Para ganar en la primera vuelta, el candidato debe quedar en primer lugar y obtener al menos 25% de los votos en al menos 24 de los 36 estados nigerianos

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Nigeria elige presidente en un proceso considerado clave para la estabilidad de África occidental

El país, rico en petróleo y el más poblado del continente, atraviesa una profunda crisis económica en un contexto caracterizado por los enfrentamientos étnicos y el accionar del separatismo islámico
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24 de febrero de 2023 a las 12:24

Luego de los golpes e intentos de golpe de estado en Mali, Burkinaso Faso, Guinea, Guinea-Bissau y Mali, que pusieron en entredicho la frágil democracia en África occidental, y la propagación de grupos armados islámicos en el Golfo de Guinea, la comunidad internacional seguirá con especial atención el proceso electoral que comenzó hoy en Nigeria para elegir al sucesor del presidente Muhammadu Buhari, en una contienda con cuatro favoritos para dirigir durante los próximos cuatro años al país más poblado de África y el mayor productor de petróleo del continente.

Para ganar en la primera vuelta, el candidato debe quedar en primer lugar y obtener al menos 25% de los votos en al menos 24 de los 36 estados nigerianos y en Abuya, la capital federal, dispositivo que refleja la complejidad de un país con predominancia musulmana en el norte y cristiana en el sur, y con tres grandes grupos étnicos: los yoruba en el suroeste, los hausas en el norte y los igbos en el sudeste. Si hay segunda vuelta, se realizará en un lapso de 21 días.

Según los datos oficiales, los 93,4 millones de nigerianos registrados y habilitados para votar deberán, además, decidir la composición de las dos cámaras del parlamento; proceso que se completará el 11 de marzo con la participación de unos 400 candidatos que participarán en 28 contiendas para gobernador en medio de una avalancha de noticias falsas en la redes sociales, según apuntan los medios locales y recogen las agencias internacionales de noticias.

Sobre un total de 18 postulantes, Ahmed Bola Tinubu, del gobernante Congreso de Todos los Progresistas (APC); Atiku Abubakar, del Partido Democráticos Popular (PDP), la principal fuerza de oposición; Rabiu Musa Kwankwaso, del Partido Popular de Nueva Nigeria (PPNN); y Peter Obi, del Partido Laborista (PL); se perfilan como los principales candidatos a suceder a Buhari, tras ocho años de mandato y de cara a números y difíciles desafíos, como los atentados de grupos yihadistas y separatistas, la debilidad de la economía y el aumento de la pobreza.

Aunque la megalópolis Lagos, la principal ciudad, dio visibilidad a Nigeria como sede de Nollywood -la segunda mayor industria cinematográfica mundial- y de Afrobeats -la productora musical de íconos globales como Burna Boy y Wizkid-, quien suceda a Buhari tendrá que enfrentar rápidamente no solo los graves problemas de seguridad y financieros, sino que deberá dar algún tipo de respuesta al 65% de la población que vive por debajo de la línea pobreza en un país de 216 millones de habitantes.

El APC, el partido de Buhari, presenta para sucederlo a Tinubu. De 70 años, apodado "el padrino" por su enorme influencia política, Tinubu reivindica su gestión de gobernador de Lagos y asegura que ha llegado su "turno". El PDP, en tanto, lleva al exvicepresidente (1999-2007) Abubakar, de 76 años, que intentará por sexta vez alcanzar la primera magistratura, argumentando que su “sagacidad en el mundo de los negocios” le permitirá "salvar" a Nigeria.

Sin embargo, el tradicional dominio de ambos partidos se ve amenazado por un tercer candidato: Obi, de 61, del PL. El exgobernador de Anambra, provincia localizada  al sudeste, ganó popularidad entre los jóvenes urbanos y su irrupción podría llevar a una segunda vuelta electoral, la primera vez desde el fin del régimen militar en 1999, ocasión en que fuera elegido presidente Olusegun Osenjo (1999-2007).

Buhari, un exgeneral con experiencia en la guerra, que asumió en 2015 con la promesa de abordar la inseguridad, especialmente en el noreste donde el grupo islámico separatista Boko Haram libra una sangrienta campaña desde 2009, apenas ha tenido éxito en sus intentos. Buhari tampoco ha tenido éxito en su intento por estabilizar la economía en un contexto de falta de liquidez debido a la decisión del banco central de reemplazar la divisa nigeriana, el naira, por una nueva moneda para detener la inflación.

