EFE

Lo que está en juego en las elecciones argentinas

La fórmula kirchnerista es favorita, según las encuestas; el macrismo, que se ubica segundo, convoca a votar para intentar mejorar sus chances

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10 de agosto de 2019 a las 05:04

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Este domingo andá a votar, no importa que no sea obligatorio (para los mayores de 70 años)”. La frase de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, hablando en un acto ante un auditorio de jubilados, refleja la preocupación central que tiene el macrismo por estas horas previas a las elecciones internas que se realizan este domingo 11.

Y es que los números marcan que tiene un adversario tanto o más difícil de derrotar que el kirchnerismo: el ausentismo electoral. Las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias) son una instancia electoral que convoca cada vez a menos gente.

Cuando se realizaron por primera vez, en 2011, la concurrencia fue del 78,6%, casi la misma concurrencia que en la elección “de verdad”. Pero luego, a medida que las PASO se fueron desvirtuando y perdieron su sentido original de internas partidarias, el interés fue decayendo, con un mínimo de 72,4% registrado en las legislativas de 2017.

A nadie le extraña que eso ocurra. La gente no entiende el sentido de ir a votar en internas donde no se define ninguna interna porque los partidos llegan a esa instancia con candidaturas únicas. Y no solo eso: este año un partido socio de Macri –la Unión Cívica Radical– planteó abiertamente la conveniencia de eliminarlas para evitar el costo de US$ 200 millones de su organización.

Es por eso que el macrismo en las últimas semanas ha dado un giro en su discurso, en el cual el concepto es que, lejos de tratarse de “una encuesta”, en las PASO se define el futuro del país.
Una calificación tal vez algo dramática, pero que no falta a la realidad: para el mercado financiero y las empresas, el resultado del domingo será crucial en la toma de decisiones. Tanto que hay bancos de inversión que ya tienen calculada la cotización del dólar según cuántos puntos de diferencia haya entre la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández y Mauricio Macri-Miguel Pichetto.

AFP

La fórmula favorita es la de Alberto Fernández-Cristina Fernández, seguida por la de Macri-Pichetto, según los sondeos. Muy lejos, se ubica el exministro de Economía Roberto Lavagna.

Las encuestas marcan una diferencia de alrededor de cuatro puntos para Fernández. Pero, si como algunas encuestas han anticipado, la diferencia fuera mayor de cinco puntos, a Macri le costaría remontar esa diferencia en noviembre. Se daría la situación de profecía autocumplida, porque, en el convencimiento de que vendrá un gobierno afecto a políticas intervencionistas, se desprenderán de los títulos con riesgo argentino y se refugiarán en el dólar.

Esa es la gran preocupación de Macri: que un temor de los mercados lleve a una desestabilización cambiaria. El convencimiento del gobierno es que, precisamente, fue la calma del dólar lo que hizo que mejoraran sus chances en los últimos meses.

Objetivo: 75%

Por eso, para el macrismo estas PASO son casi la elección real. Así lo han hecho saber en los actos y en las entrevistas periodísticas de sus principales figuras.

¿Por qué una mayor concurrencia a votar puede beneficiar al gobierno? Hay cierto consenso entre los politólogos en el sentido de que el voto opositor siempre es más militante, y por lo tanto su “techo” no varía, independientemente de cuánta gente vote. En cambio, la porción de la población que decide a último momento si vota o no –que es gente desinformada, apolítica, en general de nivel socioeconómico bajo– suele votar siempre al oficialismo porque es lo que conoce, su vínculo con la política es a través del aparato estatal.

El antecedente histórico más cercano, el de las legislativas de 2017, abona la teoría del gobierno. En las PASO, Cristina Fernández le había ganado al candidato oficialista para la postulación al Senado. Pero dos meses después, en la elección “por los puntos”, ganó el macrismo. La diferencia se explica por los 2 millones de votantes que no habían asistido a las PASO y sí lo hicieron en los comicios de octubre.

El objetivo que se fijó el macrismo es que el domingo vaya a votar no menos del 75% del electorado. Todo un desafío, porque implica que vote 1 millón de personas más que en las PASO de hace dos años.

En el comité de campaña del kirchnerismo también están bien conscientes de esta situación. A tal punto que tienen diferentes proyecciones de resultados dependiendo de cuál sea la concurrencia. Si se diera, como en 2017, una asistencia pobre, en torno al 72%, entonces la ventaja podría ser mayor a seis puntos. En cambio, por encima del 75% se achicaría a entre tres y cuatro puntos. Y si fuera a votar 80% del padrón ya se estaría en una ventaja de dos puntos o menos.

Lo cierto es que hasta las últimas horas previas al cierre el búnker electoral más optimista es el kirchnerista. Alberto Fernández logró repuntar en las encuestas al instalar con éxito el debate sobre la economía, mientras el gobierno apela a un voto emocional con la consigna de “no volver al pasado”.

Pero la fuerza de la recesión se hace sentir. Entre los encuestadores no hay duda de que la oposición tendrá más votos que el gobierno en las PASO. La cuestión es saber si, como ocurrió en otras oportunidades, esa diferencia podrá ser remontada por Macri en octubre.

Y las claves para eso son qué tan grande será la diferencia de votos, cómo le vaya a Vidal en la provincia, cuánta gente asistirá a votar el domingo y, finalmente, cómo reaccionará el mercado financiero el lunes. 

La batalla del corte de boleta
Un escenario fundamental de la contienda electoral estará en la provincia de Buenos Aires, que no solamente es el mayor distrito del país con 37% del padrón electoral, sino que tiene una importancia política y simbólica. Es allí donde el peronismo históricamente se ha hecho fuerte, y el resultado de esa elección suele generar un clima que influye sobre el resto del país.
De hecho, Macri debe en buena medida su triunfo de 2015 a la elección de María Eugenia Vidal, que rompió con una hegemonía peronista de tres décadas. Y es ahí, justamente, donde está ahora el mayor riesgo para el gobierno.
El candidato peronista, Axel Kicillof, lidera las encuestas, aunque se da un fenómeno curioso: su diferencia respecto a Vidal para el voto a gobernador es menor que la que los Fernández le llevan a Macri en la provincia. Esto se explica porque la legislación electoral argentina permite combinar un presidente de un partido con un gobernador de otro.
De manera que hay electores peronistas o de partidos menores que ponen en el sobre la boleta de Vidal gobernadora junto con un candidato a presidente que no es Macri. A ese fenómeno se le llama “corte de boleta” y es el centro de la estrategia macrista.
Ya se da por descontado que Macri perderá en la provincia, porque es en el conurbano bonaerense donde está el mayor apoyo militante de Cristina Fernández. Pero la pelea para la gobernación es otra cosa: ahí Vidal aspira a obtener el apoyo de peronistas, y por eso inició un operativo de seducción con los intendentes peronistas que no se sienten cómodos apoyando a Kicillof.
El exministro de Economía de Cristina es un elemento extraño dentro del peronismo tradicional y despierta desconfianza. Conscientes de esto, en el gobierno se dedicaron a profundizar esa fisura. No por casualidad, el candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, se ha dedicado a enviar mensajes a los intendentes en los cuales les pide que no voten a “un marxista”.
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