Daniel Martínez se emocionó en más de una oportunidad durante la entrevista con Facundo Ponce de León en De Cerca.
El primer bloque de todas las entrevistas a los candidatos comienza con la presentación por parte de los líderes de tres objetos de su vida que los hayan marcado.
Martínez se emocionó al presentar dos de los objetos. Uno de ellos fue un “manómetro”, de su época en Ancap.
“Había tres calderas: las Riley, que habían sido parte de la generación termoeléctrica de UTE. Ancap se las había comprado a la UTE para generación de vapor a 12 kilos y 270 grados, por este vapor sobresatura. Ese manómetro marca la presión”, explicó Martínez.
El aparato es importante porque si hay un error en la medición puede ser muy peligroso. “En Ancap aprendí bien a ver una bomba, bombas centrífugas, pensamiento positivo, aprendí lo que eran motores, lo que era soldadura, intercambio de calor, lo que quieras”, dijo.
Según contó, todo eso lo hace estar muy ligado a Ancap, porque lo asocia con la solidaridad
“Yo venía de un mundo más clase media, diferente”, señaló, para destacar cómo “con un grupo de amigos” empezaron a formar el sindicato clandestino. “Era jugarse la vida (...) Me emociona”, dijo.
Mirá el video arriba.
Pero no fue la única vez en la entrevista. Cuando habló de otro de los objetos, una matera, también se puso emotivo.
“Esta matera me la regaló Laura. Pero lo importante es la frase”, dijo.
Se trata de una frase de Julius Fucik: “Hemos vivido por la alegría, por la alegría hemos ido al combate, y por ella hemos de morir. Que la tristeza jamás se una a nuestro nombre”.
¿Por qué le importa tanto? “Había un compañero (de la Unión de Jóvenes Comunistas) llamado el negro Juan, del que nunca supe el apellido, con el que armamos muchas cosas de la resistencia”, dijo. “Este amigo me regaló un libro que se llamaba
Reportaje al pie del patíbulo, (de Fucik) que era un militante comunista (checo), director de teatro, que terminó preso siendo secretario general del partido. En los papeles de cigarro, y en la caja de fósforos, a través de un carcelero checo que se los fue sacando, editó ese libro cortito y esa frase (de la matera) se la dirige a la compañera”, dijo Martínez.
En ese momento se emocionó nuevamente.
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