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21 de abril 2015 - 19:37hs

“Quiero que otra mujer pueda sentir esa magia. Ese sentimiento único con el que sueña toda mujer. Porque yo padecí la angustia de quizá no poder tener hijos, y finalmente pude ser madre”. Ese fue el motivo por el que Natalia (nombre ficticio ya que pidió anonimato) donó sus óvulos. Como ella, otras tantas toman la decisión de someterse a una intervención que dura dos semanas y por la que algunas mujeres tienen más posibilidades de lograr un embarazo.

Aunque la donación de gametos –óvulos y espermatozoides– se realiza en Uruguay desde hace más de 20 años, la práctica comenzó a estar legislada con la última etapa de la reglamentación de la ley de reproducción asistida, finalizada en marzo de este año. La donación de semen llegó bastante antes que la de óvulos, porque no existían las técnicas necesarias para conservar los ovocitos de la mejor manera. Mientras que se puede donar espermatozoides desde 1987, los óvulos pueden ser donados desde hace 12 años.

La ley establece que como máximo habrá 25 nacimientos como producto de los óvulos fecundados de una misma mujer. Lo mismo sucede con los espermatozoides del hombre. Los donantes no pueden ser menores de 21 ni mayores de 34 años, aunque en el caso de las mujeres se intenta que no tengan más de 32.

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El proceso que una mujer debe recorrer para donar sus óvulos es bastante más complejo que el que transita un hombre que dona su esperma. Para obtener la muestra el varón debe masturbarse, respetar los horarios que marca el médico para obtener la muestra y abstenerse de mantener relaciones sexuales por lo menos un día antes de donar. “Es muy sencillo”, señaló Lidia Cantú, embrióloga clínica y directora del laboratorio de embriología del Cent|ro de Esterilidad de Montevideo (CEM).

El proceso para la mujer, en cambio, implica estimulación de los óvulos con hormonas, ecografías, controles médicos diarios, extracciones de sangre para monitorear los ciclos menstruales y extracción de los folículos que contienen los ovarios en un block quirúrgico, con anestesia general. Según la legislación actual, una mujer puede someterse a una estimulación ovárica un máximo de cinco veces a lo largo de su vida y no más de tres veces en un año.

Durante esas dos semanas, la persona se compromete a priorizar la donación. No hay exámenes de facultad, horas extras en el trabajo o cumpleaños familiares que sirvan de excusa para faltar a los controles. Por esa razón los donantes, ya sean hombres o mujeres, reciben una compensación económica.

A las mujeres se les paga $ 16 mil, “por instancia completa de estimulación de la ovulación y recuperación de ovocitos”, según el programa de ovodonación del Centro de Esterilidad de Montevideo (CEM). En los varones, la compensación es de US$ 38 por muestra aportada.

“Esto no quiere decir que sea pago, porque, ¿qué precio puede tener un óvulo? Pero sí hay que pagarles viáticos y lucro cesante (pérdida de horas laborales, entre otras cosas)”, aclaró a El Observador Lidia Cantú, embrióloga clínica, directora del laboratorio de embriología del CEM.

Raza, parentesco y psicólogos

Además de cumplir con el requisito de la edad, el donante debe practicar deportes, no consumir ninguna droga, ser estudiante o tener algún tipo de actividad intelectual. Las donaciones las reciben parejas del mismo o diferente sexo o mujeres solas, que no saben quién fue el donante o cuándo se realizó la donación. A su vez, quienes donan también ignoran quién recibió sus gametos. No puede haber donaciones entre familiares o personas de distinto color de piel.

Para una pareja, aceptar el recurso de la donación no es sencillo. “Vienen precedidos de mucha frustración. No olvidemos que son parejas que vienen recorriendo un camino de infertilidad. Vienen de un proceso de duelo”, dijo a El Observador la psicóloga especialista en infertilidad Liliana Gratarola.

Pero, para los donantes, dejar sus gametos no puede implicar un duelo. De hecho, se les realizan controles psicológicos y sus resultados pueden derivar en que una persona no esté apta para donar. Un criterio de exclusión es que solo estén motivados por la compensación económica. Otro es que consideren que ese óvulo o espermatozoide que están donando es “un hijo”. “Tienen que tener claro que lo que están donando es una célula que, potencialmente donada a una pareja, o a una mujer sola, puede devenir en un hijo para otra pareja”, enfatizó Gratarola. Según la especialista, donar esperma es para el hombre una forma de chequear que no hay problemas con su virilidad. A las mujeres las mueve dar sus óvulos a otras que hace años buscan ser madres porque las hace sentir sanas, solidarias y, en palabras de una donante, “para hacer felices a otras”.

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