SAUL LOEB / AFP

La derrota de Trump no detendrá a los autócratas del mundo

La derrota del presidente Donald Trump desmoralizará a muchos autócratas fuera de Estados Unidos, pero no los detendrá

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11 de noviembre de 2020 a las 05:04

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Conforme se filtraban los resultados de las elecciones estadounidenses, Janez Jansa, primer ministro de Eslovenia, recurrió a Twitter para proclamar: “Está bastante claro que el pueblo estadounidense ha elegido a Donald Trump y Mike Pence por cuatro años más. Cuanto más demoren y nieguen los hechos, mayor será el triunfo final”.

El tuit del líder esloveno fue más que un cómico error de cálculo. También destacó un punto importante. Hay líderes y gobiernos en todo el mundo que estaban profundamente a favor de un segundo mandato de  Trump.

El presidente estadounidense saliente es el líder informal de la internacional populista. Sus puestos de avanzada más importantes son los gobiernos de Brasil, Polonia y Hungría. También hay importantes partidos de derecha populista, en países como Italia y Alemania, que han recurrido a Trump en busca de inspiración y validación.

Además de los populistas puros, existe un grupo considerable de gobiernos que, por una combinación de razones estratégicas e ideológicas, se sentirán preocupados por la derrota de Trump. Entre ellos están Israel, Arabia Saudita, Gran Bretaña e India.

Viktor Orban, el primer ministro de Hungría, es probablemente el promotor más elocuente del trumpismo globalizado. La determinación del líder húngaro de prohibir la entrada de refugiados musulmanes, durante la crisis migratoria europea en 2015, atrajo la atención y la admiración de la derecha estadounidense.

Un año después, Trump ganó la presidencia de EEUU tras hacer campaña promoviendo la “construcción de un muro” para evitar la entrada de inmigrantes y prohibir el ingreso de musulmanes a EEUU.

El gobierno polaco, encabezado por el partido Ley y Justicia, ha defendido un tipo de política conspirativa, nacionalista y “antiglobalista” que comparte las ideas de Trump. El presidente estadounidense pronunció su primer gran discurso en Europa en Varsovia, en homenaje a esta afinidad ideológica. Los polacos incluso propusieron nombrar una nueva base militar “Fort Trump”.

La administración Trump alentó activamente a sus aliados en Varsovia y Budapest a romper filas con Bruselas y Berlín. Orban, cada vez más seguro de sí mismo, proclamó este año: “Solíamos pensar que Europa era nuestro futuro; hoy sabemos que somos el futuro de Europa”. La derrota de Trump socava los esfuerzos de Orban por convertirse en una figura de importancia mundial.
Pero, aunque la derrota de Trump desmoralizará a los populistas de Europa, no los detendrá.

Los gobiernos de Hungría y Polonia tienen profundas raíces domésticas. La fuerza del voto a favor del Sr. Trump también significa que todavía tienen poderosos aliados ideológicos en EEUU (y en Europa).

Así como los liberales de Europa optaron por intentar sobrevivir a la presidencia de Trump, los populistas intentarán esperar a que acabe la presidencia de Biden.
El resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses también será un gran golpe para Jair Bolsonaro.

Al presidente brasileño a veces se le llama “el Trump tropical”. Su admiración por el presidente estadounidense es tan servil que apoyó los mismos remedios curanderos para Covid-19, proclamando: “Los derechistas toman cloroquina”.

Con Trump en la Casa Blanca, Bolsonaro podía alegar que las dos naciones más pobladas del continente americano estaban encabezadas por populistas de derecha.

Ahora el brasileño parece más solo, aunque sus índices de aprobación son elevados actualmente.
Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, también se ha deleitado con su cercanía con Trump.

El presidente estadounidense revirtió las políticas de la administración Obama hacia Irán y trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén. El regreso de Biden a la Casa Blanca debilita a Netanyahu, tanto a nivel doméstico como en el extranjero.
El príncipe Mohamed bin Salmán, el gobernante de facto de Arabia Saudita, también tiene razones para estar ansioso.

Durante la campaña electoral, Biden calificó a Arabia Saudita de “paria” y pidió el fin de las ventas de armas al reino.

Es muy posible que se active la realpolitik y que Biden adopte una línea más conciliadora con Riad una vez que asuma el
cargo. Pero el príncipe Mohamed no puede depender de eso. El año pasado, Narendra Modi, el primer ministro de India, la pasó muy bien con el Sr. Trump en Texas, en un mitin nombrado “Howdy, Modi” (‘Howdy’ significa ‘Hola’ en Texas).

Las políticas populistas de ambos líderes son altamente compatibles. Modi tiene razones para preocuparse de que una administración de Biden haga más énfasis en los derechos de los musulmanes en India. Modi alabó rápidamente el hecho de que la nueva vicepresidenta de EEUU tenga raíces familiares en India.

Pero Kamala Harris ha criticado al gobierno de Modi en cuanto al tema de Cachemira y otros asuntos. Al igual que los saudíes, el gobierno indio esperará que las consideraciones estratégicas — en particular la preocupación compartida de Delhi y Washington sobre China — superen las diferencias sobre los derechos humanos.

Y luego está Boris Johnson. Trump apoya el Brexit; el Sr. Biden se opuso inicialmente y ha dejado claro que Gran Bretaña puede olvidarse de un acuerdo comercial con EEUU si el gobierno de Johnson hace algo para poner en peligro el acuerdo de paz del Viernes Santo con Irlanda.

El gobierno de Johnson ahora está intentando por todos los medios enfatizar que las opiniones del primer ministro del Reino Unido sobre otros temas — el clima, el comercio, Irán — se acercan más a las de Biden que a las de Trump. Aun así,  Johnson tendrá dificultades para ignorar la etiqueta que le confirió el presidente estadounidense saliente: “El Trump de Gran Bretaña”.
Es probable que Johnson pase los próximos meses escondiendo gran parte de su guardarropa populista y probándose algunas nuevas ropas liberales.

Pero también es probable que el club internacional de partidarios incondicionales del Sr. Trump — personajes como Orban y  Bolsonaro — se atrincheren aún más. Esperarán el regreso improbable de su héroe en 2024.

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