Gentileza El Telégrafo

La reconversión de Paysandú: de cuna textil a hub tecnológico

Durante muchos años Paysandú se caracterizó por ser un centro de actividad textil. Frente a una nueva revolución busca aprovechar el territorio para impulsar el desarrollo tecnológico

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26 de septiembre de 2022 a las 05:00

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La actividad industrial fue el corazón de la industria sanducera y el motor de desarrollo del departamento. Es que tenía en su territorio –entre tantas otras–, a una empresa emblema de la producción nacional: Paylana, una fábrica textil que operó por seis décadas y terminó su actividad en 2011.

Desde entonces, el espacio estuvo en manos de empresas y organismos públicos que pensaron propuestas variadas para explotar el territorio.

La primera empresa en hacerse con el espacio de la ex Paylana fue Tessamérica: creada por los empleados de la textil, como un proyecto para recuperar el negocio. Pusieron en funcionamiento las máquinas de la fábrica en 2013, mientras se firmaban convenios que establecían líneas de apoyo para la cooperativa de trabajadores. Entonces recibieron –de parte del Fondo de Desarrollo (Fondes)– $ 1.4 millones para cubrir necesidades financieras de base y pautaron un crédito futuro que llegó a ser de US$ 6 millones. 

El proyecto fue exitoso hasta 2015, año en el que la textil dejó de percibir dinero del fondo. Tessamérica estaba en proceso de culminar los últimos pedidos, y ya no estaba en condiciones de aceptar nuevas solicitudes en la medida que no contaba con los insumos para poder funcionar. Entonces, tras la imposibilidad de saldar la deuda por parte de la cooperativa de los trabajadores, la empresa se liquidó. Un año después, la intendencia local presentó un plan para crear viviendas, desarrollar un proyecto educativo –impulsando la incursión de propuestas de educación terciaria en la zona–, y un centro de emprendimientos en la ex Paylana. Luego de obtener la aprobación de la Junta Departamental, la comuna adquirió el predio de 41 mil metros cuadrados que en parte se acondicionó para acoger el proyecto Paysandú Innova: un plan de innovación con una mirada hacia la industria del siglo XXI.

Alrededor de esta idea –de  desarrollo innovador en el departamento–, comenzó a reanudarse la actividad en el terreno de la ex Paylana. El objetivo actual está en potenciar el sector de Tecnologías de la Información (TICs), señaló el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera a Café & Negocios.

La comuna se diseñó un plan basado en dos ejes para convertir a Paysandú en un hub tecnológico: fomentar la educación en la materia para, luego, atraer empresas.

La primera parte del proceso

En Uruguay –así como en el mundo– la demanda supera a la oferta de mano de obra calificada para trabajar en el sector de las TICs. Se estima que el déficit es de unas tres mil personas por año, según la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI).

Paysandú optó por valerse de este problema, y convertir al departamento –aprovechando el territorio de la exfábrica textil–, en un centro de formación de tecnología. Por eso, los representantes de la comuna trabajaron para aterrizar propuestas de educación terciaria en territorio sanducero.

Por un lado, en el departamento se instaló una sede de la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC) –en titulación compartida con la Universidad de la República (Udelar) y la Universidad del Trabajo (UTU)–, que reúne las carreras: Tecnólogo Informático, Tecnólogo Industrial Mecánico y Tecnólogo Químico.

La carrera que forma a estudiantes en TICs –Tecnólogo Informático–, comenzó a operar en 2009. Y desde entonces, estuvo operativa con cupos para 30 estudiantes por generación. Este año –por la alta demanda–, abrió cinco vacantes más y prevé seguir aumentándolas en el futuro.  Según dijo la coordinadora de la carrera, Ana Iruleguy: “Hay dos opciones, y aún no se definió qué va a suceder”. 

Por un lado, pueden aumentar el número de vacantes a 40. Por el otro, pueden definir que no haya límite en la cantidad de estudiantes y si bien esta parece ser la mejor opción porque permite a todos los interesados estudiar la carrera, la realidad es que implica un riesgo en materia docente. Iruleguy explicó que, actualmente, el horario de dictado es de 18:00 a 00:00 porque los docentes trabajan en la industria y luego cumplen su rol académico. Y al liberar los cupos, habría que conseguir profesores que puedan cumplir otros horarios.

Bajo el esquema de generaciones limitadas por la cantidad de plazas, hasta el momento hay 100 tecnólogos informáticos recibidos. Y según sostuvo Iruleguy: “El 95% está trabajando en diversas empresas de tecnología de conocimiento”.

Por otro lado, está el Centro Universitario Regional (Cenur) Litoral Norte de la Universidad de la República (Udelar)

Esta institución –que abarca Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro– funciona desde hace ocho años, y su oferta comprende tres áreas dentro de la industria de conocimiento: científico-tecnológica, naturaleza y hábitat.

Según el director del centro, Mauricio Cabrera, las carreras de la industria de conocimiento representan el 20% de las matrículas anuales que, en total, alcanzan los tres mil estudiantes por año. Cabe destacar que la Universidad tiene como política no hacer lugar a los cupos de acceso para satisfacer  la demanda estudiantil y contribuir a las necesidades de la sociedad del conocimiento del siglo XXI.

