Ladran Sancho: el affaire Andrade y los desafíos de la izquierda

Como te decía, la intendenta usó la nueva tecnología, y la antigua y apócrifa literatura, para defender a su compañero frenteamplista Óscar Andrade, inmediatamente después que el programa Santo y seña de canal 4 anunciara un informe en el que reveló que el dirigente comunista se construyó una casa en el balneario San Luis sin pagar aportes al BPS ni a la Intendencia de Canelones.
 
Como ella, la mayoría de la dirigencia de la izquierda se abroqueló detrás de Andrade intuyendo que con ese movimiento representaban a la masa de votantes frenteamplistas, pero sin saber si se alejaban de la opinión que sobre el hecho podían tener esos uruguayos que se mueven en el centro del esquema político, y que no tienen la camiseta puesta de la coalición de izquierda ni de la multicolor que hoy gobierna el país.

Este episodio señala uno de esas disyuntivas que deberán enfrentar los líderes del Frente Amplio que aspiran a competir por la presidencia de la República en las próximas elecciones –Cosse parece ser uno de ellos- y tiene que ver con contentar a la militancia de la izquierda sin alejarse demasiado de aquellos a los que deberá convencer en las elecciones nacionales y en un eventual balotaje.
 
En esa deriva también se encuentra embarcado el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, otro de los aspirantes a la Presidencia, quien en los primeros meses de esta administración pareció asumir una postura menos combativa con la administración encabezada por Luis Lacalle Pou, seguramente pensando en los moderados uruguayos a quienes quizás deba convocar en el todavía lejano octubre de 2024.
 
Por lo pronto, en el affaire Andrade, la postura de Orsi estuvo lejos de la efusividad de Cosse en apoyo de su compañero. “Los canarios son quienes sostienen con sus tributos nuestra gestión. Y así tiene que ser. No siempre la regularización de las propiedades y construcciones se logran de un día para el otro y lo sabemos. En Canelones diseñamos facilidades para los que quieran ponerse al día”, escribió Orsi en un tuit frío como un edicto.
 
“Yo hablé ya con Andrade y se va a poner al día, se tiene que poner al día, es lo que corresponde. No solo es una cuestión de montos sino también de imagen, y él es consciente y me lo dijo”, agregó luego el intendente en declaraciones a radio San José.
 
Pero la estrategia tendiente a congraciarse con unos sin molestar a otros no es sencilla porque está sujeta a un sistema electoral en el que las internas –allí donde los propios eligen a su candidato– es el primer escollo a vadear antes de las elecciones nacionales, donde los invitados al menú son otros alejados de la militancia y del voto rehén.
 
Uno de los dirigentes que apoyan a Orsi me reconoció que eso de mirar hacia adentro sin perder la perspectiva externa se presta para dar pasos en falso. “Capaz que para dejar contento a alguien que no es del Frente, enojamos a algún frenteamplista que termina votando en blanco. O por dejar contentos a los frenteamplistas perdemos votos de afuera. Es muy difícil y muy riesgosa este tipo de estrategia”, dijo.
 
Sin ir más lejos, el propio Orsi padeció en carne propia las críticas de los frenteamplistas cuando en febrero pasado declaró que, “por falta de tiempo”, no haría campaña contra la ley de urgencia (LUC) del gobierno. En las redes sociales, ese lugar en el que algunos militantes expresan su opinión tras emigrar de los comités de base, el intendente de Canelones fue cuestionado con cierta dureza que, meses más tarde, lo obligó a mostrarse abiertamente juntando firmas para tumbar la iniciativa oficialista.
 
Distintos dirigentes del Frente Amplio me comentaron al consultarlos para esta columna que los próximos siete u ocho meses –tiempo estimado que durará la campaña a favor y en contra de la LUC– serán poco propicios para que los precandidatos frenteamplistas muestren señales de concordia con el gobierno de Luis Lacalle Pou. Cualquier signo de debilidad en esa circunstancia en la que la izquierda se juega mucho, puede ser penado sin piedad por el núcleo duro de los frenteamplistas, ese que en la próxima interna será principal protagonista de la elección de su candidato.
 
Acaso la designación provisoria de Ricardo Ehrlich –un hombre sin estridencias– como coordinador del Frente Amplio, en sustitución del presidente Javier Miranda –quien tenía una relación pésima con Lacalle– eche un poco de sosiego en el diálogo entre el oficialismo y la oposición. Pero poco más. El corto plazo parece augurar que la izquierda le mostrará su cara más dura al gobierno. Por lo menos hasta que el resultado del referéndum obligue a las partes a barajar y dar de nuevo antes de elegir las cartas que mostrarán para ganar el favor de los votantes.
 
Y, entonces, quizás, para poder cabalgar otra vez hacia el gobierno la izquierda necesite de la compañía de alguno de esos perros que Cosse escucha hoy ladrar a lo lejos.

Soy Leonardo Pereyra, editor en El Observador. Podés escribirme a este mail por sugerencias y comentarios.