Fútbol > EL ANÁLISIS
Peñarol tuvo la chance del balotaje en la segunda vuelta y no perdonó
Una virtud de los grandes equipos: ganar cuando se juega mal. Es algo insoslayable y recurrente en este Peñarol.
Es virtud porque no es sencillo, todo lo contrario, conseguir tres puntos cuando los futbolistas presentan bajones pronunciados, intermitencias claras y errores insólitos, como el del segundo gol de Montevideo City Torque en el que Maximiliano Olivera fue superado por Nicolás Siri.
Es recurrente, como se escribió, porque le pasó a este mismo Peñarol el pasado viernes, cuando pateó una vez al arco en 90 minutos y le ganó 1-0 a Deportivo Maldonado.
Darío Rodríguez sabe que cuenta con un plantel rico y extenso, y que se jugó pésimamente contra los fernandinos, y entonces, apeló a cuatro variantes entre los titulares.
Ignacio Sosa, el juvenil campeón del mundo sub 20 con Uruguay, el viernes no estuvo ni en el banco y de un salto, pasó a ser titular. Compartió el medio juego con su compañero de la celeste, Damián García. No obstante, no anduvieron bien en una primera parte en la que Peñarol en conjunto anduvo muy mal.
Montevideo City Torque, el que se juega el descenso, jugaba a una velocidad y a un ritmo que eran impresionantes. Peñarol, mientras tanto, hacía agua por todos lados.
Por eso no sorprendió que ya a los 22 minutos fuera perdiendo 2-0 e instantes después, Nicolás Siri se perdió el tercero. Había un solo equipo en la cancha. Peñarol estaba nocaut.
Pero los grandes equipos también se hacen de grandes jugadores. Se iba un primer tiempo horrible, uno más, de Peñarol, con algunos silbidos que bajaban desde las tribunas.
Sin embargo, Matías Arezo inventó un golazo. Le pegó con alma y vida y anotó el descuento pese a la marca escalonada que le colocó Leonardo Ramos. Esa es la virtud de los buenos jugadores: inventar, improvisar. Y Arezo abrió el partido cuando nadie lo esperaba por lo que había mostrado su equipo.
El desconcierto de Montevideo City Torque fue tal, que menos de 1 minuto después, llegó otro golazo. En esa ocasión, Sebastián Rodríguez le pegó de fuera del área y la colgó. Allí prácticamente se terminó lo de Torque. Empezaba otro partido.
Jugar tan mal y llevarse tanto anotando dos goles en 1 minuto es un milagro y así se fue Peñarol, disfrutando un empate inmerecido.
Pero como se escribió, tenía un diferencial en los pies de Matías Arezo, quien jugó todos los primeros 45 minutos de espaldas al arco. No obstante, cuando le tocó frotar la lámpara, lo hizo, con marca y todo.
En esa primera parte, en juego, el equipo fue muy malo y en resultado, muy bueno, igual que ante Deportivo Maldonado.
Peñarol tuvo su segunda vuelta, le dieron esa chance de una especie de balotaje y logró el empate y se despertó con todo para el segundo tiempo.
Lo que iba a suceder en el complemento estaba más que escrito en todos los libros. El golpe anímico de esos dos tantos en 1 minuto, ese empate sacado de la galera, habían sido fundamentales.
Entonces, tras la charla con Darío en el vestuario, Peñarol jugó más tranquilo, más ordenado. Entró José Neris para que Arezo no estuviera tan solo y así, la ofensiva mejoró.
El esquema táctico de los aurinegros no varió tanto, pero sí el envión anímico que lo llevó a conseguir el tercero luego de que el VAR llamara al árbitro Javier Feres por una mano de Franco Catarozzi ante un remate de Valentín Rodríguez.
Sebastián Rodríguez puso el 3-2 y el milagro se concretó. De allí en adelante, Peñarol marcó el rumbo y salvo una jugada sobre el final, su arco no pasó zozobras.
Volvió a jugar mal, volvió a ganar. Matías Arezo fue fundamental no solo por ese gol que despertó al equipo, sino por todo lo que hizo en el complemento. Fue enorme. Lleva 15 goles en el Uruguayo y 19 en la temporada.
Las fechas siguen transcurriendo y a Peñarol nadie lo baja de la punta del Torneo Clausura ni de la Tabla Anual. De los últimos ocho partidos, ganó seis y empató dos, su mejor racha en el año, compartida con el inicio de la temporada. Sobre la marcha, se mantiene bien arriba y no quiere que lo bajen.
