Diego Abreu tenía 6 años aquel 2 de julio de 2010, fecha recordada por el gran, y muy sufrido, triunfo de Uruguay ante Ghana por los cuartos de final de Sudáfrica, una historia que se cerró con el increíble penal de su padre, Sebastián Abreu, con lo que llamó “el sello de la casa”: picando la pelota en el remate que le dio la victoria a la celeste.
Junto a su familia, Diego estuvo en la tribuna del Soccer City Stadium de Johannesburgo para seguir el partido que marcaría la carrera de su padre, por lo que estaba en juego y por la forma en que ejecutó su penal. Fue la máxima locura del Loco.
Diez años después, el segundo de los cuatro hermanos Abreu, quien también es futbolista, contó a Referí cómo fue aquella noche sudafricana y cómo vive él y su padre esta fecha.
“Habíamos ido a Sudáfrica con toda la familia y se dio la coincidencia de que cuando entramos al estadio lo hicimos por la puerta 13 y fuimos al sector S”, recordó Diego, haciendo referencia al número identificatorio de su padre y a la inicial de su nombre. “En el momento, mi madre no dijo nada, pero sabíamos que algo nos esperaba”, agregó.
El partido había tenido un final infartante con la expulsión de Luis Suárez y el penal fallado por Gyan, lo que le permitió a la celeste llegar a los penales. Quiso el destino que el Loco tuviera la última pelota y que pasara lo que Uruguay y el mundo observaron.
“En el momento del penal, algo que hoy me arrepiento mucho, estábamos en la tribuna y yo estaba sentado junto a Santi, el hijo del Ruso Pérez, jugando a la PSP”, dijo Diego.
“Y en eso que papá la pica y hace el gol, miramos para el costado y estaba mi hermana llorando y mi mamá saltando. Dejamos la PSP y arrancamos a gritar igual que todos, pero no sabíamos por qué. Y ahí mi madre me dijo “papá la picó, pasamos”. Y nos emocionamos todos”, agregó el joven que en ese momento era un niño.
Hoy, con 16 y jugando en la Quinta de Defensor Sporting, lo ve de otra manera. “Ahora soy consciente de lo que es el fútbol y lo que te puede pasar si lo llegas a errar”.
El penal de su padre le sigue generando las mismas sensaciones. “Me siento a verlo con mis amigos, y aunque sea mi padre no lo puedo creer, no puede ser tan frío para hacer lo que hizo”.
“Y cada vez que lo veo me emociono igual. Puede ser en mi cumpleaños o el peor día, y me emocionó igual, y como lo marca a él, siento que nos marca a toda la familia”, agregó.
Aquel día de emociones en Sudáfrica terminó con festejos en el hotel y en la cena, recordó Diego. “Y cuando teníamos tiempo jugábamos con una pelotita chiquita y me acuerdo de haber roto un espejo, una lámpara y un cuadro. Era un peligro”, dijo.
El delantero de las juveniles ya conoce las sensaciones de lo que es picar un penal, una experiencia que vivió un par de veces y que hizo que su padre pidiera que no lo haga.
Entre risas, Diego recordó cómo fue la primera vez que la picó. “Me pasó en mi primer torneo con Defensor que jugamos en Brasil. En ese entonces nadie sabía que yo era el hijo del Loco Abreu”.
“Yo sabía que mi padre me estaba viendo porque lo pasaban por Facebook. Luego, me contó que lo estaba viendo en un taxi con el teléfono y el resto de mi familia lo estaba siguiendo en la computadora”, agregó.
El partido era ante Inter de Porto Alegre y Diego había anotado el gol del 1-0. “En eso le hacen un penal a Diego Castrillo, un compañero, y me da la pelota. Y yo, bien de careta, siempre queriendo superar a mi viejo, dije ‘está bien que el lo haya hecho en cuartos de final de un Mundial, pero por algo se empieza’. Pongo la pelota en el punto penal y voy suavecito, era seguro que el golero se iba a dar cuenta, la pico y se queda parado en el medio”.
El arquero le atajó el penal y Diego recibió varios insultos en portugués.
“Cuando llegué a Uruguay, mi viejo me dice: ‘Podés creer que yo sabía que la ibas a picar. Yo estaba con el teléfono y decía: que no lo haga por favor'’”, agregó el juvenil que hizo sentir a su padre los nervios que sintieron los uruguayos hace 10 años.
“En ese momento mi padre me decía a mí que no lo hiciera, pero contra Ghana todos se lo decían a él. Entonces es como que no lo pensamos en el momento de ir a patear”, comentó.
Diego dejó de practicar los penales ejecutados con la picadita y no piensa patear de esa forma cuando tenga la oportunidad.
“Ya se lo dije (a su padre): está todo perfecto que vos lo hayas hecho, pero a mí no me daría para hacerlo. Tenés que tener mucha sangre fría, mucha paz, y la verdad que eso no va conmigo”.
Además, sostuvo que por su apellido los arqueros también pueden sospechar que vaya a patear de esa forma.
“Cuando fui a México, mis compañeros ya sabían quién era. Y el primer penal la traté de picar, el arquero se quedó parado. Y ahí dije nunca más, dos penales picados y dos errados”.
En la familia Abreu hoy se celebrará el día de la picadita, los 10 años del histórico penal del Loco, un tema del que se habla cada vez que aparece la imagen de aquel momento.
“Es como que a él le gusta darle color a las cosas”, dijo Diego sobre los relatos y anécdotas de su padre sobre su definición. “Entonces, un día te puede contar algo, al otro día te cuenta otra, y ya no sé cuál es la historia verdadera”, agregó el juvenil.
El recuerdo de Valentina, la hija del Loco
Al igual que Diego, Valentina, la hija mayor de Abreu, estuvo en Sudáfrica y desde que el minuano regresó a Uruguay suele seguir a su padre en todos los encuentros.
“10 años del mejor partido de mi vida”, escribió este jueves en su Instagram. “Una década del partido que nos unió como uruguayos. Ese partido que nos emocionó hasta las lágrimas a todos, que la gente aún 10 años después se acuerda dónde estaba y qué estaba haciendo cuando “el Loco la picó”, ese partido que hizo que personas de otros países esa noche fueran uno más de nosotros”, agregó al recordar aquel partido y el penal de su padre.
“De esos cuartos de final del mundial de Sudáfrica, Uruguay - Ghana, un 2 de julio de 2010, vos fuiste uno de los protagonistas. No podía ser de otra manera... Desde ese día, con el pecho inflado de orgullo, puedo decir: ¡SÍ, MI PADRE LA PICÓ! Gracias por tanta locura”, escribió la hija del Loco.
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