Las diferencias exhibidas en los últimos días y semanas entre los cuatro principales actores político partidarios del Uruguay no son solo principalmente búsqueda de marcación de perfiles de cara a la opinión pública. Tampoco es un degradé de oficialismo puro, oficialismo muy confiable, oficialismo algo más diferenciado y oposición, como el juego de que a cada quien toca jugar según el lugar que ocupa en el tablero. Debe partirse de la idea de que más que nada hay diferencias conceptuales, ideológicas o doctrinarias, tanto en lo económico como en lo político, y en ambos casos cuanto al rol del Estado y al rol del individuo. Y al tratar de describir las posturas –desde un ángulo no técnico en lo económico- conviene salir de la discusión de palabras e ir a la descripción de conceptos: no importa si es una postura inspirada en Keynes o en Hayek, si es liberal o dirigista; eso queda para la taxonomía técnica de los que saben de la materia, que no es el caso.
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