La agricultura uruguaya atraviesa fuertes transformaciones que se ven plasmadas en las cifras que muestran las decisiones de los productores. El crecimiento del maíz de segunda y el de los cultivos de invierno trigo y colza son de las tendencias más destacadas que reveló la encuesta de primavera de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
En los cultivos de invierno previsiblemente la colza tuvo un área récord en la siembra de otoño, un cultivo que está actualmente pasando de la floración a la fructificación. Pero, contrariamente a lo que se había planteado en el otoño con base en estimaciones privadas, la superficie de colza no superó a la de trigo de acuerdo a los datos divulgados por DIEA.
Se mantuvo la mayoría para trigo en 287.710 ha, un crecimiento fuerte respecto al año previo, en detrimento de la cebada que pierde unas 25 mil ha para quedar en 182.606 mil ha y la colza que es la que tiene récord absoluto en área en 267.263.
El área de trigo creció en 58 mil hectáreas y la de colza 101 mil hectáreas, con la cebada cediendo en 35 mil hectáreas.
En conjunto el ascenso de la superficie de invierno suma 142 mil hectáreas. Y es en buena medida responsable de los cambios que se dan en la agricultura de verano. El ciclo corto de la colza y su aporte a la rotación en términos más generales mejora las condiciones para la instalación de cultivos de verano que van a continuación. Una tendencia creciente que genera cambios importantes.
El ascenso del Uruguay maicero
El dato más destacado respecto a la cosecha 2022 de cultivos de verano es el récord de producción de maíz, que en 878 mil toneladas es la más alta de la historia de Uruguay.
Hubo un crecimiento parejo del área (7%) que alcanzó a 152 mil ha, y del rendimiento que fue de 5.763 kilos/ha (7%). Así se obtuvo una producción 14% mayor a la del año anterior que había estado en 770 mil toneladas.
EO Van cuatro años consecutivos con una producción de maíz superior a las 700 mil toneladas, un volumen que nunca antes se había alcanzado.
El área de maíz del año pasado es la más alta desde 1978. Y los rendimientos fueron los normales de un año Niña que afectó el inicio de los cultivos, pero aún en un año difícil la productividad actual tiene poco que ver con los de aquellos tiempos.
El rinde del maíz no fue excepcionalmente elevado en su promedio. Por un lado la genética ha cambiado mucho y permite altas productividades en cultivos sembrados más tarde. Por otro el riego empieza a tener una incidencia relevante en el total producido.
El año pasado el maíz de primera sintió por segundo año consecutivo la falta de agua típica de un año Niña, lo que nos lleva a observar dos grandes cambios en el maíz en Uruguay: la irrupción del maíz de segunda y la del maíz con riego.
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EO Maíz de segunda
La opción de siembra tardía de maíz, a continuación de un cultivo de invierno, crece por un lado por el propio aumento de área de los cultivos de invierno y en particular de la colza, pero por otro lado lo hace por mérito propio: por segundo año consecutivo tienen un rendimiento que supera al del cultivo de primera.
En 2022 hubo un salto en la siembra de segunda de 60% en el área, que pasó de 44 mil a 71 mil hectáreas. Los productores repitieron la exitosa apuesta de la siembra anterior, al punto tal que por primera vez en la historia el cultivo de segunda sin riego ocupó más hectáreas que el de primera y lo hizo en 10 mil hectáreas más sobre el de primera, 70.401 versus 60.526.
El maíz de segunda también le gana al de primera en rendimiento: 5.451 kgs/ha el de segunda contra 4.668 el de primera. Es la mayor diferencia de la historia a favor del cultivo de segunda. Como producción de secano el de segunda saca así una ventaja importante, con una producción superior en 101 mil toneladas del de segunda: 384 mil toneladas contra 283 mil de primera.
El maíz con riego es sembrado muy mayoritariamente de primera, para aprovechar la mayor luminosidad compensa una oferta pareja entre ambas fechas de cosecha. Eso empareja la oferta del cultivo en una primera cosecha de marzo y una segunda cosecha sobre junio, de volúmenes similares, en ambos casos mayores a las 400 mil toneladas, superiores a lo que era una cosecha completa poco tiempo atrás.
Esta tendencia a siembras más tardías generó algunas curiosidades este año, con cosechas demoradas por las lluvias del comienzo de invierno que llevaron a que se sembrara el cultivo 2022/23 a continuación casi inmediata a la cosecha 2022 en algunas chacras.
Porque incluso dentro del concepto de siembras de primera en chacras que vienen de pasturas, se opta por fechas que eviten los períodos más riesgosos de enero para la formación del grano.
La producción de maíz con riego ya supera las 20 mil hectáreas y las 200 mil toneladas. De primera se sembraron 19.948 hectáreas que tuvieron un rendimiento de 9.932 kilos, mientras que de segunda fueron 1.943 ha que rindieron 9.370.
En cifras aproximadas, el maíz en secano de segunda logró unos 800 kilos por ha más que el de primera, en tanto bajo riego el de primera tuvo unos 600 kilos más que el de segunda.
EO Maíz con riego
El maíz con riego mantiene la lógica de crecimiento gradual, pero persistente, y de una incidencia creciente en la producción, una tendencia que es acompañada en soja.
El área bajo riego en maíz y soja viene creciendo en unas seis mil a ocho mil hectáreas por año, desde 16.645 en 2019 a 38.373 ha en la pasada cosecha, más que duplicada en cuatro años.
La incidencia en la producción de soja total es baja, ya que solo unas 60 mil toneladas se generan con riego de una producción de casi tres millones de toneladas.
En cambio, la producción en maíz es relevante, ya que representa cerca de 25% del total y superó el año pasado las 200 mil toneladas.
A grandes rasgos con 10% de la superficie y un rendimiento cercano a 10.000 kilos por ha, representa un 20% de una producción récord.
El año pasado la producción de maíz con riego se ubicó en 211 mil toneladas, sobre una superficie de 21.400 ha y un rendimiento de 9.881 kg/ha.
En suma, un doble cambio en el cereal de verano que genera una oferta cada vez mayor que absorbe la ganadería uruguaya mayoritariamente, pero que enfrenta un panorama desafiante este año.
La Niña parece estarse expresando con una sequía incipiente que incluso puede agravarse a partir de la semana próxima cuando empiece el ascenso de temperaturas.
A la vez, el desplome del precio del ganado tiene a muchos productores ganaderos a corral dudando sobre hacer una pausa en el negocio.
La baja del precio de la colza puede también llevar a una baja del área de la oleaginosa de invierno en 2023, lo que puede cambiar los esquemas agrícolas.
Si el mercado ganadero se normaliza y la Niña se retira luego de su período inusualmente prolongado, la revolución maicera seguirá adelante y es posible que Uruguay vuelva a ser exportador del grano, con una ecuación de precios más accesible a quienes usan el grano como insumo de alimentación animal y por supuesto también a los consumidores locales.