacía décadas que no irrumpían masivamente, algo que fue frecuente en un pasado distante.

Según narra el antropólogo Daniel Vidart en su biografía de Tomás Berreta Apología de la acción, quien fuera presidente de Uruguay en 1947 cobró gran popularidad por su capacidad de organizar a los agricultores y granjeros canarios en la batalla contra la langosta, durante su actuación como intendente de Canelones, cargo que asumió en 1917. En aquel entonces con chapas y lanzallamas caseros los chacreros se organizaban en verdaderos ejércitos para enfrentar con éxito variado a las multitudes voladoras.

Una vez más, el riesgo biológico presente. Imaginemos el impacto que tendría que las nubes de langostas entrasen sobre los trigos recién sembrados o sobre las zonas granjeras. ¿Cómo controlar estos insectos tan móviles sin incurrir en la devastación de otros insectos útiles, como los polinizadores, y sin afectar a sus enemigos naturales? 

Las langostas fueron una pesadilla en la primera mitad del siglo XX. El uso masivo de los primeros plaguicidas que actuaban de forma indiscriminada como el DDT logró controlar a los insectos pero actuaban al barrer y no solo mataban a los insectos. También afectaban a las aves que los comían. Un problema grave que denunció Rachel Carson en su célebre libro La primavera silenciosa. Durante décadas las agrupaciones masivas de langostas parecieron algo del pasado. Han vuelto.

De la misma forma que en África y Asia se asombran de ataques que hace décadas no ocurrían, en Argentina el problema ha vuelto. “Desde el año 2015 tenemos un resurgimiento muy importante, previo a 1950 era la más importante. En 2015 luego de 70 años de silencio ha vuelto desde el sur de Paraguay. La novedad de 2020 es que entraron este año muy al este y el viernes pasado entraron a Corrientes y por primera vez aparecen en la zona de riesgo Brasil y Uruguay”, explicó esta semana el científico argentino Héctor Medina, de Senasa en radio Rural.

“Lo que determina el movimiento es la dirección del viento y su intensidad. Se pueden mover 140 km en un día” de manera que la llegada de los enjambres a Uruguay no puede descartarse aunque no sea lo más probable.

El problema es que con condiciones benignas crece de manera exponencial. Y cuáles son esas condiciones benignas? Un invierno sin frío y pocos enemigos naturales. Ese puede ser el factor común que lleva a que en África, Asia y ahora América del Sur vean a producción de alimentos amenazada.

El otoño fue notoriamente más cálido de lo normal. Mayo fue el mes más cálido de la Tierra desde que se llevan registros y esta zona del mundo no fue la excepción. Afortunadamente una ola de frío ha llegado justo a tiempo cuando las langostas están a unos 150 km de Artigas. Que venga el frío es algo para celebrar, por incómodo que pueda ser para aquellos que tienen que empezar su jornada temprano en la mañana, para quienes trabajan a la intemperie. Un invierno sin frío este año sería catastrófico y una señal más de la gravedad de estos tiempos.

Una vez más, el riesgo biológico presente. Imaginemos el impacto que tendría que las nubes de langostas entrasen sobre los trigos recién sembrados o sobre las zonas granjeras. ¿Cómo controlar estos insectos tan móviles sin incurrir en la devastación de otros insectos útiles como los polinizadores y sin afectar a sus enemigos naturales?

En una semana en la que podemos celebrar la concreción de un Centro de Innovación en Vigilancia Epidemiológica de patógenos emergentes (CIVE) que genera un gran equipo entre el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la Universidad de la Repúbilca y el Instituto Pasteur, cabe preguntarse si corresponderá a este ámbito la búsqueda de soluciones a través del control biológico o de otros productos.

LUIS TATO / FAO / AFP
Un hombre fumiga con pesticidas en un área infestada con bandas de langosta del desierto en Lokichar, Condado de Turkana, Kenia, el 8 de junio

Si este centro ha de ocuparse de los microorganismos peligrosos, tal vez también deba apostar a innovar y desarrollar a aquellos capaces de controlar insectos superando los viejos productos de síntesis química con poca selectividad y potenciando lo que INIA y el Instituto Clemente Estable ya están haciendo en la materia. Ya somos un país de bajo riesgo económico comparativo y un país que ha demostrado seguridad sanitaria. En este caso se trata de desarrollar la seguridad biológica controlando poblaciones biológicas con sus enemigos naturales de modo de controlar a langostas sin afectar ni a las aves ni a las abejas y demás polnizadores.

En Uruguay es hoy muy difícil desarrollar y registrar un producto biológico y la investigación nacional en la materia no ha recibido el apoyo que merece una línea de trabajo que se sabe será cada vez más importante. No sé si el nuevo instituto tomará el análisis de microorganismos que sean patógenos de las langostas en su agenda, potenciando los trabajos de la Universidad y el INIA. Lo que sí está claro es que la ciencia uruguaya tiene un nuevo reto en el horizonte. Y todos tenemos una nueva señal de los desajustes del ecosistema que debemos corregir preventivamente o pagar las consecuencias

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