La Amazonia la habitan por casi 50 millones de personas y centenares de pueblos originarios esenciales para salvar el bosque

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Los presidentes de la región discutirán metas comunes para salvar al mayor bosque tropical del mundo

Lo harán en el ámbito de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, el único bloque intergubernamental en materia socioambiental de América del Sur
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07 de agosto de 2023 a las 05:04

Los presidentes de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela se reunirán martes y miércoles en la ciudad de Belém, en el estado de Pará, con el objetivo de adoptar metas comunes para salvar el mayor bosque tropical del mundo, una suerte de ensayo regional de la COP28 sobre cambio climático convocada por Naciones Unidas (ONU) y que se concretará en Emiratos Árabes Unidos del 30 de noviembre al 12 de diciembre.

La cita del martes reunirá por primera vez desde 2009 a los ocho países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), el único bloque intergubernamental en materia socioambiental de América latina, foro creado en 1995 para preservar la selva, reducir las asimetrías entre los países que lo integran y desarrollar la Amazonia sin destruir el bioma.

Considerada el pulmón del planeta, la Amazonia se encamina a un punto de no retorno, a partir del cual emitirá más carbono del que absorbe, agravando el calentamiento global debido, principalmente, a la deforestación. Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, las emisiones de dióxido de carbono de este inmenso territorio de 6,3 millones de kilómetros aumentaron un 117% en 2020 con respecto al promedio anual de 2010-2018.

En la previa de la cumbre, durante el Diálogo Amazónico que reunió en Belén a representantes de entidades, movimientos sociales, centros de investigación y organismos gubernamentales, el mandatario anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, que regresó al poder en enero pasado con la promesa de abanderar la protección de la Amazonia, dijo que la OTCA buscará caminos para desarrollar la región “sin destruir el bioma”, cuyo 60% se ubica dentro del territorio Brasil.

Según lo pautado, los presidentes analizarán estrategias contra la deforestación y el crimen organizado, así como para el desarrollo sustentable de la región, habitada por casi 50 millones de personas, incluidos centenares de pueblos originarios considerados esenciales para salvar el bosque. “La declaración conjunta será ambiciosa y plasmará una agenda que guiará a los países por los próximos años”, asegura Gisela Padovan, secretaria para América latina y el Caribe de la cancillería brasileña.

Uno de los principales retos será lograr un compromiso conjunto para erradicar la deforestación, motivada en gran medida por el avance de la frontera agrícola y la búsqueda de tierras para la pastura de ganado, especialmente en Brasil, uno de los mayores exportadores mundiales de carne soja, destrucción del bioma que también es alimentada por la minería ilegal y el tráfico de madera, dinámica que implica cuestiones de seguridad a nivel continental por el accionar de organizaciones dedicadas al tráfico de armas y drogas.

Según las entidades dedicadas a monitorear la situación, luego de un avance del 75% durante el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) respecto al promedio de la década anterior, la destrucción empieza a dar señales de retroceso. Entre enero y julio, la deforestación cayó 42,5%, contra igual periodo del año pasado, según los datos oficiales divulgados esta semana por el INPE.

Un avance que, aunque auspicioso, es considerado muy lento “para evitar que la destrucción alcance el punto de no retorno”, según advirtieron media centenar de ONG’s que se reunieron en el Diálogo Amazónico, entidades que pidieron a los gobiernos de la OTCA la adopción, en un plazo máximo de dos años, de un protocolo.

Según la petición, informada por la organización brasileña Observatorio del Clima, los países amazónicos deben adherir al objetivo de eliminar la deforestación para 2030, fortalecer los derechos indígenas y adoptar medidas efectivas de combate contra los crímenes ambientales. “El objetivo debe ser preservar la Amazonia y desarrollarla. Invertir es barato si se trata de lograr que la selva siga en pie”, dijo Lula da Silva en la antesala de la reunión de la OCTA.

Noruega y Alemania, principales donantes del Fondo Amazonia, el mecanismo de captación de fondos lanzado por Brasil en la COP12 de 2006 realizada en Kenia, también participarán del encuentro, así como Francia, país que tiene responsabilidad directa en la conservación del mayor bosque tropical del mundo a través de la Guayana francesa, su departamento de ultramar ubicado entre Brasil y Surinam.

