Lagos que no son de los cisnes

El viernes 29 de abril Netflix estrenará los últimos siete capítulos de la serie Ozark

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24 de abril de 2022 a las 05:00

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Que yo recuerde, hubo pocas series en la corta historia de Netflix cuyo final generara tanta ansiedad como el de Ozark. A tanto llegó la expectativa por la segunda y última temporada, a estrenarse el viernes 29 de abril, que la compañía de streaming hizo un breve documental en el cual el elenco y el equipo técnico hablan sobre la filmación de la serie que transformó en familia reconocible al matrimonio Byrde y a sus dos hijos adolescentes, dos criminalitos, los cuales han seguido el camino de sus padres en el lucrativo negocio del narcotráfico. El final, anuncian, será traumatizante para todas las partes involucradas. Tensión a todo volumen. Algo conozco al respecto, pero no lo voy a contar aquí. Quedan muy pocos episodios conteniendo el misterio sobre la conclusión, por lo tanto, hay que disfrutar los preparativos del viaje, que a veces terminan siendo lo mejor de la experiencia. Ozark nos hizo viajar con la imaginación a un lugar del medio oeste estadounidense, en el estado de Misuri, con amplios lagos artificiales, donde los carteles mexicanos tienen sucursal y son tan violentos como en México. Que yo recuerde, parte II, en la historia de la televisión reciente solo hay dos series que han sabido relacionar, con argumentos de fondo convincentes, la conexión entre narcotráfico y política, crimen y poder: Narcos, notable, de principio a fin, y Ozark, categoría aparte.

El estado de Misuri –lo sé por experiencia, pues viví ahí cuatro años– es raro. Si en lugar de un espacio geografía fuera una persona, la definiría de “perfil bajo’. Carece del glamour de otros estados de la Unión Americana, como California, Massachusetts o Nueva York, y pocas veces se le da prioridad a la hora de destacar logros importantes conseguidos en ese estado, por más que en Misuri hayan nacido figuras fundamentales de la modernidad, genios innovadores como T. S. Eliot, Tennessee Williams, William Burroughs, Robert Altman, Maya Angelou, Marianne Moore, Chuck Berry y Miles Davis. En ese estado suceden algunas películas hoy clásicas como Meet Me in St. Louis, con Judy Garland, y The Great St. Louis Bank Robbery, con un muy joven Steve McQueen, y algunas más recientes, como Manhunter (Cazador de hombres, primer filme sobre Hannibal Lecter), White Palace, con Susan Sarandon, y Up in the Air (Amor sin escalas). En Arcadia, pueblo ficticio de Misuri, sucedía la serie televisiva Resurrección, cuya primera temporada fue notable, y en la que los muertos resucitaban sin causa aparente, auspiciados por un contexto geográfico “extraño”. No en vano, en la zona agreste de Misuri se filmaron dos muy buenas películas escalofriantes por su trama siniestra, Winter’s Bone (Lazos de sangre), que consagró a Jennifer Lawrence, y You’re Next (Cacería macabra), del talentoso Adam Wingard. En Misuri, lo real es vecino del horror. No me pregunten si lo vi, pues mi corta respuesta va a ser afirmativa.

Antes de seguir, agrego algo a modo de nota al pie de página. Estuve un par de veces en la zona del centro oeste de Misuri, conocida como la de los lagos Ozark, enclave de vacaciones y de casinos, por lo que tuve dudas respecto a la verdadera localización geográfica. Aunque al principio, por unas escenas, me tragué la pastilla y creí que eran los Ozark, luego noté que los lagos no eran tan grandes como los que había visto. La filmación no fue en Misuri, sino en el estado de Georgia, en Gaines Ferry Road, Flowery Branch. ¿Por qué es importante el dato, en apariencia insignificante? Porque la casa, semimansión con vista espectacular, es uno de los personajes centrales de la serie. Permite que la familia pueda vivir casi tranquilamente, sin tener cargo de conciencia por su participación en un negocio sangriento. Tanto es así, que los protagonistas dijeron haber sentido nostalgia el último día de filmación, pues le estaban diciendo adiós a la residencia de amplios ventanales sin persiana. 

Sofia Hublitz, quien interpreta a la hija adolescente Charlotte, comentó: “La casa siempre ha sido constante y consistente en la historia. Significa su unidad y unión como familia”. Skylar Gaertner, quien personifica a su hermano en la ficción, dijo: “Es un poco extraño, esta es una de las últimas veces que voy a caminar por este lugar. Muchas cosas fundamentales han ocurrido aquí”. En un artículo publicado en la revista Architectural Digest, el productor de la serie, Chris Mundy, contó la historia de cómo eligieron la casa tan pronto la vieron en 2016: “Tiene un aspecto tan inusual. Y con esas ventanas, puedes ver el agua sin importar en qué dirección apuntes la cámara. Uno de los aspectos más distintivos de Ozark es la sensación del agua todo el tiempo. Podríamos haber construido un interior en un estudio de sonido, pero queríamos esa agua”.

En la corta historia de Netflix, varias de las mejores series que la plataforma ha realizado, House of Cards, Bloodline y Stranger Things, por ejemplo, adolecieron de lo mismo; tuvieron una primera temporada espectacular, con situaciones dramáticas convincentes y de sostenida intensidad. Sin embargo, en la segunda el ímpetu mermó, por lo que el descalabro terminó ganando la partida. Ozark vino a romper con esa tradición y al mismo tiempo instaló otra: las segundas partes hacen a los personajes más interesantes al dotarlos de mayor profundidad psicológica. En general, con los altibajos propios del negocio de entretener a largo plazo con varios episodios, Ozark ha sido apabullante al presentar las distintas versiones del lado oscuro del alma humana.

Además, lo hizo en un contexto visual poco frecuentado, con el agua como banda visual, en un lugar geográfico común y por tanto próximo a la realidad diaria que conocemos. Para lograr el clímax, la trama se fue complicando a partir del increscendo emocional de los personajes, así hayan sido los más secundarios. En ese desfile de comportamientos autodestructivos guiados por la codicia y la desmesura, pocos lograron salvar el pellejo. En el final a la vista, ¿habrá alguno que logre salvarse y escapar ileso del mundo del narcotráfico, del cual, una vez que se entra, nadie sale vivo, tal como el ejemplo de Amado Carrillo “el Señor de Los Cielos”, personaje real, lo demostró en la vida y en la serie Narcos? Veremos. Es otro de los elementos que alimenta las expectativas del final de alfombra roja. El ser humano es la peor de las bestias sobre la faz de la tierra pero, al mismo tiempo, tiene la capacidad como para redimirse antes de que sea muy tarde.

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