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Rampla, de la promesa de transformación a la angustia del descenso

El presidente Durán prometió hacer un club modelo pero renunció a mitad de año, el equipo se fue a la B y tiene deudas por US$ 300.000
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20 de noviembre de 2019 a las 05:02

Rampla volvió a la B, pero ese es el mal menor. El club de la Villa atraviesa una crisis deportiva y económica que tiene como mínimo dos décadas de agonía. Al principio de 2019 parecía que iba a resurgir de entre las cenizas con el inicio de un cambio institucional y contrataciones rimbombantes, pero lo bueno duró poco. El técnico argentino Julio César Toresani fue despedido a los dos partidos; el presidente Ignacio Durán renunció en agosto; Alvaro Fernández, una de las figuras que llegó este año se fue a Plaza Colonia, y el plantel dejó de entrenar en más de una oportunidad por falta de pagos y hasta por falta de médico.

La deuda del club actualmente es de US$ 300 mil, más juicios que se están pagando, informó la presidenta Isabel Peña a Referí. El próximo viernes 29 se presentará el balance en una asamblea de socios (en principio se había fijado para el jueves 28, pero la AUF programó para ese día el partido contra Nacional) y se tomarán medidas para el futuro. “Nosotros estamos buscando soluciones, pero si alguien tiene otra propuesta y quieren adelantar las elecciones, no hay problemas”, dijo Peña.

El presupuesto mensual del club es de US$ 55.000. El ingreso seguro que tiene todos los meses es de US$ 35.000 correspondientes a los derechos de televisión. Los US$ 20.000 restantes hay que sacarlos de algún lado y no es fácil. “El fútbol uruguayo es inviable; abrís la cancha y ya son $ 150.000 como mínimo de gastos y no los recuperás con la venta de entradas. Y donde sea un partido de alto riesgo, hay que agregarle tres cámaras (de identificación facial), entonces tenemos que pagar por abrir la cancha. Hay dirigentes que ponen de su bolsillo”, indicó la titular ramplense, que quedó en el cargo tras la salida de Durán.

Además están los juicios, algunos de larga data, como el del entrenador de arqueros Carlos Pinasco, quien trabajó en el club entre 2014 y 2016, al que le están abonando en cuotas una deuda de $ 1.200.000, o el de la viuda de Toresani (el entrenador se suicidó dos meses después de haberse ido de Rampla) de US$ 45.000 y a la que se le pagaron US$ 30.000.

En la cancha, la situación no ha sido mejor. Pasaron tres entrenadores (Toresani, Rosario Martínez y actualmente Eduardo Espinel) además de los dos interinatos de Gastón De Los Santos. El equipo se encuentra penúltimo en la Tabla Anual y descendido a Segunda división. El sábado pasado le ganó 1-0 a Cerro y fue la primera victoria en el Clausura después de 12 fechas.

"Estrellitas y luces de colores"

“Para mí todo empezó mal con la contratación de Toresani. Cuatro compañeros y yo nos enteramos por la prensa al otro día. Acá se estaba jugando un clásico contra Cerro en el Olímpico con un técnico y supuestamente se estaba arreglando con otro para el año siguiente. El Tola Antúnez era el técnico de Rampla en ese momento” denunció Peña, quien integraba la directiva que presidía Durán desde junio de 2018. El acuerdo con Toresani se cerró en noviembre del año pasado.

“Creímos en la persona que había asumido, pero era todo estrellitas, luces de colores y luego nos dimos cuenta que muchas cosas no eran así”, expresó Peña. Rampla empezó 2019 con una gran movida de marketing y la promesa de volver a ser el tercer grande del país: “Apuntamos a transformar el club en todo sentido: social, cambiar la gestión, jerarquizar y profesionalizar todas las áreas. Rampla tiene mucho potencial y un barrio atrás. Va a llevar tiempo, pero estamos convencidos que en el largo plazo vamos a posicionar a Rampla donde queremos”, contó Durán a Referí en enero último. Pero el 26 de agosto el club anunció la renuncia del presidente, que adujo problemas familiares y de trabajo.

Hace unos días el actual entrenador Eduardo Espinel dijo en Radio Nacional que algunos jugadores no iban a entrenar porque no tenían plata para el boleto: “Pensé que cosas así ya no pasaban, mas con los cambios dirigenciales del último año”. Luego, en Tiempo de Fútbol, agregó: “La verdad que el 27 van hacer 3 meses que estamos en Rampla y parece que pasó un año. Pasaron cosas increíbles, pasaron ocho médicos por ejemplo”.

La presidenta Peña explicó el tema de la falta de médicos: “El médico estuvo enfermo dos días y no mandó suplente. Ahí entrenaron sin él, pero se enteraron desde la Mutual (gremio de futbolistas) y les llamaron al orden, porque ellos tienen un protocolo y me parece bien. Otra vez el médico dijo que no podía ir pero mandaba un suplente, pero el suplente nunca llegó; ese día no entrenaron”.

“Nosotros no podíamos abandonar el barco. Había muchas cosas que afrontar. Tampoco podíamos hacer cambios porque había contratos que respetar. Ahora, más allá de buscar culpables, hay que buscar soluciones” expresó Peña. Soluciones que en 2020 serán mucho más difíciles de encontrar, porque en la Segunda división los ingresos del club se reducirán a la mitad.

Una larga agonía

La agonía de Rampla viene de mucho tiempo atrás. En la década de 1990 el empresario Francisco Casal colaboró varias veces para sacarlo de apuros y así se transformó en uno de los principales acreedores de la institución. El último jugador importante que se vendió fue Marcelo Otero a Peñarol en 1993.

En 1999, una asamblea de socios decidió cambiar el presidente y aprovecharon para que José Luis Corbo sustituyera a Ramón Barreto. El club llevaba seis meses sin pagar salarios al plantel.

En 2001 tuvieron que juntar US$ 100.000 de apuro para iniciar la actividad. En 2003 se hizo un llamado para juntar US$ 32.000 para empezar, pero el dinero no apareció y el club perdió la categoría.

En 2004 pagó el último día para jugar en la B y después logró el ascenso, pero el técnico Héctor Codevila se fue porque no le pagaron. Los jugadores quedaron libres.

Luego, en la temporada 2006/2007 apareció el empresario Fernando Pavón con un grupo de inversores mexicanos que trajeron al técnico chileno Oscar Del Solar, pero se fueron dejando un tendal de deudas. El exfutbolista uruguayo Luis Aguerre también se acercó para colaborar con la institución en 2009, pero se desvinculó rápidamente. Desde entonces Rampla sube y baja.

En 2016 había un grupo gerenciador argentino que se fue a mitad del Uruguayo Especial y con él dejó el club el técnico Germán Corengia. Ese año asumió como presidente Juan Castillo, pero un año después renunció por sus compromisos políticos y dejó su cargo a Isabel Peña. El equipo clasificó a la Copa Sudamericana, después que Luis Ronco López dejara su cargo de gerente deportivo y asumiera como DT tras la salida de Fernando Araujo.

En la actual temporada descendió a la B y busca una forma de seguir respirando.

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