“Como institución, creemos que el litoral tiene grandes fortalezas para ser referente en estas áreas”, señaló Cabrera. Por tanto, la Universidad está estudiando a partir del año que viene la creación de nuevas licenciaturas. Dentro de estas, se destacan los títulos de licenciado y analista en computación. 

La segunda parte del proceso

Una vez establecidas las propuestas educativas en la zona, la intendencia –impulsada por otros organismos del sector de  las TICs–, dio el segundo paso para conseguir su objetivo: atraer empresas a Paysandú.

En los últimos años, algunas empresas se hicieron presentes en el territorio sanducero. Un ejemplo es la uruguaya de software Bantotal que está en actividad desde 1991. 

Desde los primeros años de operación, la empresa trabaja tanto con clientes a nivel nacional como internacional, por lo que –al igual que la mayor parte de las empresas de tecnología–, se enfrentó a una escasez de recursos humanos para cumplir con sus obligaciones. Entonces, los directores de la empresa optaron por seguir el modelo de Estados Unidos: “Ir a buscar mano de obra a India”, dijo el  gerente general de Bantotal, Marcelo Kosec. 

Tras hacer el viaje, definieron que no era un modelo para aplicar en Uruguay. Y decidieron apostar por el país, pero fuera de la capital. Así, finalmente terminaron por instalarse en Paysandú.

Kosec contó en entrevista con Café & Negocios, que convocaron a un grupo de jóvenes para formarlos, evaluarlos y luego seleccionar a los mejores para trabajar desde el departamento para el mundo. “Fue una experiencia exitosa”, afirmó dado que hoy –12 años después–, la empresa sigue activa. 

En los últimos meses, también se instalaron empresas del área de tecnologías de la información. La colombiana Sofka es ejemplo de esto, dado que desembarcó tras acceder a un espacio de 1.500 metros cuadrados en la ex Paylana. 

Sofka planea una inversión de US$ 5 millones –de los que ya desembolsó US$ 500.000– para llegar a Uruguay y según contó el country manager de la empresa, Sergio Acland: “Hubo tres motivos principales por los que eligieron Paysandú”. 

El primero es que de los cuatro dueños de la empresa (Otoniel Usuga, Félix Sastoque, Esteban Alonso e Ignacio Villa), dos son uruguayos. Entonces, el país siempre estuvo como prioridad en el proceso de internacionalización. El segundo es la oferta académica –por ende más jóvenes profesionales–, que hay en el departamento. El tercero es el sentimiento de arraigo característico de Paysandú: “Esa sensación de que si hay una oferta real en el territorio, la van a sentir como propia”, explicó Acland. “Esto deriva en un empoderamiento de la oferta”, añadió. 

Sofka se instaló en el país con el objetivo de captar, capacitar –a través de Sofka U, creada especialmente para la formación de sus empleados– y contratar jóvenes talentos para el área de desarrollo de software. 

Por el momento, hay un grupo que ya recibió la formación de la empresa y comenzó a trabajar respondiendo a la sede principal ubicada en Medellín. Ahora, hay un grupo de 25 jóvenes terminando el proceso de capacitación para sumarse a la plantilla de empleados. “Cada tres meses, iniciarán su capacitación entre 20 y 30”, señaló Acland.

Sofka pretende terminar el año con 80 programadores en Paysandú. Y el objetivo para el año que viene, son 200. Según Acland, el promedio de edad de las personas que están empezando a trabajar en la empresa se encuentra entre los 20 y los 25 años.

Un hub tecnológico

Consultado sobre más empresas extranjeras optando por Paysandú como territorio en el que instalar una sede para sus operaciones, el intendente Olivera contó que se está negociando la instalación de una empresa argentina: “Tenemos una carta de intención firmada por parte de ellos”, afirmó a Café & Negocios. 

Pero más allá de esto, aún queda espacio disponible para que se asienten nuevos jugadores en Paysandú, y desde la intendencia esperan su desembarco con los brazos abiertos.

El conflicto entre la academia y el empresariado

Si bien el desarrollo de la parte educativa fue fundamental para que el departamento pudiera captar empresas, la convivencia no está siendo sencilla. La demanda de mano de obra es tanta que las empresas ya no esperan los ciclos de la educación terciaria. Contratan estudiantes cuando están avanzados en la carrera y cuando no, y los forman mientras trabajan ya con un incentivo económico. Un ejemplo es Sofka, donde los jóvenes reciben un auxilio económico de US$ 250 mensuales mientras hacen la capacitación. Una vez concluida esa primera etapa, se integran a la empresa con un contrato a término y un salario inicial de US$ 700 que puede llegar hasta los US$ 1.600 en un lapso de dos años.
Según integrantes de la Academia, esto hace que  el estudiantado prefiera insertarse en el mercado laboral dejando de lado la educación terciaria. Y esto es perjudicial dado que la persona queda sin formación que le habilite poder cambiar de trabajo.
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