La joven desapareció el 13 de diciembre de 2010.

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Nadia Cachés: a 12 años siguen las incógnitas y grupo mantiene la "memoria viva" por la verdad

El "Grupo Buscando a Nadia" insistió en el Parlamento en las omisiones y contradicciones que tuvo la investigación de un caso que sigue impune.
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26 de diciembre de 2022 a las 05:00

El 13 de diciembre de 2010 desapareció Nadia Cachés. Tenía 20 años y vivía en Canelones.  Allí comenzaba un largo periplo que terminaría transformándose en una de las interrogantes judiciales más grande de las últimas décadas. Un caso aún impune, con muchas incógnitas, pero sobre el cual varias personas todavía siguen reclamando justicia. 

A doce años de esos hechos, el caso volvió a ser discutido a nivel parlamentario. A la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados concurrieron los integrantes del "Grupo Buscando a Nadia", integrado en su mayoría por mujeres que en su momento eran amigas y conocidas de la chica. La agrupación mantiene vivo el reclamo con el objetivo de saber qué pasó con ella. El caso fue presentado debido a que en esa comisión se discute un proyecto de ley que pretende desarrollar políticas públicas e institucionales de búsqueda de personas ausentes. 

Para el grupo hubo varios aspectos informado que "saltaban a la vista", pero que no fueron considerados en la investigación liderada por el entonces jefe de Policía, Erode Ruiz que, su momento, les había dicho que "cuando se encontraba el cuerpo, el cuerpo hablaba". 

Uno de esos aspecto fue que varios testigos afirmaron haber visto a Nadia en su ciudad, varias horas después de lo siempre se indicó como el momento de su desaparición. Se dice que la chica salió ese día a las 17:45 de la casa de su prima en Manga y su rastro se perdió en el trayecto. Sin embargo -y pese a que su familia dice que nunca retornó- varios testigos dijeron haberla visto en Canelones entre las 22 y las 23 horas. Eso se sabe, porque ese día había examen de química en el Liceo Tomás Berreta, y gente que la conocía la vio cerca de allí. 

Una de las integrantes del grupo (que pidieron reserva a ante las amenazas que han recibido) marcó ciertas  "omisiones que rompen los ojos" en la investigación. Por ejemplo, el hecho de que en el dormitorio de la joven se hallaron sábanas ensangrentadas, y la sangre era de Nadia. "No de una menstruación, como se dijo, en su momento, sino mucha sangre", afirmó. También dijo que luego de ese hallazgo la habitación fue cerrada con candado. Las sábanas fueron encontradas mediante un allanamiento que, según el grupo, fue realizado bastante más tarde de lo que correspondía. 

El 24 de abril de 2012 se encontraron restos óseos que, a través de estudios de ADN realizados en Chile, se determinó que pertenecían a la chica. Y aparecieron de manera fortuita porque unos trabajadores desmalezaron el terreno y los encontraron. No estaban enterrados, sino "chamuscados" debido a que para limpiar el predio habían prendido fuego. 

Lo que se encontró en realidad fue parte de su cráneo, fémur y húmero, y una pulsera. Son, precisó el grupo, restos. No hay un cuerpo ni tampoco evidencia de cuándo, dónde o cómo murió. Incógnitas que la Policía Científica uruguaya nunca pudo resolver. 

La mujer mencionó allí al Ministerio del Interior. "Podemos decir que fuimos atendidos, pero nunca hubo una respuesta", afirmó. El caso sigue sin ningún tipo de avance: primero estuvo en Canelones, luego pasó a Las Piedras y finalmente retornó a Canelones.

El padre

El grupo apuntó también al grupo familiar de la chica. Ante la comisión, se citó un mensaje que Nadia le había enviado a su mejor amiga, con la que en marzo de 2011 se iba a venir a vivir en Montevideo para estudiar. Unos días antes le había escrito: "Papá me mira raro, creo que tiene que ver conmigo". 

Al respecto, se sostuvo que "lo raro" fue que la denuncia de su desaparición fuera efectuada no por la familia sino por los amigos, a 48 horas de dejar de ser vista. Unos días después, recordó, fue el padre el que dijo dónde estaba su bicicleta. "Efectivamente, se fue a buscar y se encontró allí", dijo. Lo mismo pasó con la mochila de la joven.   

Una de las mujeres integrantes del grupo acusó directamente al padre de Nadia de haber amenazado a los integrantes del grupo. "Nos dijo que si seguíamos haciendo intervenciones y cosas, él tenía una nueve milímetros", relató. La amenaza fue denunciada ante la Justicia. 

Otra de sus compañeras afirmó incluso que le llegaron a costear un tratamiento psicológico a la madre de Nadia para que pudiera tener un espacio de contención y que, en cierta forma, pudiera involucrarse un poco más en la causa . "Si una persona se desespera porque le dicen que su amiga no volvió, uno espera que a la par estén los padres", dijo. Según sostuvo, eso nunca sucedió. También apuntó otra dificultad: como víctima, Nadia nunca tuvo un abogado que se interesara en el caso y en la investigación. 

Dijo que en febrero de este año habló con la madre y le insistió en que fuera la referente familiar de la causa. "Me dijo que estaban amenazados ella y sus hijos", aseguró. Salvo uno de los hermanos, que comenzó a acercarse al grupo, el resto "se borraron" de Canelones. 

"Hay que mantener la memoria viva", señalaron las mujeres. Afirman que eso es lo intenta hacer el grupo que integra. "Somos porfiados y, como decimos siempre, acá no se rinde nadie". 

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