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27 de noviembre de 2020 a las 22:04

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El viaje a países europeos que inició el jueves 26 el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Bustillo, es el último esfuerzo del mandatario Luis Lacalle Pou como presidente pro témpore del Mercosur para intentar algún avance con la Unión Europa (UE) en el difícil camino hacia la firma de un acuerdo de libre comercio (TLC).

La misión por lo menos permitirá recoger la última información posible, y de primera mano, sobre la factibilidad de un TLC, antes de la Cumbre de Jefes de Estados del Mercosur y países asociados, del próximo 16 de diciembre, que cierra el periodo de la presidencia de Uruguay.

No es realista tener demasiadas expectativas sobre el progreso de un ambicioso acuerdo comercial que esconde complejos asuntos políticos y económicos.

Hay viejos escollos, como el temor de agricultores y ganaderos europeos a la competencia con nuestra región, que exigen con éxito a sus gobernantes esquemas de protección, una realidad más allá de Francia; y temas nuevos, como el de la crisis ambiental por la acción humana.

Para avanzar en un TLC, la UE exige a Brasil una gestión más cuidadosa en la Amazonia, uno de los principales pulmones verdes del mundo. Aunque son ocho los países con responsabilidad en la Amazonia, los dardos en general se dirigen hacia el gobierno brasileño de Jair Bolsonaro, que rechaza las críticas europeas, sobre todo del presidente francés Emmanuel Macron.

Estados Unidos, por su lado, va en camino a cerrar filas con la UE, según se puede inferir de los anuncios de Joe Biden, presidente electo que asume el próximo 20 de enero. Washington prepara su vuelta al Club de París para coordinar acciones en defensa del ambiente.

Biden, crítico también de Bolsonaro por el manejo de la Amazonia, anunció al exsecretario de Estado John Kerry como representante especial para el clima, un nuevo puesto desde el Consejo de Seguridad, revelador de que la crisis climática empieza a verse como un problema de seguridad nacional.

Para bien o para mal, lo más probable es que los eventuales TLC con los países industriales occidentales incluyan cláusulas verdes cada vez más exigentes.

El Mercosur tiene que encontrar una salida a un tema que empieza a estar atado al libre comercio y sobre el cual no tiene una política común, a lo que se agrega el inconveniente que significa la ausencia de diálogo entre los presidentes de Brasil y de Argentina, Alberto Fernández. En ese escenario, es muy difícil imaginar una única voz fuerte del bloque, incluso por las divergencias internas acerca del libre comercio.

Lo más conveniente es un acuerdo razonado entre países que comparten los mismos valores. El Mercosur, reconociendo que enfrenta un problema y mostrando interés en resolverlo; la UE y EEUU, comprometiéndose económicamente con el cuidado de la Amazonia, en el entendido de que representa un reservorio verde que beneficia a todos.

La falta de entendimiento deja la pista latinoamericana vacía para el avance de China, aprovechando su situación más desahogada y su avidez por los acuerdos de comercio desde un régimen de capitalismo de Estado.

Es mucho lo que está en juego a largo plazo para preocuparse solo de los agricultores o negarse a un entendimiento supranacional para enfrentar en conjunto el debilitamiento de la Amazonia.

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