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Qué es la resiliencia y cómo salir de la cuarentena sin deprimirse

A un mes de la cuarentena por el coronavirus, con el home office ya instalado y la armonía familiar organizada bajo nuevos paradigmas, ¿estás mejor o peor que hace 30 días?

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29 de abril de 2020 a las 05:02

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Uno de los grades aprendizajes de la cuarentena por el coronavirus es que las situaciones críticas de la vida nos exponen al enorme desafío y oportunidad, al mismo tiempo, de transformarnos.

A un mes del inicio del aislamiento social, encontramos cómo organizar el home office como rutina. También adquirimos herramientas del coaching para alcanzar la armonía familiar en la convivencia 24x7.

Y hasta nos animamos a incorporar nuevos hábitos sexuales con el autocuidado como paradigma que llegó para quedarse. Todo eso nos demuestra que justo cuando sentimos que estamos en “el peor momento”, aparece la cualidad de la resiliencia, una capacidad regenerativa innata en todos los seres humanos. La palabra resiliencia viene de resiliere, que significa rebotar, tomar impulso.

Y de eso se trata: aprovechar cada ola para salir a flote. La resiliencia suele ser consecuencia de lo que vivimos como un duelo, una pérdida en algún aspecto de la vida. Muchos de los contratiempos (cotidianos o de cierta etapa) son gestionables; esto significa que pierden su carácter de problema porque podemos hacer algo.

Ahora, situaciones extremas y momentos límite son otra cosa, porque escapan de nuestro dominio. Y es allí donde nos encontramos ante el enorme desafío de transformar lo único que podemos controlar: nosotros mismos.

“Cuando ya no tenemos posibilidad de cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Esta frase ejemplifica con contundencia el poder de la actitud que tenemos los seres humanos. Pertenece a Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco que estuvo preso en los campos de concentración nazi y creó la logoterapia, una corriente psicológica. Es autor de un libro maravilloso que te recomiendo: 'El hombre en busca de sentido'.

Transcurrido un mes de la cuarentena, y siendo realista respecto de que se trata de un proceso extenso en el tiempo más allá de las flexibilizaciones graduales, seguramente pensaste -y más de una vez- que no ibas a poder sobrellevarla. Sin embargo, te habrás asombrado a vos mismo al ver cómo sacás fuerzas de no sabes dónde y acá estás, paso a paso, reconstruyéndote. Esa fuerza interior es la resiliencia.

Seguramente también pasaste por distintas etapas:

Incertidumbre y confusión 

Todo es incierto y eso crea un torbellino emocional de miedos y de sensaciones desconocidas en base a la falta de certezas acerca de prácticamente todo. En esta etapa es clave aferrarse a algún hilo de esperanza.

Desconcierto

Es tal el caos reinante por dentro y por fuera, que la sombra negra que todos tenemos en la mente se agigantan. Se profundiza la angustia por no saber cómo van a resultar las cosas.

Oposición y aislamiento

En esta etapa aparece cierto impulso a la rebeldía respecto a lo que se está viviendo. También puede potenciar ciertos rasgos de victimización producto del enorme deterioro físico, mental y espiritual que se está viviendo ante el desajuste. El aislamiento aparece por más que estemos acompañados: meterse para adentro para lidiar con la impotencia.

Rabia y tristeza

Es un cóctel emocional que puede expresarse en ira, enojo, y momentos de gran debilidad física y mental.

Adaptación

Al final de esta secuencia aparece el coeficiente de adaptación, una habilidad ancestral de los seres humanos, parte del cerebro reptiliano que tenemos: afrontar o huir de las situaciones. La adaptabilidad es la posibilidad de ir encontrando la mejor forma de afrontar lo que estamos viviendo, y, desde ese lugar, empezar a gestionar pequeños cambios en pos del bienestar de hoy, con vistas al día después de mañana.

