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Policías que investigan a policías y el vínculo con los fiscales: qué garantías hay de que el matrimonio funcione

¿Qué pasa cuando los que tienen que investigar son también los investigados? ¿El sistema ofrece garantías?
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11 de marzo de 2023 a las 05:03

Para un fiscal, un policía es sus ojos y sus manos en el terreno. Es su mano derecha, es la persona que le va a traer las pruebas que necesita para sostener su teoría en el caso que investiga. La dupla es una especie de matrimonio: se necesitan mutuamente. 

Algunos de los problemas quedan en evidencia cuando, por ejemplo, la policía que se encarga de investigar también es el objeto investigado. Pasó en el caso Astesiano, pasa cuando los policías son señalados por un accionar abusivo, o cuando actúan por fuera de los procedimientos.

Aunque matrimonio y problemas son dos palabras que casi no pueden despegarse, porque, ¿qué matrimonio no tiene problemas?, se preguntó uno de los fiscales consultado por El Observador. La diferencia, en este caso, es que policías y fiscales no tienen la posibilidad de separarse: sí o sí tienen que seguir trabajando juntos.

El tema es cómo limar estas asperezas.

Como todo matrimonio, la fortaleza del vínculo se basa en la confianza: los fiscales confían en que los policías con los que trabajan les llevarán las pruebas que ellos necesitan para sustentar sus líneas de trabajo y que la investigación llegue a buen puerto. Confían en que no van a entorpecer, modificar pruebas para su beneficio o hacer la vista gorda en pruebas que podrían aportar. Del otro lado, lo mismo: los policías confían en que las pruebas que lleven van a ser tomadas en cuenta por el director de la investigación. 

La confianza es todo en este equipo, al punto tal que las conversaciones que se dan entre uno y otro cada vez que trabajan en un caso son, la mayoría, por teléfono, donde se comparten información sensible que cualquiera de las dos partes podría grabar y divulgar, puntualizó en diálogo con El Observador el fiscal de Homicidios Carlos Negro. "A veces pasa, por ejemplo, en violencia doméstica, que viene la jueza y te pregunta, cuando hay casos donde es palabra contra palabra: ¿'cuál es su opinión, cómo ve la cosa?'", agregó Patricia Noy, vicepresidenta del sindicato de policías de Montevideo (Sipfom). 

Ahora, ¿qué pasa cuando esa confianza se rompe? 

La fiscal Gabriela Fossati, que dirige la investigación sobre el exjefe de custodia presidencial, Alejandro Astesiano –y todas las cuestiones derivadas– dijo en una conversación con Charles Carrera y Mario Bergara –citados como testigos en el caso– que no confiaba en la policía que trabajaba con ella, que todas las pruebas debía revisarlas y pasarlas por un tamiz, según publicó el diario El País. Días después, pidió a la Fiscalía de Corte que se la desvinculara del caso, algo que su superior, Juan Gómez, decidirá una vez que ella se reintegre de la licencia médica que se tomó por dos semanas. 

Policías y fiscales no tienen posibilidad de divorcio, pero sí hay algunos mecanismos que pueden mitigar el impacto que eso pueda tener en el resultado de una investigación. Por ejemplo: pedir a la jerarquía policial que le cambien de equipo. 

A Negro, que es uno de los tres fiscales que investigan homicidios en Montevideo, nunca le pasó. A Gilberto Rodríguez, que es fiscal de Delitos Complejos y lleva 30 años investigando en el sistema judicial, tampoco. Sí le pasó de tener asperezas con policías por diferencias en la forma de trabajar, que se solucionaron con reuniones y diálogo con superiores.

Otro fiscal consultado por El Observador contó que, cuando tuvo dudas acerca del equipo policial con el que investigaba determinado caso, pidió trabajar con otra repartición, algo a lo que el Ministerio del Interior accedió y eso permitió que la investigación llegara a buen puerto.

Lo que sigue primando, respondieron varios, es la confianza.

El caso Barreto

El 25 de febrero, Santiago Barreto iba en su moto por el Cerro y un policía le disparó por la espalda porque estaba en una “actitud sospechosa” y le pareció que estaba armado. Barreto murió, los policías modificaron la escena del crimen y cuando la Policía Científica llegó había pruebas que ya no estaban donde debían estar. Tanto familiares como amigos de Barreto cuestionaron la independencia de la investigación y señalaron la falta de garantías de la policía para ayudar a resolver el caso. 

“Cuando un policía está involucrado en un homicidio, por ejemplo, se investiga como cualquier otro hecho y damos por sentado que los que trabajan con el policía involucrado no son los que trabajan investigando el caso, aunque eso es resorte del Ministerio del Interior”, especificó Negro, que no habló de este caso puntual que investiga su colega Adriana Edelman.  

"Cuando pasan estas cosas repudiamos los hechos, y cuando los elementos son contundentes a veces no prestamos la defensa. Estas cosas te tiran abajo, pero no es la regla, somos 33 mil funcionarios", puntualizó Patricia Noy, y agregó: "La policía se depura a sí misma. La fiscal puede tener sus dudas. Nosotros estamos tranquilos de que la policía va a hacer bien su trabajo, puede pasar que un policía se tuerza, pero los policías mismos son los que lo denuncian cuando eso pasa". 

El mismo concepto manejó el fiscal Gilberto Rodríguez: que el sistema se depura a sí mismo.

