Javier Millei

Opinión > Argentina

Las 24 horas de Milei

La historia política demuestra que en algún momento de su gestión los presidentes enfrentan 24 horas clave
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07 de febrero de 2024 a las 11:43

Dicen que la tesis es de Barack Obama. Y se la explicó a Mauricio Macri con motivo de su visita al país en marzo del 2016. Macri a su vez, se la trasladó a Javier Milei antes aun que asumiera como presidente.

El enunciado es que todas las medidas fuertes, drásticas, con rechazos del establishment político económico empresario o sindical deben tomarse en los primeros 30 días de gestión, cuando el gobierno entrante tiene el mayor caudal político posible.

Milei, cuestionado por no escuchar consejos, sin embargo, siguió al pie de la letra la iniciativa Obama, y con pocos días de diferencia se despachó primero con el DNU y después con la ley Ómnibus.

La historia política demuestra que en algún momento de su gestión los presidentes enfrentan 24 horas clave. En general son posteriores a un revés político. Y son fundamentales porque las decisiones que se tomen en esas horas terminan definiendo el futuro de ese Presidente y de su gobierno.

Hay casos que de esas 24 horas salieron grandes ideas y otras en las que los errores en la decisión profundizaron la crisis política o la económica, según el momento.

Vamos al caso más reciente. El sábado 2 de julio del 2022 después del mediodía el ahora reaparecido Martin Lousteau renuncia por redes sociales a su cargo de ministro de Economía. Hacia la tarde noche de ese día el presidente Alberto Fernández comenzó las 24 horas más importantes de la segunda etapa de su gestión.

Cuatro años antes el protagonista fue Mauricio Macri. Septiembre de 2018. El dólar no cedía. Y los brotes verdes ya no eran ni brotes ni verdes. Hacía tiempo que se había decidido prescindir de Alfonso Prat Gay en Economía y estaba Nicolás Dujovne. Reinaba como se podía el acuerdo con el FMI. El 25 de septiembre, Macri en Naciones Unidas en New York, tuvo que entregar, (¿al FMI?) al presidente del BCRA, que no es otro que actual ministro Toto Caputo.

Las 24/48 horas siguientes fueron centrales. Una ofensiva política que venía de semanas antes siempre se dijo que comandada por la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y el jefe de gobierno de la Ciudad Horacio Rodríguez Larreta, proponía un cambio de timón en el Ministerio de Economía. No sucedió en la última semana de septiembre del 2018, sino casi un año después, el 20 de agosto del para Macri fatídico 2019, cuando después de la derrota en las PASO se fue Dujovne y asumió Hernán Lacunza.

Hay casos positivos. El 27 de abril del 2002, Eduardo Duhalde le tomó juramento como ministro de economía al para muchos desconocido embajador ante la Unión Europea, Roberto Lavagna, dando inicio al último mejor ciclo económico de la Argentina moderna, aunque justo es decir que el plato fue preparado y cocinado previamente por Jorge Remes Lenicov. La decisión de Duhalde fue el fruto de horas de debates internos donde los gobernadores tuvieron un rol clave.

Carlos Menem se negaba a nombrar como jefe del Palacio de Hacienda a un cordobés que promocionado por la Fundación Mediterránea y el poder económico de esa provincia pugnaba por el cargo. Había logrado si entrar al gobierno, pero como Canciller. Presionado por la situación económica y la inflación, sucesivos ministros y sin un rumbo fijo, cansado de probar mil recetas, finalmente Menem en la última semana de marzo de 1991, acepto a Domingo Cavallo como ministro de economía. El 1 de abril comenzó a regir la convertibilidad, el eje central donde funciono la economía y la política durante una década.

Con el diario del lunes, Fernández y Macri decidieron mal. Y Duhalde y Menem decidieron bien.

El último ejemplo y que terminó mal por las decisiones propias, no tanto de la Presidenta en ese momento, Cristina Kirchner, sino de las del expresidente Néstor Kirchner, fue la crisis de la resolución 125 en marzo del 2008. Se sabe el final: Kirchner nunca aceptó las dos posibilidades de acuerdo con las entidades agropecuarias de la primera semana de abril y la de la segunda quincena de mayo.

Esos dos rechazos llevaron institucionalmente el tema al Congreso, donde finalmente Julio Cobos con su voto “no positivo” terminó por liquidar la resolución de Martin Lousteau, al propio Lousteau (que había renunciado al cargo a fines de abril), Alberto Fernández dejó de ser jefe de gabinete de Cristina y hasta la presidenta y el expresidente analizaron durante una noche y madrugada completa renunciar a todo.

Volvamos a Javier Milei. A ningún Presidente le pasó que a poco más de dos meses de haber asumido le toque ese “momentum histórico” donde la decisión que tome marcará su futuro personal, el del gobierno y el del país.

Una pista de toda la experiencia que mostramos antes: a los que mantuvieron el mismo esquema que los llevo a la derrota política que derivó en la crisis posterior no les fue bien. A los que cambiaron (Menem y Duhalde) el futuro les tendió la mano.

¿Qué hará Milei?. ¿Ser más Milei o por primera vez cambiar hacia otro camino menos belicoso, mas dialoguista y de interrelación con toda la casta, no solo con la que él quiere? Una virtud no reconocida del presidente y lo que llevó a la Casa Rosada es que sorprende todo el tiempo. Su irrupción de candidato.

La creación del concepto de la casta y de la dolarización (aunque ahora entro como era de esperarse en un freezer), el uso de las redes sociales, su poco apego a las formas tradicionales de la liturgia política (no hay actos oficiales, más que lo que suceden en visitas al extranjero, ni visitas a las provincias etc.) y por supuesto el paroxismo del DNU y la ley Ómnibus, hicieron de Milei un presidente “rara avis”. Sin perder esa espontaneidad, el Presidente deberá entre Jerusalem y el Vaticano, junto con La Meca, las dos geografías más importantes de la espiritualidad religiosa, decidir para dónde quiere ir. Quizás el entorno lo inspire.

Para el final habría que citar a Albert Einstein y su supuesta frase “‘La locura es hacer lo mismo una y otra vez, pero esperando resultados diferentes”. Sin embargo, gracias a una investigación del sitio Chequeado, el texto corresponde a la novela de Rita Mae Brown, “Sudden Death” (Muerte súbita, en español), de 1983, que indica en uno de sus pasajes: Desafortunadamente, Susan no recordaba lo que dijo una vez Jane Fulton. ‘La locura es hacer lo mismo una y otra vez, pero esperando resultados diferentes”.

Tomando entonces a Rita Mae Brown, y no a Einstein, el mensaje es el mismo: algo hay que cambiar. Si se quiere tener resultados diferentes.

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