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Ómnibus chicos y mala educación: las razones de un viaje incómodo

Además del espacio, los usuarios reclaman por el comportamiento de los demás pasajeros y de los trabajadores
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15 de septiembre de 2015 a las 16:20
Viajar apretado, con la mochila del pasajero de enfrente clavándose en las costillas, y sin tener de dónde agarrarse, son algunas de las incomodidades que deben sufrir los usuarios cada vez que se suben a un ómnibus. A ese malestar, porque la mayoría de las veces el vehículo está repleto, se suma la mala educación o el maltrato y aunque se viajen pocos minutos es imposible no sentirse agobiado.

Esas son algunas de las principales molestias que sienten los pasajeros al viajar en los ómnibus de la capital. Los datos surgen del primer Estudio antropológico del transporte urbano, ómnibus y taxis, realizado por la Facultad de Humanidades para poder diagnosticar y ser base para brindar soluciones a los problemas de esos medios de transporte. Fueron 200 las personas entrevistadas, 14 los modelos de taxi medidos y 19 los ómnibus.

El 26% de los entrevistados se queja de la mala educación o el maltrato en el transporte capitalino.

Según el estudio, si bien uno de los principales problemas es que las dimensiones de los pasillos y asientos no son adecuadas –son muy angostos o chicos-, o la cercanía de las mamparas (84% dice que es la mayor dificultad) también hay molestias con respecto al comportamiento de los demás pasajeros y de los trabajadores –choferes y guardas.

Una de las principales molestias que manifestaron las personas entrevistadas para los viajes en taxi es la velocidad o la audacia al manejar (43%), seguida de la música alta, la falta de higiene, los olores o que el chofer haya fumado dentro del vehículo (36%) y la mala educación del conductor. Algo similar ocurre en el caso de los ómnibus, donde el 26% de los entrevistados se queja de la mala educación o el maltrato en el transporte; otro 24% lo hace de las frenadas bruscas o que no pare, seguido aunque en menor porcentaje de la música alta.

Eso se condice con los estudios observacionales realizados en 22 recorridos por la ciudad en diferentes horarios, en los que estaba encendida la radio del guarda o del conductor en un 62% de los viajes, "en algunos trayectos con volumen alto", dice el informe.

Los usuarios de taxis critican la audacia al manejar, la música alta, falta de higiene, o que el chofer haya fumado dentro del vehículo.

Además, según la directora de la investigación, Isabel Barreto, una de las principales cosas que hace que los viajes en el transporte público sean incómodos es que al tener poca capacidad –el 62% de los entrevistados afirma que viaja siempre con el ómnibus "lleno o muy lleno"- se da un contacto obligado con los demás pasajeros. El estudio explica que debido al reducido espacio de los pasillos, que dejan una separación de entre 20 y 30 centímetros entre los pasajeros, constantemente el llamado "espacio íntimo", que va hasta los 45 centímetros y es al que la persona solo deja acercarse a la familia, los amigos o la pareja, se está invadiendo por extraños.

Esa relación forzada, explicó Barreto a El Observador, genera estrés e incomodidad y una sensación de invasión, lo que lleva a evadirse escuchando música, mirando hacia afuera o al celular.

Otra de las molestias que suma estrés a cada viaje, sobre todo cuando van llenos, es la presencia de vendedores ambulantes o cantantes, lo que se registró en un 58% de los viajes observados.

Medidas inadecuadas, ninguna norma


Dentro de la estructura de los ómnibus, las mayores quejas se dan con respecto a el ancho de los pasillos, que es insuficiente, a la falta de ventilación, limpieza o plataformas; luego están los asientos: angostos, mal distribuidos, con poco espacio entre asientos y furos; y la altura de los pasamanos o las agarraderas. Esto se debe, explicó Barreto durante ala presentación del estudio a que al ser Uruguay un mercado chico, las unidades se traen de Brasil o China y no son compatibles con la media de los cuerpos de los uruguayos.

A pesar de esto, y de la incomodidad que conlleva para los usuarios, que ven que al mal servicio se suma también el encarecimiento del precio, no hay ninguna normativa departamental que rija cómo deben ser las estructuras de los ómnibus ni que obliguen a tener determinadas proporciones. Así, en ómnibus con dos filas de asiento en un lado, y una en el opuesto, donde se espera una fila de tres en el pasillo, no se deja lugar para transitar y se dificulta también el ascenso y descenso.

Otro tema son los escalones, que miden en promedio 26 centímetros de alto, a lo que se suma que dentro del ómnibus puede haber además hasta seis desniveles. Eso genera, sobre todo en la población más envejecida, "dificultad para moverse, estrés y agotamiento", señaló Barreto.

Según dijo a El Observador la directora de Movilidad de la Intendencia de Montevideo, Beatriz Tabacco, la comuna pretende regular las dimensiones de los ómnibus a través de nueva normativa, lo que estará incluido en el Plan Director de Movilidad. "Como parte del plan uno analiza los recorridos y también hace propuestas de ómnibus más adecuados", dijo dentro de lo que se va a analizar el cambio de normativa.

Sin espacio y con bultos

Para terminar de hacer al viaje incómodo, a los pasillos angostos, asientos más chicos que el cuerpo promedio y los pasamanos que llegan a estar a hasta 2,15 metros de altura -35,8 centímetros más de la altura ideal- se suma el hecho de que un 56% viaja con mochila, un 32% con bolso y un 12% con carteras. Eso se traduce en menos espacio para circular y además en problemas para la salud por la incomodidad del viaje, que más de la mitad hace todo el trayecto sin poder sentarse.

Casi la mitad de los entrevistados cargan bolsos o mochilas que pesan entre medio y tres kilos, y tres de cada diez lo hacen con una carga de hasta cinco kilos. Los hay también que llevan hasta 30, dijo Barreto. Según explicó la investigadora a El Observador, eso lleva a tener problemas serios de salud. "En una escala de proyección de vida, un individuo que empieza a trabajar con 20 años y viaja 5 o 6 días a la semana, dos viajes al día y con un peso, posiblemente a la larga termine con problemas serios a la columna, en los hombros y en las cervicales", afirmó Barreto.

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