Reclamos de los policías

Los reclamos también aparecen del otro lado. Cuando se puso en marcha el nuevo Código del Proceso Penal, en 2017, los policías se quejaban porque creían que los fiscales no sabían cómo investigar. 

Hasta entonces, quienes lideraban las investigaciones eran los jueces, por lo que con el nuevo código los fiscales tuvieron que rearmar su manera de trabajar y aprender el nuevo rol. Los policías, que siempre fueron el brazo práctico de las investigaciones, muchas veces fueron los que orientaron a los fiscales en ese comienzo. Roberto Cardozo, futuro presidente del Sindicato Único de Policías del Uruguay, recordó un caso en que fueron a pedir apoyo a la Fiscalía de Corte para que una fiscal “se pusiera las pilas”. “Toda la jefatura tenía pruebas de quién había cometido el delito, que se podía aclarar, y la fiscal no le daba nada de importancia. Gracias a ese seguimiento con Fiscalía General se logró que se le diera importancia y terminó procesada la persona a la que se le habían juntado todos los elementos de prueba”, contó. En el sindicato policial de Montevideo (Sipfom) coinciden en que con el tiempo las duplas fiscales-policías empezaron a trabajar mucho mejor.

Policías que investigan a policías: todos bajo el mismo techo

Asuntos Internos es la dirección del Ministerio del Interior que se encarga de investigar irregularidades dentro del Ministerio del Interior. 

La ley orgánica policial de 2015 lo define como el órgano que debe prevenir actos de corrupción en el cumplimiento de la función policial, controlar que el servicio se cumpla de forma eficiente, investigar hechos y actos de apariencia delictiva cometidos por el personal dependiente del Ministerio del Interior e instruir procedimientos disciplinarios. Es una pata que está dentro del Ministerio del Interior. 

En otras palabras: es la policía de la policía, con el contratiempo de que al final del día duermen bajo el mismo techo. 

La fiscal Gabriela Fossati pidió que se derivara a Asuntos Internos parte de las investigaciones que se abrieron por el caso Astesiano, dado que había varios jerarcas involucrados. El presidente de la Asociación de Fiscales, Willian Rosa, contó que en casos puntuales para los que trabajó con esa repartición tuvo un impacto positivo. Incluso, policías de Asuntos Internos fueron clave para que defendiera su teoría del caso.  

El futuro presidente de SUPU, Cardozo, tiene una mirada más crítica: considera que esa dirección “no tiene ninguna independencia, ni para la policía ni para la población”. Para un informe presentado en el programa Punto de Encuentro de radio Universal, expresó: “Para nadie es garantía.  No es independiente, debería ser un órgano independiente de la Policía, usted hace una denuncia en Asuntos Internos y usted no ha pisado la puerta de la calle y ya le avisaron… Si usted le hizo una denuncia a un comisario, el comisario ya se enteró que usted le hizo una denuncia. No funciona”. 

Dijo que, para que sea realmente independiente, las decisiones finales no deberían pasar por el ministro del Interior o por el director de la Policía. 

“A veces, en vez de darle de baja, lo suspenden tres meses. Nosotros tuvimos denuncias en 2011 y 2013 y un encargado, cuando todavía se echaba combustible con vales, en el vehículo de él, y el vehículo de la seccional estaba parado. Se comprobó todo, estaban las cámaras: lo ascendieron al tipo. ¿Y usted va a denunciar a Asuntos Internos? No. Denunciamos a un comisario que acosaba a un compañero. ¿Pasó algo? No. Lo ascendieron. Entonces, no pasa nada. Asuntos Internos es un gasto innecesario que tiene el Ministerio del Interior", agregó Cardozo.

La vicepresidenta del Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo coincide. "La denuncias por lo general son de policías contra un superior, y el superior ya se enteró. No nos sentimos amparados. Hemos pedido que se hiciera una oficina aparte, pero no se tomó. Nosotros siempre decimos a los policías que traten de denunciar con pruebas, porque si no, quedás en la mira", dijo Noy a El Observador

¿Policía judicial? Mejor, cámaras

La pregunta sobre la posibilidad de crear una policía independiente del Ministerio del Interior que se encargue de actuar en casos en los que la policía es el objeto de investigación surge cada vez que hay irregularidades en los procedimientos. Pero ni sería tan fácil de aplicar, ni asegura la independencia en el trabajo. El fiscal Negro define la discusión como ver "un elefante rosado". "Sería pasar los mismos policías a que dependan de Fiscalía y no sé si eso es garantía de algo. No garantiza que eso termine con la corrupción. Es difícil de aplicar. No conozco casos de una policía fiscal", expresó. 

En cambio, sí hay cosas que pueden acercar esas diferencias. Por ejemplo, las cámaras corporales, señaló Rosa, presidente de la Asociación de Fiscales, que dan garantías en los procedimientos tanto a los fiscales como a los policías que participan de los operativos. 

El Ministerio del Interior compró 1.100 cámaras corporales en febrero y en total ahora hay 3.200. “La idea es que cada patrullero tenga una cámara y cada unidad de Investigaciones cuando vaya hacer un allanamiento o cuando trabaje en la calle tenga una cámara que respalde el accionar. Es una garantía para el ciudadano y para nosotros también”, dijo el jefe de Policía de Montevideo, Mario D'Elía.

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