Los brasileños atendieron los consejos de los organizadores y, a pesar de la lluvia y de un tránsito caótico, comenzaron a ocupar la playa una hora antes del concierto.
Una lluvia fina "refrescaba" la calurosa noche, como repetían los organizadores al público, que esperaba pacientemente la llegada del roquero.
El músico estadounidense cantó 19 canciones que alternaron viejos éxitos como "American Woman" con novedades del último disco, como también lo hizo en los conciertos que realizó en las ciudades brasileñas de Porto Alegre y Sao Paulo.
Durante la presentación, el músico estadounidense definió su espectáculo como "una iglesia eléctrica" y pidió al público cantar "para el creador" su canción "Let love rule" (Deje el amor reinar).
Kravitz agitó a la masa cada segundo de las dos horas que duró el concierto. No dejó de bailar y pedía a los brasileños que tampoco lo hicieran.
Como en todas sus presentaciones, además de la música, la vestimenta también hizo parte del espectáculo. En la primera canción se despojó de la capa negra que lo cubría y en el último bis, se arrancó la camiseta para arrojarla al público mientras daba las gracias en portugués y clamaba "peace".
(EFE)