Eduardo Espina

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Punta posapocalíptica

Menores alcoholizados y violentos controlan zonas de Punta del Este
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15 de enero de 2018 a las 05:00
La percepción de las turbas callejeras cambió luego de que comenzaran a popularizarse las películas de zombis, y el otro, que bien podría ser el vecino, empezó a ser visto como posible enemigo. En esto, George A. Romero (1940–2017) tuvo más incidencia que los dirigentes sindicales o estudiantiles.

Son varios los filmes que presentan a las manifestaciones y movilizaciones callejeras convocadas por diferentes razones como espacios peligrosos, fuera de todo orden o posibilidad de contención. Dias extraños (2005) y V de Venganza (2005) ilustran ese mundo sin control. Una serie de escenas cinematográficas me vinieron a la cabeza al leer la nota "Una noche de descontrol en la terminal de Punta del Este", firmada por Camila Bello y publicada el sábado en este diario. La autora cuenta con detalles los acontecimientos ocurridos en la terminal esteña en la madrugada del jueves 11 pasado, los cuales solo obligan a leídos con total incredulidad, como si hubieran ocurrido en un país de ficción o en una republiquita bananera como las que aparecían en Misión Imposible, la serie televisiva.

Sorprende, y llama a la reflexión, antes que nada, que una turba irracional y alcoholizada pueda cercenar como si nada la libertad del otro y generar destrozos a tutiplén sin que hubiera un control policial inmediato. La justificación de que no convenía intervenir por tratarse de menores de edad y por las "eventuales denuncias de los jóvenes o de sus padres" resulta inaceptable. Bello narra: "Ahora es matar o morir", gritaba un joven que no tenía más de 18 años. Enseguida se tiraron 50 personas encima del ómnibus y se colgaron de las ventanas, golpearon los vidrios y patearon las puertas. Otros sacaron navajas y fueron directo a las ruedas con la intención de pincharlas, pero no lo lograron. El miedo hizo que el chofer acelerara y se fuera, dejando atrás a cientos de adolescentes alcoholizados."

¿Serían concebibles escenas patéticas así en Canadá o Japón, con los agresores argumentando, "A mí no me pueden pegar porque soy menor" (sic)? La pregunta es retórica. Habría que revisar cuál es el modelo de sociedad que queremos. Por el momento, habrá que ir preparándose para el "vale todo".

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