Jim Watson - AFP

Lucha de Trump con la Fed provocará aún más turbulencia

El burdo ataque en contra del banco central socava una influencia estabilizadora clave de la economía estadounidense

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03 de enero de 2019 a las 14:31

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Gillian Tett

En circunstancias normales, se supone que la Navidad es una época maravillosamente aburrida para la Reserva Federal (Fed), y para los analistas a quienes se les paga para observarla.

Sin embargo, 2018 no es "normal"; no con Donald Trump en la Casa Blanca. La semana pasada, el presidente estadounidense desconcertó a los mercados al implorarle a la Reserva Federal que dejara de subir las tasas de interés. Esta semana, él intensificó esos ataques, insinuando que pudiera despedir a Jay Powell, el presidente de la Fed.

Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, frenéticamente intentó deshacer el daño, con un tuit (¿con qué más podía hacerlo?) sugiriendo que el trabajo de Powell estaba a salvo. Pero el desventurado Mnuchin creó una alarma adicional al revelar, en una declaración formal, que él había hablado con los líderes de los bancos más grandes de EEUU para discutir su liquidez.

Como era de esperarse, eso desencadenó un drama nada festivo. El 24 de diciembre, los mercados bursátiles estadounidenses sufrieron la mayor caída registrada en una Nochebuena. Pero el miércoles registraron su mayor subida en casi 10 años. Entonces, ¿qué deben pensar los inversionistas al respecto? Si desean ser optimistas, pueden escuchar la explicación ofrecida por algunos miembros del gabinete del presidente Trump: los eventos de esta semana reflejan una "corrección normal del mercado", exacerbada por los cambios en las estructuras del mercado y algunos ‘traspiés’ de relaciones públicas.

Como era de esperarse, eso desencadenó un drama nada festivo. El 24 de diciembre, los mercados bursátiles estadounidenses sufrieron la mayor caída registrada en una Nochebuena.

Su argumento es el siguiente: durante la década transcurrida desde la crisis financiera, la reforma regulatoria ha llevado a los bancos a abandonar sus roles tradicionales de creadores de mercado. El comercio electrónico ha explotado en escala, lo cual significa que las máquinas, no los humanos, están moldeando los flujos de las transacciones de los mercados de valores. Eso ha cambiado la liquidez y ha dejado a los mercados susceptibles a las sacudidas, ya sean malas noticias económicas con respecto a China o tuits desconsiderados o declaraciones poco aconsejables.

Sin embargo, los funcionarios de la administración insisten en que los mercados se calmarán una vez que los inversionistas recuerden que la economía estadounidense sigue siendo bastante sólida. O, como lo ha declarado un alto funcionario de la administración: "Los problemas de la estructura del mercado han aumentado la volatilidad en ambas direcciones y, en retrospectiva, malinterpretamos los asuntos de relaciones públicas [con respecto a la declaración de Mnuchin]. Estaba destinada a ser una señal de que todo está funcionando bien, pero fue malinterpretada".

Esta explicación no es del todo fantasiosa: las estructuras del mercado han cambiado de una manera que hace que los cambios de precios sean más impredecibles. Pero, en mi opinión, existe otra forma más ‘sombría’ de interpretar los eventos de esta semana. A dos años del comienzo de la presidencia de Trump, los inversionistas globales están cuestionando la credibilidad financiera de la administración.

Un cínico pudiera argumentar que este reto no es particularmente nuevo: Trump ha brindado interminables sorpresas políticas durante los últimos dos años porque el presidente depende de las políticas de riesgo calculado para lidiar con los rivales nacionales y extranjeros. Sólo hay que pensar en los dramas de la guerra comercial o en la disputa sobre la financiación del "hermoso muro" de Trump en la frontera con México (la cual ha cerrado partes del gobierno federal).

AFP

Pero lo que ha cambiado es que el presidente no sólo ha sembrado el desorden en la Casa Blanca, sino que también ha amenazado con hacerlo en la Fed. Para ser justos, él no es el primer presidente al que no le gustan las tasas más altas, ni es la única voz que cuestiona si Powell está actuando acertadamente al seguir aumentándolas.

Sin embargo, al atacar a la Fed de una manera tan burda, Trump ha socavado una de las pocas instituciones de Washington que ha brindado una presencia política consistente y calmada en medio del caos de este año. Y, lo que es peor aún, al exigir una política monetaria flexible, el presidente también manifestó su deseo de promover medidas alcistas temporales en la economía estadounidense, como recortes de impuestos o tasas más bajas, sin importar el costo a más largo plazo.

Afortunadamente, esto no ha causado nerviosismo en el mercado de bonos (todavía). Por el contrario, el rendimiento a 10 años está rondando alrededor de sólo 2.8%. Pero vale la pena recordar que el ataque a la Fed por parte del presidente Trump se produce en un momento evidentemente inoportuno: el déficit del presupuesto federal está explotando y está en camino a superar US$1 billón el próximo año por vez primera. Además, la mayoría de los economistas pronostican que el crecimiento se desacelerará el año próximo, sin siquiera tener en cuenta guerras comerciales adicionales.

En la mayoría de los países, un cóctel tan pernicioso hubiera provocado una crisis monetaria y de bonos. Sin embargo, esto aún no ha sucedido en EEUU porque la economía estadounidense es relativamente sólida y porque el gobierno del país disfruta del llamado "privilegio exorbitante" de controlar la moneda de reserva mundial (lo cual obliga a los inversionistas globales a seguir comprando sus bonos del gobierno).

Pero una forma de interpretar los eventos de esta semana es que algunos inversionistas están empezando a reflexionar sobre los límites de este privilegio, o se están preguntando qué sucederá a continuación. Ellos se están preguntando: si el presidente obliga a Powell a renunciar, ¿qué pasará con la inflación? ¿Cuántos estimulantes a corto plazo más tratará de producir Trump? Y si el déficit continúa explotando, ¿podemos suponer que los inversionistas continuarán financiándolo mediante la compra de bonos?

Algunas personas alrededor de Trump entienden estos riesgos. De ahí el deseo de hombres como Mnuchin y como Kevin Hassett, el presidente del Consejo de Asesores Económicos, de comunicarles a los inversionistas que Powell se mantendrá en su cargo. Pero si, como se ha predicho ampliamente, el crecimiento de EEUU se desacelera el año próximo, el presidente seguirá buscando más medidas alcistas temporales, así como chivos expiatorios (como la Fed).

Así es que la moraleja para los inversionistas es clara: no se preocupen por los eventos de esta semana. Pero prepárense para una mayor volatilidad en 2019. Y mantengan sus agendas flexibles para enfrentar la turbulencia adicional provocada por Trump (y por su cuenta de Twitter).

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