“La deforestación no es únicamente responsabilidad de los países amazónicos. Está anclada en una agroindustria global que genera beneficios en el norte global. Esas conexiones más remotas, con Europa, Australia y el norte de América, por poner sólo algunos ejemplos, deben formar parte del debate. Los países del norte global deben comprometerse”, afirma Paola Arias, profesora de la Universidad de Antioquia, Colombia.

La cita, además, contará con la presencia de delegados de República Democrática del Congo e Indonesia, cuyos territorios albergan grandes bosques tropicales, en un esfuerzo por alcanzar una posición común que se presentaría en la COP28. “La Amazonia es la madre de los pueblos indígenas, pero toda la humanidad, y depende de que la selva esté viva. Vale más de pie que derribada”, afirma Kokoixumti Tembé, un líder indígena de 45 años, del estado de Pará.

En lo inmediato, los representantes de los pueblos originarios, de la sociedad civil, científicos y organismos internacionales que participaron del Diálogo Amazónico elaboraron una serie de propuestas que serán entregadas a los presidentes de los países que integran la OTCA y que están orientadas esencialmente a la reconstrucción de las políticas públicas.

“Las discusiones abarcaron varios temas, incluyendo el cambio climático, el bienestar de las comunidades indígenas y los proyectos centrados en el desarrollo sostenible e inclusivo en la región. Además, la agroecología, los medios de subsistencia de los trabajadores forestales y la necesidad de combatir la minería ilegal estuvieron en un primer plano en las deliberaciones”, afirmó Márcio Macêdo, ministro de la Secretaría General del Gobierno de Brasil.

Según destacó el organismo, que en forma conjunta con la cancillería de Brasil y la OCTA prestaron apoyo al Diálogo Amazónico, la convocatoria, que congregó a unos 10.000 participantes a lo largo de tres días, se constituyó en un “proceso de debate excepcionalmente enriquecedor que ofreció una plataforma para que los movimientos sociales de todos los países amazónicos expresaran sus puntos de vista sobre los retos, potencialidades y posibilidades de la selva”.

Por su parte, la ministra de Pueblos Indígenas de Brasil, Sônia Guajajara, subrayó la importancia de que los presidentes se reúnan para diseñar estrategias de lucha contra la crisis climática, ocasión en la que insistió en la “necesidad crucial” de que los debates comiencen “a dar voces de aquellos que residen y conocen íntimamente la Amazonia”.

Para Adriana Ramos, asesora política de Instituto Socioambiental (ISA) de Brasil, el Diálogo Amazónico es una excelente oportunidad para intercambiar experiencias con otros grupos de la sociedad civil que trabajan en la Amazonia y debatir cómo mejorar las políticas, fomentando una mayor integración entre los países. “La expectativa es que la cumbre de presidentes traiga respuestas a las cuestiones planteadas por la sociedad civil”, dice Ramos.

Su lectura, sin embargo, es cauta. “La cumbre podría representar el inicio de un esfuerzo conjunto para una gestión más sostenible de la región, más justo y menos depredador”, añade Ramos, quien al igual que otros especialistas se muestra particularmente preocupada por la insistencia de ciertos sectores económicos en promover propuestas insostenibles que no ayudan a evitar el punto de no retorno y dificultan el progreso social.

“El desafío de desarrollar la región en tiempos de cambio climático depende de la innovación y de dejar atrás modelos obsoletos, pero lo que vemos es un gran esfuerzo de sectores políticos y financieros por mantener el statu quo”, agrega la especialista del ISA.

Un estudio desarrollado por el organismo mostró que los municipios en los que está presente de minería, sea ilegal o autorizada, tienen condiciones de vida todavía peores que el promedio amazónico. “El promedio del Índice de Progreso Social (IPS) de los municipios mineros es 4% menor que el promedio amazónico, y 20% menor que el promedio nacional”, explica Ramos.

La importancia global de la Amazonia para el clima exige un cambio de actitud por parte de todos. El mantenimiento de la deforestación y la degradación conducirá al punto en el que la selva perderá su capacidad de auto regenerarse. “No hay más tiempo que perder. La Amazonia es lo que es gracias a sus pueblos, y la garantía de sus derechos territoriales y sus formas de vida son fundamentales para que la región cumpla su papel de regulador climático global”, concluye Ramos.

(Con información de la Agencia Brasil)

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