Crece la preocupación por el derecho de las comunidades locales y la lucha para reparar los daños ambientales

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Minería africana: cruce de tensiones geopolíticas, promesas incumplidas y crisis ambiental

Considerado por los geólogos como “la mina del mundo”, los yacimientos de África contienen algunas de las mayores reservas mundiales por las que compiten las multinacionales
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11 de agosto de 2023 a las 05:00

El reciente golpe de estado en Níger, al igual que los ocurridos en los últimos dos años en Guinea, Malí y Burkina Faso, devolvieron la atención de occidente sobre la África subshariana, una región atravesada por el avance del yihadismo, los intereses geopolíticos de las grandes potencias y que, como el resto del continente, guarda en su subsuelo una enorme cantidad de recursos mineros.

Según el Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM), una organización internacional que reúne a unas treinta mineras multinacionales y asociaciones regionales dedicadas a la actividad, el continente africano cuenta con un tercio de las reservas minerales del planeta, y su peso es todavía mayor en metales como el oro, o los diamantes y el platino.

Bajo el suelo de África, al que los geólogos consideran la gran mina del mundo, se esconden, por ejemplo, más del 40% de las existencias del oro, el 55% de los diamantes, el 66% del cobalto y más del 80% del platino.

Una enorme riqueza que convive con problemas que afectan, de una manera u otra, a la industria extractiva, como el conflicto armado que se desarrolla en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) y el reciente golpe militar en Níger. Debilidad institucional atravesada también por el subdesarrollo de la infraestructura y los complejos lazos con occidente debido a un pasado marcado por la brutal explotación colonial.

A ello, se une ahora la preocupación por el impacto medioambiental y el cambio climático, los potenciales problemas de salud derivados de la actividad minera y los graves conflictos laborales por las casi siempre pésimas condiciones de los trabajadores, que incluye en muchos casos la explotación de mano de obra infantil.

Sin embargo, los desafíos de la extracción intensiva, acaparada por las grandes compañías occidentales y sudafricanas, y en la última década marcada por el avance de las empresas chinas, son leves comparados con el descontrol en el sector de la minería ilegal, un ámbito controlado por organizaciones criminales que funcionan como ejércitos privados.

La columna de muchas economías

Los minerales, sobre todo en la mitad sur del continente, son un componente fundamental de la economía de muchos países. En algunos, incluso, la minería es la mayor fuente de sus ingresos por exportaciones que, en la actualidad, se dirigen sobre todo a los mercados asiáticos, entre los que destaca China, el primer socio comercial del continente.

En países como Botsuana, la democracia más estable de África y de donde salen los diamantes más valiosos del mundo, el sector minero acapara el 19% del Producto Bruto Interior (PBI) y el 92% de las exportaciones, según los datos del Banco Mundial (BM).

En Zambia, por ejemplo, la minería representa el 80% de sus ventas al exterior, que se componen fundamentalmente de cobre y, en menor medida, de cobalto, un mineral clave para las nuevas tecnologías cuyos depósitos más importantes se encuentran en la RDC, que alberga también las mayores reservas mundiales de coltán, una mineral usado en las telecomunicaciones.

El caso de Sudáfrica, la economía más industrializada del continente, es más conocido. El país se asienta sobre el suelo considerado más valioso del planeta, si se excluyen los recursos energéticos, con un valor estimado en US$ 2,4 billones, según el BM. Más al norte, los buenos resultados económicos de Ghana no pueden explicarse sin el aporte de sus depósitos de oro.

La dependencia de la minería, sin embargo, deja muy expuestas a estas naciones a las fluctuaciones de demanda y precios.

“El sector fue golpeado duramente por la evolución del mercado de materias primas desde 2008. Sin embargo, hubo, hasta cierto punto y con diferentes tiempos, una recuperación”, explica Charmane Russell, vocero del Consejo Mineral de Sudáfrica, la patronal del sector. “Muchos países en vías de desarrollo, incluidos los africanos, son significativamente dependientes de la minería. Aun así, tiene un potencial de arranque para el desarrollo”, agrega Russell.

Regulación y riqueza

Pese a los desafíos, la extracción responsable es clave para el futuro de África. Según la mirada occidental, siempre que los países sean capaces de desarrollar un marco legal estable que permita impulsar el desarrollo, y que además sea atractivo para los inversores.

“El asunto es cómo asegurar que las recompensas sean equitativas entre los inversores, el país y las comunidades. Cuando los gobiernos regulan, intentan equilibrar esa ecuación. Pero nadie lo consiguió verdaderamente”, argumenta Andrew Lane, consultor jefe de Deloitte sobre Energía y Recursos en África, quien reconoce que la actividad no beneficia necesariamente a los ciudadanos.

