Camilo dos Santos

Lacalle Pou y Talvi reeditan el enfrentamiento entre sus “padres”

Treinta años atrás, Luis Lacalle Herrera y Jorge Batlle protagonizaron una disputa que guarda similitudes con el presente político

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15 de julio de 2019 a las 05:03

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Se equivoca Gardel. Veinte años es mucho y treinta son todavía más. A menos que el tiempo transcurra en Uruguay. Por eso, la breve anécdota política que aquí se recordará tiene tres décadas de antigua pero los protagonistas tienen tal conexión con algunas de las principales figuras del momento que las similitudes causan pequeños asombros.

Es así que, hace treinta años, se disputaban la Presidencia de la República el padre biológico del actual candidato nacionalista, Luis Alberto Lacalle Pou, y el padre político del emergente líder colorado Ernesto Talvi, en medio de un debate ideológico que guarda muchas semejanzas con el que hoy enfrenta  –o más bien emparenta– a los antagonistas, y en el que surgen detalles que confirman que en este país somos pocos y que los que ejercen el poder son aún menos.

En aquella campaña electoral de 1989, el nacionalista Luis Alberto Lacalle Herrera y el colorado Jorge Batlle se disputaron la Presidencia de un país en el que todavía no existía el balotaje y en el cual al Frente Amplio aun no había juntado las voluntades necesarias como para convertirse en la primera fuerza política.

Aunque las elecciones internas no eran obligatorias, el Partido Colorado realizó las suyas y en ellas Batlle le ganó a Enrique Tarigo, candidato impulsado por Julio María Sanguinetti quien se disponía a terminar su primera presidencia y estaba inhabilitado para la reelección.

Mucho tiempo después fue Batlle quien se dispuso a elegir delfín y se inclinó por Talvi a quien le dio el espaldarazo para que se lanzara a la arena política y derrotara imprevistamente al mismísimo Sanguinetti en las internas del pasado domingo 30. En aquellos días Batlle y en estos Talvi, se ofrecieron  como representantes de los colorados “de a pie” que, en ambos casos, enfrentaron y derrotaron al aparato sanguinettista.

Tanto en aquel pasado como en este presente, los principales candidatos blancos y colorados exhibían más similitudes que diferencias, pugnaban por un gobierno de coalición y la interna nacionalista estaba, como casi siempre, complicada.

En una nota publicada el 8 de junio de 1989 en Búsqueda firmada por Alvaro Amoretti se señalaba que más allá de los eslóganes de Lacalle Herrera (Crecer para creer) y de Batlle (Para volver a vivir) “los dos hombres que cubren el espacio liberal del espectro político uruguayo utilizan un lenguaje con notorias coincidencias programáticas”.

Tanto en aquel pasado como en este presente, los principales candidatos blancos y colorados exhibían más similitudes que diferencias, pugnaban por un gobierno de coalición y la interna nacionalista estaba, como casi siempre, complicada.

“(Las diferencias con Lacalle Pou) hay que buscarlas con lupa”, dijo Talvi el miércoles 3 en el programa En la mira de VTV.

Así como hoy Lacalle Pou y Talvi coinciden en mejorar los planes sociales, reformar la educación o bajar el déficit fiscal con similares recetas, ayer Lacalle Herrera y Batlle mostraban apenas matices acerca de los que había que hacer en esos y otros asuntos. Batlle hablaba de dar “un salto cualitativo” y Lacalle Herrera, más cuidadoso, se inclinaba por “una transformación cualitativa”.

Aquellos y estos líderes consideraron indispensable la creación de una coalición colorada blanqui- colorada para gobernar con cierta comodidad pero, entonces como ahora, había problemas con algunos eventuales socios. Talvi ha reiterado que no quiere saber nada con meterse en una coalición junto al Cabildo Abierto del general Guido Manini Rios ni con Todo por el Pueblo del polémico millonario nacionalista Juan Sartori.

En 1989 era Batlle el que consideraba que no todos en el nacionalismo estaban capacitados para integrar una coalición sensata de corte liberal. Para Batlle, los integrantes del Movimiento Nacional de Rocha (MNR) encabezado por Carlos Julio Pereyra no ofrecían garantías porque, consideraba, algunas de sus opiniones coincidían con las de la izquierda frenteamplista.