En qué fase de la resiliencia estás

1 - Primera clave: reconocer lo que te pasa. Tomar conciencia de lo que estás viviendo en toda su dimensión, por dolorosa o difícil que se presente. Así como las emociones y los sentimientos se generan en la mente subconsciente, es la mente consciente la que hace este proceso de reconocimiento de las ideas y los pensamientos. De la vibración de esos pensamientos dependerá el resultado final. Al principio estará teñido del matiz de la emoción dominante; luego, irá abriendo paso a mayor claridad y visión de alternativas.

2 - Segunda: asimilar. Este paso es fundamental. Pero, atención: se trata de un proceso, no es posible resolverlo en forma instantánea ni saltarse pasos. La asimilación se cocina a fuego lento. Tu cerebro buscará lo similar en tus experiencias vividas, para ayudarte a asimilar esto nuevo que estás atravesando. Si le das la indicación adecuada de enfoque atencional a tu mente subconsciente, te irá trayendo respuestas apropiadas para tu crecimiento y aprendizaje actual. Posiblemente la asimilación empiece como un diálogo rumiante interno, luego se exteriorizará en charlas, en escribir o en cualquier otra expresión. Y desde allí es progresiva tu reconstrucción. Es fundamental darse tiempo.

3 - Tercera: aceptar. Aparece cuando reconocemos que no podemos cambiar determinadas cosas y que nuestra influencia sobre ellas es nula. Entonces quedan dos caminos: darse por vencido o afrontarlo. Lo importante es que sepas que siempre hay una elección disponible. Incluso no elegir o dejar que otros elijan por vos. Pero tené en cuenta que todo lo que no aceptás se traduce en sufrimiento. Aquí aparece el factor responsabilidad personal: nadie puede sentir lo que vos sentís, nadie puede aliviarlo por vos.

4 - Cuarta: red de contención. En circunstancias de enormes desafíos, la resiliencia se ve ayudada por algunos factores externos, como contar con un pequeño equipo de salvataje, esas personas siempre disponibles para escucharte o acompañarte en silencio. Estas personas especiales necesitan saber el momento que estás viviendo. Es importante que, más allá del vínculo que tengan, puedan contenerte sin hacer juicios.

5 - Quinta: mantener alguna rutina. No sigas como si nada. Incorporá una rutina a tu medida, que vuelva a conectarte con tus pasiones y anhelos. Por pequeña que sea, te irá devolviendo el entusiasmo perdido. Esto sucederá en forma paulatina. Por ejemplo, algo que he hecho en circunstancias extremas de mi vida fue conectar con la lectura, que solía tenía abandonada: pasé de leer solamente libros vinculados a mi profesión a dejarme atrapar por las novelas... Y las sigo disfrutando hasta el día de hoy. Pero no te esfuerces. Quizás tu conquista sea aprovechar para remolonear en la cama, desayunar más completo y tranquilo, bañarte con tiempo, escuchar una playlist completa y sin apuro.

6 - Sexta: planteate alguna meta. Llegará un momento en que pensarás: ¿qué más puedo hacer en este contexto? Reconocé tu fortaleza interna demostrada hasta este punto. Y, luego, evalúa alternativas y elegí una meta, por pequeña que sea, para avanzar hacia ella a tu ritmo. Por ejemplo, tomar un curso online de un tema que te apasione.

7 - Séptima: accionar. Mantener tu mente enfocada en la solución que estás creando -no ya en el problema te dará la energía suficiente para empezar a actuar de otra manera. Accionar también es un proceso gradual, de menor a mayor. En el camino quedará el sufrimiento, el miedo, el desconcierto, la tristeza y todas las emociones que atravesaste. No digo que enfrentaste, porque eso da idea de lucha y de pelea. Y aquí se trata de atravesar la situación desafiante, de salir lo más fuerte y renovado posible de esa experiencia.

Eso es la resiliencia: descubrir tu poder transformador y estar preparado para la siguiente experiencia difícil con la que te sorprenda la vida.

 

El Cronista

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