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Pasos firmes hacia un cambio en la política exterior

Lacalle Pou excluye a ciertos mandatarios del acto de asunción presidencial
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28 de febrero de 2020 a las 05:04

Ya durante la campaña electoral, la que finalmente lo consagró como el próximo presidente de los uruguayos, Lacalle Pou se había distanciado del actual gobierno respecto a la posición sostenida sobre la crisis política en Venezuela. Desde un primer momento, no dudó en catalogar a Maduro como un dictador, término que siempre fue esquivado por las autoridades del gobierno saliente. La semana pasada se desató la polémica por la confirmación de que los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela no serán invitados a los actos del primero de marzo, alegando que en dichos países no hay democracias plenas.

La decisión mencionada generó repercusiones dentro y fuera de fronteras, la que llevó a que el propio presidente electo declare que se trata de una decisión personal, asociada a los líderes actuales de esos países y no una decisión contra los pueblos. En los hechos, Uruguay no piensa romper relaciones diplomáticas con estos e incluso está previsto invitar a la ceremonia a los embajadores de dichas naciones acreditados en el país.

Los efectos de la decisión fueron ampliamente sobredimensionados, acusando que la próxima administración basará su política exterior en ideologías, lo que por cierto se le criticó de forma extendida a los gobiernos del Frente Amplio. La decisión si bien es política, no necesariamente indica que las relaciones exteriores vayan a seguir esa lógica. De hecho, ya existen claros ejemplos que confirman el pragmatismo y la baja carga ideológica de Lacalle Pou y de su canciller designado Talvi. Basta recordar que, si bien se anunció el retiro del Mecanismo de Montevideo, se adelantó que seguirán los contactos con el Grupo de Contacto Internacional y que no se formará parte del Grupo de Lima, si bien con este existen muchos puntos en común. Incluso más, la nueva administración no reconocería a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela. Los primeros movimientos dados en el acercamiento del próximo gobierno con Brasil y Argentina a partir de la visita de Talvi a los respectivos cancilleres, también confirman una sintonía que va más allá de las posibles afinidades políticas, que, por cierto, bien sabemos no son garantía de una buena relación con los vecinos. Por otro lado, el canciller electo nombró a los directores que lo acompañarán en su función, ponderando en la elección a funcionarios de carrera con comprobada trayectoria, no importando su color político o continuidad en el cargo.

En cuanto a los impactos de la decisión, no es comparable la situación de Venezuela y Nicaragua con la de Cuba, ya que este último, tiene el mismo régimen no democrático desde hace décadas, mientras que en los otros dos países se han dado quiebres institucionales más recientes. El comercio con Venezuela se ha derrumbado en los últimos años, los intercambios con Nicaragua son muy bajos y en ninguno de los dos países existe una agenda activa de cooperación. Con Cuba las exportaciones uruguayas sí son considerables y hay niveles de cooperación más profundos. Ahora bien, las compras desde este país son de unos pocos productos alimenticios de primera necesidad, por lo que no parece razonable pensar que dejarán de adquirirse.

De la decisión del futuro presidente uruguayo subyace la necesidad de dar una señal a la región de que Uruguay tendrá un cambio en la política exterior, al menos en el plano político, ya que en el comercial existen varias coincidencias. Cambiar la posición del país respecto a Venezuela parece una prioridad. Algunos han cuestionado, ¿por qué estos mandatarios y no otros como los de Bolivia o Chile?  Sobre dichos reclamos, pienso que es una simplificación de cierta gravedad las declaraciones realizadas por algunas de las autoridades nacionales de que en la región no hay países con democracias plenas, sí los hay. Lo que enfrentan muchos de nuestros vecinos son crisis sociales y políticas que no pueden asemejarse con las atravesadas por Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Por otro lado, ¿por qué no replicar el comportamiento con otros países de otros continentes? En primer lugar, por razones históricas y culturales se trata de situaciones no comparables. Además, con dichos actores no existen vínculos a través de compromisos democráticos. A nivel de la OEA, Uruguay es parte de la Carta Democrática Interamericana y a nivel de Suramérica, aprobó el Compromiso con la Democracia en la Unasur y el Protocolo de Ushuaia sobre el Compromiso Democrático en el Mercosur, el que por cierto se activó correctamente contra Venezuela en 2017.

Históricamente, Uruguay ha sido reconocido por el respeto a los derechos humanos y por sus valores democráticos. En ese sentido, los pasos firmes dados por Lacalle Pou en la política exterior parecen no tener que ver con ideologías, sino más bien con la defensa de ciertos valores que Uruguay siempre deberá respetar.

Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay y director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la misma Universidad. Doctor en Relaciones Internacionales e integrante del Sistema Nacional de Investigadores.

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