Las vueltas de la historia en este pequeño país determinaron que Alem García, por entonces diputado y uno de los principales voceros del MNR cuestionado por Batlle, se convirtiera, tres décadas después, en uno de los principales arietes del sartorismo que hoy espanta a Talvi.

El 20 de octubre de 1989, Batlle y Lacalle Herrera debatieron en Canal 12 y hubo que usar el microscopio para encontrar las diferencias entre ambos candidatos. Es más, la mayor tensión ocurrió fuera de cámaras por un asunto menor mientras a los postulantes les estaban colocando los micrófonos en sus solapas. Batlle vio que Lacalle tenía sobre su atril una serie de documentos y se quejó ante el moderador Néber Araújo.

Las vueltas de la historia en este pequeño país determinaron que Alem García, por entonces diputado y uno de los principales voceros del MNR cuestionado por Batlle, se convirtiera, tres décadas después, en uno de los principales arietes del sartorismo que hoy espanta a Talvi.

El diálogo entre ambos candidatos reproducido por Búsqueda es un caramelo:

Batlle: Néber, sin documentos.

Lacalle: No habíamos quedado en eso.

Batlle: Sin documentos.

Lacalle: Es nada más que la “Respuesta Nacional” (programa de gobierno nacionalista) y algunos papelitos.

Batlle: Con documentos el debate no se hace.

Lacalle: Sí.

Batlle: No.

Lacalle: Sí.

Batlle: No.

Lacalle: Bueno, sí y no es “ni”.

Batlle: Si hay papeles no hay debate.

Lacalle: Que lo decida Néber.

Batlle: Néber está para conducir el programa. Este es un problema de la estrategia de cada uno y por tanto es un problema entre nosotros dos.

Lacalle: No tengo problemas entonces (A continuación depositó la carpeta en el suelo y dejó un solo papel junto a él, lo que motivó otro entredicho).

Batlle: Allí hay otro papel.

Lacalle: Es solo el orden del programa.

Batlle: ¿Cómo el orden del programa? ¿será eso?.

Lacalle: ¿Desconfiás? Bueno, tomá. (Arrojándole su papel).

Batlle: No, está bien, si vos lo decís…

El fin de aquella historia se conoce. Lacalle Herrera vapuleó a Batlle en las elecciones y devolvió  al Partido Nacional al poder. Para explicar la derrota del Partido Colorado, algunos analistas señalaron que al afán de cambio de la sociedad uruguaya se le sumó cierta actitud arrogante de Batlle quien, entre otras cosas, se sumió en un raid de debates en los que solía tratar a sus contendientes con aires de superioridad.

Batlle finalmente logró llegar a la presidencia en el 2000 y, tras la crisis económica padecida por el país, la izquierda llegó al poder en el que todavía se mantiene. En 2015, Balle creyó vislumbrar a la persona que finalmente lograría despojar al Frente Amplio del gobierno.

“A usted el Uruguay le duele y eso se nota. La gente lo va a notar enseguida. Usted tiene una comunicación con el ciudadano común que es mejor aún que con las elites. Le puede ir muy bien en política y yo le vengo a plantear que asuma esta responsabilidad, lo precisa el Partido Colorado y lo precisa el país”, según cuenta Talvi que le dijo Batlle. Y, a partir de allí, inició el camino hacia la política que hoy lo tiene como protagonista.

Será en octubre cuando Lacalle Pou y Talvi pelearán por ese lugar al que supieron llegaron sus “padres” cuando el poder era cosa de los partidos tradicionales y el hoy gobernante Frente Amplio todavía la miraba de afuera.

Por su lado, Lacalle Herrera intentó más de una vez sin éxito retornar a la presidencia y, finalmente, el liderazgo fue heredado por su hijo Lacalle Pou quien logró aggiornar el viejo Herrerismo y se lanzará en su segundo intento por desbancar al Frente Amplio en el balotaje de noviembre. Para eso, deberá primero vencer al batllista Talvi quien aspira a ser quien dispute el mano a mano con la izquierda en la segunda vuelta.

Será en octubre cuando Lacalle Pou y Talvi pelearán por ese lugar al que supieron llegaron sus “padres” cuando el poder era cosa de los partidos tradicionales y el hoy gobernante Frente Amplio todavía la miraba de afuera.

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