Las escasas muestras de mejora económica y social llevaron a algunos países, como Tanzania, Zambia o la RDC, a incrementar considerablemente los impuestos y barreras sobre las actividades extractivas, orientación que es resistida por las multinacionales. “Es un delicado equilibrio y algunos países lo mantienen mejor que otros”, apunta el analista minero Peter Major, de la consultora Mergence Corporate Solutions.

Según los inversores, los marcos regulatorios africanos suelen ser inestables y esto, unido a problemas como la falta de infraestructuras adecuadas y los problemas de seguridad, mantiene al sector en un clima de incertidumbre.

Priorizar la reserva mineral de África

“Las grandes compañías occidentales no están priorizando a África en este momento, pero hay mucho interés de China e India en los activos africanos. Es una inversión ligeramente diferente porque gira alrededor de asegurar suministros para ellos en el futuro”, señala Lane.

Los expertos consideran que es un momento clave para que la minería contribuya más al desarrollo y el bienestar de los países africanos, en momentos en que crece la preocupación por el derecho de las comunidades locales y la lucha para conseguir reparaciones por los daños ambientales ocasionados por las mineras.

“Detrás de la minería en África hay un reguero de desintegración social. Las grandes empresas perturbaron la dinámica de las comunidades y vulneraron muchos de sus derechos más básicos. Encontrar un camino que combine los intereses de las dos partes demanda mucho esfuerzo”, explica Johan Lorenzen, abogado especializado en Derechos Humanos del estudio sudafricano Richard Spoor.

La firma es una de las líderes regionales en conflictos legales entre comunidades y grandes compañías mineras. Incluso logró sentencias históricas ante proyectos con respaldo gubernamental. “Deberíamos mejorar el diálogo entre las comunidades y los agentes para que no se empiece a minar y luego simplemente se pague a la gente después de hacer sus vidas intolerables”, advierte Lorenzen.

Victoria ambientalista

En África, muchos países se enfrentan al dilema de explotar minas por su beneficio económico o, decisión poco frecuente, cerrarlas para no contribuir al calentamiento global. El junio de 2019, la justicia de Kenia paralizó la construcción de una central de carbón que requería un nuevo yacimiento. Una de las escasas victorias de los activistas medioambientales en ese país de África del Este.

Omar Elmawi, activista comprometido en la lucha contra ese proyecto, se encontraba ese día en el Tribunal Nacional de Medio Ambiente. Contactado por teléfono, aún recuerda las “lágrimas de alegría” de los habitantes de Lamu, un lugar paradisíaco considerado patrimonio mundial de la UNESCO, cerca del cual debía construirse la central.

La central, con un costo de US$ 2.000 millones que iban a ser financiados por China, no se construyó, ni tampoco se excavó la mina de la que se iba a extraer el carbón. Aunque los promotores de proyecto, apoyados por el gobierno keniano, recurrieron la sentencia, Elmawi cree que tienen ínfimas posibilidades de ganar.

“Es nuestra salida”

El presidente chino, Xi Jinping, prometió en septiembre de 2021 ante Naciones Unidas (ONU) que su país no construirá en el extranjero más minas de carbón, uno de los mayores contaminantes del planeta y con fuerte incidencia en el calentamiento global, del que África es precisamente una de las principales víctimas.

Sin embargo, en un contexto nacional de fuerte déficit de electricidad, muchos gobiernos consideran el carbón como una alternativa. “Es nuestra salida”, explicaba en una conferencia en julio pasado realiza en París Ousseini Hadizatou Yacouba, ministra de Minas de Níger hasta el reciente golpe de Estado.

Los suelos nigerinos son ricos en uranio, litio y tierras raras, y pese a su fuerte potencial en energía solar, la funcionaria señaló que su país no está en la lógica de decir que no va a explotar el carbón porque es contaminante. “¿O es que una fábrica de carbón en Níger genera más emisiones que los numerosos vehículos y otras industrias en Europa?”, preguntaba de forma retórica la funcionaria.

El razonamiento es el mismo en Costa de Marfil, donde hay abiertas 22 minas, la mayoría de oro. Allí se entregaron 180 permisos de explotación y en sus aguas territoriales se descubrieron importantes yacimientos de gas y petróleo.

“Incluso si lográramos frenar las emisiones africanas ahora mismo, no cambiaría nada en el ritmo del calentamiento global considerando que el continente contribuye sólo en un 4% a las emisiones de efecto globales”, dice su ministro de Minas, Energía y Petróleo, Mamadou Sangafowa Coulibaly.

El funcionario sostiene que su país tiene un balance “neto de emisión cero de carbono”. Según Coulibaly, “cada gramo de CO2 emitido corresponde a un proyecto que permite absorberlo, especialmente por medio de la reforestación”. Es el mismo argumento usado por el gigante francés TotalEnergies, que inició la explotación de crudo en el mayor parque nacional de Uganda y construyó un oleoducto de 1.443 kilómetros para transportarlo hasta las costas de Tanzania.

(Con información de AFP)

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