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Lo que realmente significa apoyar al Real Madrid

Se sabe mucho sobre las estrellas y los triunfos del club. Pero ¿y de sus aficionados?

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02 de junio de 2022 a las 15:38

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Simon Kuper

Mi familia está pasando este año en Madrid o, más exactamente, a tres paradas de metro del estadio Santiago Bernabéu del Real Madrid. Un amigo me lleva a menudo a los partidos. El ritual comienza con la ‘previa’, disfrutando de un festín de mariscos acompañado de una botella de albariño frío en un restaurante cercano al Bernabéu. Yo suelo pagar unos €30 por la entrada más barata al partido pero, una vez dentro del inmenso estadio, intentamos colarnos en mejores asientos vacíos.

Hay algo incongruente en relación con el Real Madrid: el club más grande del fútbol juega en una capital de segunda categoría en un país mediano que está experimentando dificultades. El equipo que se enfrenta al Liverpool en la final de la Liga de Campeones de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) del sábado (en el Stade de France, justo al norte de París) tiene alrededor de 280 millones de seguidores en los medios sociales, según estimaciones de KPMG, más que cualquier otro club deportivo, salvo su rival, el Barcelona, y más que todos los equipos de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) combinados.

La afición del Real Madrid se conoce como ‘madridismo’, como si fuera una ideología. Sin embargo, esta afición es ignorada en su mayor parte, mientras que existen relatos populares sobre los seguidores del Liverpool o del Barcelona. Las historias sobre el Madrid se centran en los jugadores estrella y en los triunfos. Entonces, ¿qué significa apoyar al Madrid? ¿Qué es el madridismo?

No es particularmente madrileño; es decir, el club nunca ha pretendido representar a la ciudad. Cuando el estadio, con capacidad para 125,000 espectadores, recibió su nombre en 1955, era demasiado grande para la adormecida y empobrecida capital española. El Bernabéu se encontraba justo al norte de la ciudad, en la Avenida del Generalísimo, llamada así por el dictador español Francisco Franco, y cerca de la autopista a Francia, por lo que incluso entonces el club miraba hacia Europa. Desde 1956 hasta 1960, los ‘merengues’ (uno de los apodos dado a los jugadores del Real Madrid por portar camisetas blancas) ganaron las cinco primeras Copas de Europa.

Para los españoles en casa, y para los emigrantes pobres en el extranjero, el club representaba algo raro en aquella época: una institución española de categoría mundial.

Los aficionados del Madrid, imposiblemente exigentes, se sienten ofendidos por cualquier cosa que no sea la excelencia. "Ellos sólo dejan de silbar cuando tienen la boca llena", se quejaba Ferenc Puskás, la estrella húngara de la década de 1950. Los madridistas quieren que los jugadores suden. El legendario Alfredo di Stéfano llamaba al Bernabéu "la fábrica". A las estrellas se les reprende si empiezan a actuar como si fueran más importantes que el club (véase el caso de Cristiano Ronaldo o de Sergio Ramos), y se les expulsa sin sentimentalismos en el momento en que decaen. Los aficionados reprenden incluso a los jugadores locales más dedicados, como Nacho o Dani Carvajal.

El público del estadio es más de clase media que la afición española en general, y el sonido característico del Bernabéu no es una ovación sino más bien un runrún, conforme los espectadores diseccionan el error de un jugador con acentos que van desde el murciano hasta el mexicano.

A lo largo de las décadas, la ciudad se ha rehecho en torno al Bernabéu. A medida que Madrid crecía hacia el norte, el estadio se situaba en lo que hoy es el distrito central de negocios. Ese ‘rumbo’ hacia el norte continúa. Las "cinco torres" de la ciudad, o más bien rascacielos, surgieron este siglo en lo que era el antiguo centro de entrenamiento del club.

Pero el Bernabéu sigue siendo demasiado grande para la ciudad, incluso para el país. El renovado estadio es un lugar para recibir a los mejores del mundo, no a clubes españoles como el Cádiz o el Villarreal. Otros aficionados españoles se preocupan más por el Real Madrid que viceversa: tan fuerte como el madridismo es el antimadridismo, el odio al club de la capital que supuestamente (y a veces realmente) es favorecido por árbitros y por gobiernos.

Los madridistas se encogen de hombros. Incluso el "Clásico" contra el Barcelona, el partido de clubes más importante del mundo, significa menos para ellos que para los seguidores del Barça, especialmente desde el reciente declive del Barcelona. El éxito en Europa es el principal objetivo del Madrid, una obsesión seguramente alimentada, en parte, por la perdurablemente débil autoestima nacional de España. A diferencia de los hinchas ingleses, la mayoría de los madridistas el año pasado apoyaron la frustrada Superliga Europea, la creación del presidente de su club, Florentino Pérez.

El Bernabéu cobra vida para las eliminatorias de la Liga de Campeones de la UEFA. Es entonces cuando se ve el juego característico del Real Madrid en estado puro: poca fluidez colectiva; una disposición a "sufrir" durante largos tramos contra equipos más organizados; y un inigualable "fútbol de momentos", cuando el Madrid brevemente se enciende con toda su potencia, iluminado por la genialidad de Luka Modric y de Karim Benzema. (Los grandes futbolistas han nacido para jugar en el Bernabéu). Tal como lo proclama el himno del club antes del partido: "¡Soy lucha, soy belleza!".

Justo después del gol del Madrid en el último minuto contra el Manchester City, cuando el club necesitaba volver a marcar para sobrevivir, se anunciaron seis minutos de tiempo añadido. Siempre recordaré el rugido del público: en ese momento, la multitud sabía que el Madrid ganaría. El equipo había logrado remontadas igualmente improbables en rondas anteriores contra el París Saint-Germain y el Chelsea. Como dice Jorge Valdano, exjugador, exentrenador y ex director general deportivo del Real Madrid: "En el Bernabéu, nada es más real que la magia".

Todo esto no servirá de nada si pierde contra el Liverpool, pero el Madrid rara vez pierde finales. Sólo en tres ocasiones — y no desde 1981 — el club se ha conformado con el subcampeonato. La victoria le daría al Real Madrid su decimocuarto título europeo, el doble que cualquier otro club, y su quinto durante las últimas nueve temporadas.

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