Naciones Unidas denunció la situación crítica de los varados en la frontera entre Chile y Perú

Están varados, Chile los expulsa y Perú pugna para que regresen a sus países de origen. Entre ellos hay mujeres, niños y ancianos. Un campamento improvisado con carpas que sirven para refugiarse de un sol inclemente se convirtió en su nuevo hogar.

A falta de camas, los niños duermen en el suelo y, a falta de agua corriente, se lavan poco y mal con el agua embotellada que reciben de algunas organizaciones humanitarias chilenas. Los alimentos y los recursos sanitarios escasean.

La situación fue denunciada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas (ONU), que instó a los gobiernos de Perú y Chile a respetar sus derechos. “Estas personas están sin ningún tipo de protección, lo que eleva la posibilidad de que sufran violencia, abuso y explotación", advirtió la entidad.

Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) se trata de al menos 400 personas. Ninguna tiene los documentos en regla. Todos permanecen en las cercanías del Complejo Fronterizo La Concordia, luego de verse forzados a abandonar Chile debido al endurecimiento de los controles ordenado por el presidente Gabriel Boric.

"Deben respetarse los derechos, el bienestar y la dignidad de los refugiados, migrantes y solicitantes de asilo que se encuentran en la frontera. Independientemente de su estatus migratorio o de la documentación, necesitan tener acceso a las necesidades más básicas", afirma Gema Cortés, portavoz de la OIM.

Las organizaciones que trabajan en el lugar para llevar asistencia humanitaria señalan que las principales necesidades de los refugiados y migrantes son asistencia legal, un área de espera con sombra, estaciones de agua, alimentos, pañales para bebés, acceso a agua, saneamiento e higiene; además de asistencia médica, estaciones de luz y transporte humanitario.

La asistencia, en la práctica, es casi nula. La misión chilena de la OIM, en su puesto en la ciudad de Arica, el punto de tránsito en Chile para muchas de las personas que se dirigen hacia la frontera, hace lo que puede. Entrega kits de emergencia con alimentos, artículos de higiene y agua. La misión, además, intenta coordinar con los gobiernos y otras agencias el cumplimiento de las necesidades humanitarias básicas.

Pese a los esfuerzos, la población varada permanece en la zona "sin ningún tipo de protección", lo que significa un gran riesgo para "niños, niñas y adolescentes, ya que al dejarlos en situación de calle se los arriesga de forma incrementada a sufrir violencia, abuso y explotación", alerta la OIM.

La situación, además, generó brotes de xenofobia. El sábado pasado, un grupo de residentes peruanos protestó contra los migrantes que cortaban la ruta para hacer escuchar sus reclamos. La protesta, en la que tuvieron que intervenir las fuerzas de seguridad, terminó con un herido.

Un riesgo adicional es el clima y los efectos que pueda tener en la salud de las personas, "particularmente en la de los niños y adultos mayores, que presentaron cuadros de fiebre, deshidratación e insolación por las altas temperaturas registradas en la zona en estos días", explica Cortés.

Por lo pronto, la situación no tiene una solución integral a la vista. La ministra de Relaciones Exteriores de Perú, Ana Cecilia Gervasi, asegura que su gobierno apoyará las acciones destinadas a gestionar albergues temporales y servicios básicos para los migrantes mientras se trabaja en una solución permanente.

En tanto, los migrantes aguardan a la intemperie la llegada de un avión enviado por Venezuela para repatriar a 150 venezolanos que expresaron su deseo de volver a su país natal. Chile, por su parte, confirmó que el vuelo saldrá el domingo desde Arica y que "es parte del programa de retorno a la patria que impulsa el gobierno de Venezuela".

Así lo indicó el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Alberto Van Klaveren, quien valoró la "buena disposición" del gobierno venezolano. Según dijo, el vuelo programado “es un importante avance que permite enfrentar adecuadamente” el problema humanitario. El funcionario, sin embargo, no precisó si habrá otros vuelos.

"Todas las personas que lo usen serán empadronadas y registradas por parte del consulado venezolano", informó el ministro. El canciller también se refirió a la posibilidad de establecer un corredor humanitario desde la frontera de Perú y Chile hasta Venezuela, pasando por Ecuador y Colombia.

Klaveren no descartó la posibilidad, pero dijo que se trata de una medida "a mediano y largo plazo". Una operación que definió como “extremadamente compleja", razón por la que justificó que su gobierno se haya concentrado “en la operación aérea" para hacer frente a la crisis migratoria.

La ministra de Relaciones Exteriores peruana, Ana Gervasi, ya había adelantado que Venezuela enviaría un avión a Arica para repatriar a un primer grupo de migrantes. Gervasi destacó que su cartera había realizado "coordinaciones con Venezuela para implementar un vuelo de repatriación para los ciudadanos venezolanos que voluntariamente deseen regresar a su país".

Gervasi agregó que estos eventuales pasajeros "fueron registrados en la zona de frontera", tanto en territorio chileno como peruano. Por su parte, el subsecretario de Justicia chileno, Jaime Gajardo, y el Delegado Regional Presidencial de Arica y Parinacota, Ricardo Sanzana, iniciaron el proceso de enrolamiento de los indocumentados.

"Esta medida nos permitirá tener más puntos de control en la frontera, para tener una migración regular, ordenada y segura", dijo Gajardo. El proceso es llevado a cabo por el Registro Civil chileno junto a la Secretaría Regional Ministerial de Desarrollo Social. El objetivo: entregar un número de individualización a las personas que se encuentren en el lugar.

Gervasi detalló que Lima y Santiago acordaron establecer una mesa de trabajo permanente con la participación de los funcionarios encargados de las áreas consular, política y de fronteras. Por lo pronto, Perú ratificó que seguirá impidiendo el paso de los migrantes. Un bloqueo que hace que algunos asuman el riesgo de cruzar por pasos irregulares hacia la ciudad de Tacna, incluso con la intención de emprender de la forma en que sea el regreso a Venezuela.

El fin de semana pasado, el canciller venezolano, Yván Gil, dijo que su país pidió "garantías" para enviar aviones de la aerolínea estatal del país para regresar a los migrantes. "En relación a la situación, estuvimos en contacto con ambas cancillerías y solicitamos plenas garantías y respeto para nuestros compatriotas", publicó Gil en Twitter.

El panorama, pese al “primer vuelo” programado, está lejos de encaminarse a una solución. El recrudecimiento de la situación en la frontera tensa la relación entre Lima y Santiago, al punto tal que el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, instó a los gobiernos de ambos países a dialogar y propuso que se emitieran salvoconductos para las personas vulnerables, como niños, adolescentes, embarazadas, ancianos y personas con enfermedades crónicas.

Aunque entre los centenares de migrantes varados hay colombianos y haitianos, la inmensa mayoría son originarios de Venezuela, un país de 30 millones de habitantes que vio emigrar en lo últimos diez años a más de 7 millones de personas, según la ONU. De ellos, se estima que 1,5 millones se establecieron en Perú y otros 2,4 millones en Colombia.