La medida, que dejó a muchos nigerianos sin medios para hacer sus compras o usar los transportes públicos y atizó el descontento contra el gobierno, ha provocado largas colas frente a los bancos y disturbios en varias ciudades, situación que derivó en divisiones en el seno del APC. Algunos dirigentes del partido en el poder vieron incluso en el cambio de moneda a pocos días de las elecciones una maniobra para debilitar a su candidato.

Por lo pronto, millones de personas en Nigeria, país rico en petróleo, han visto disminuir su poder adquisitivo a medida que la naira se desplomó a un tercio de su valor desde 2015. Hoy, la economía más grande del continente, tiene múltiples tipos de cambio de cara al dólar estadounidense con una tasa de cambio que en el mercado negro casi duplica a la oficial.

La situación, según algunos analistas locales, se debe a la baja producción de petróleo por el robo masivo de crudo en la región del delta del Níger, pero también por un régimen de subsidios al combustible que para los líderes de la sociedad civil e incluso funcionarios del gobierno ha alentado una ola de corrupción.

Sin embargo, los expertos sostienen que el país está atravesando un renacimiento de la democracia, en especial de la mano de los jóvenes. Nigeria tiene la población joven más grande del mundo con una edad promedio de 18 años. Más de un tercio de los votantes, aproximadamente 37 millones, tienen entre 18 y 34 años, y existe la sensación de que la pasión que ayudó a impulsar el género musical Afrobeats y la industria cinematográfica de Nollywood está llegando a la escena política.

Algunas de las quejas de los jóvenes incluyen una prohibición de uso de Twitter por siete meses, una huelga de ocho meses en universidades públicas y el asesinato de más de una docena de manifestantes por parte de los militares en una protesta contra la brutalidad policial en 2020. Situación que se agrava por un sistema educativo fallido y un desempleo creciente, lo que ha contribuido a la "ola de Japa", frase nigeriana para los migrantes calificados que dejan el país en busca de seguridad y mejores empleos.

Los observadores destacan como una de los principales signos de cambio que por primera vez desde el regreso de la democracia ningún general o exgeneral está en las boletas. De hecho, tres de los cuatro principales candidatos y al menos otros dos contendientes adquirieron relevancia nacional por primera vez en las elecciones de 1993, consideradas ampliamente como las "más libres y justas" en la historia del país, pero anuladas por los militares. Esto ha llevado a los analistas a describir la votación del sábado como un “cambio de guardia”.

No obstante, aunque la participación de los jóvenes en el proceso electoral está en camino de alcanzar niveles récord, solo unos pocos candidatos son jóvenes y todo ellos son postulantes para cargos legislativos. Hasta 2018, los nigerianos menores de 30 años no podían postularse para cargos locales y federales, y tenían que esperar hasta los 40 para intentar una candidatura presidencial. Obi, el más joven de los cuatro candidatos presidenciales, tiene 61 años y es el único nacido después de la independencia de Gran Bretaña en 1960.

Mientras Nigeria lidia con sus crisis internas, también hay una crisis de confianza en la democracia en África occidental. En los últimos tres años, una serie de golpes e intentos de golpes en sus vecinos Burkina Faso, Guinea, Guinea-Bissau y Mali han llevado a que la región sea denominada el “cinturón de los golpes”.

En ese contexto, son varios los expresidentes africanos que viajaron a Nigeria antes de la votación para servir como jefes de las misiones de observadores extranjeros. La razón: los líderes y expertos de la sociedad civil señalan que Nigeria es percibida como una fuerza estabilizadora en África occidental y que otra transición civil exitosa sería clave para establecer su influencia en la región.

“La mirada de 210 millones de nigerianos, 1.300 millones de africanos y 2.500 millones de miembros de la Commonwealth está puesta en las elecciones nigerianas para garantizar un cambio democrático exitoso y pacífico que se erija como el faro de luz dentro de la región para trazar el camino a seguir para un África democrática”, expresó la oficina nigeriana de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales.

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