SAUL LOEB / AFP

Recuperación económica enmascara los peligros de un mundo dividido

Nada sería más insensato que si los legisladores de los países ricos abandonaran los retos globales

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22 de abril de 2021 a las 15:34

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Por Martin Wolf

La gran historia de las recientes reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial es que la economía mundial se está recuperando sustancialmente más rápido de lo esperado incluso hace seis meses. Pero la recuperación del agregado económico mundial enmascara lo que le está sucediendo a la población del mundo. Tanto dentro de los países como entre ellos, los desfavorecidos parecen sufrir las recuperaciones más lentas. Además, esta casa dividida puede que no se mantenga en pie: lo que está sucediendo — sobre todo, el lento despliegue mundial de las vacunas — empeorará las perspectivas para todos.

La característica sorprendente de los nuevos pronósticos del FMI es que ahora se pronostica que el crecimiento acumulado del producto interno bruto (PIB) mundial per cápita entre 2019 y 2022 será solo 3 puntos porcentuales menos de lo que se había pronosticado en enero de 2020. Esto es mucho mejor que el déficit de 6,5 puntos porcentuales del año pasado y el déficit de 4 puntos porcentuales previsto para este año. Esta es, entonces, la imagen de una economía mundial en una recuperación más sólida y mejor de la anticipada.

Sin embargo, aún más sorprendente es la divergencia. Actualmente se pronostica que las economías avanzadas disfrutarán de un crecimiento acumulado del PIB per cápita entre 2019 y 2022 solo 1 punto porcentual menos que en enero de 2020. Pero se pronostica que los mercados emergentes y los países en desarrollo de bajos ingresos sufrirán impactos en el crecimiento del PIB per cápita de 4.3 (5.8, sin China) y de 6,5 puntos porcentuales, respectivamente. A los que tienen, se les devolverá. Pero a los que no tienen se les quitará incluso lo poco que tenían: en enero, el Banco Mundial reportó el aumento en el número de personas en extrema pobreza el año pasado como resultado de Covid-19 a entre 119 y 124 millones. Dados los terribles pronósticos, parece poco probable que esta calamidad se revierta pronto.

En esencia, el FMI ahora pronostica que las economías avanzadas y China saldrán de la crisis en gran parte ilesos económicamente, con la economía de EEUU incluso un poco más grande de lo previsto de antemano, mientras que los países emergentes y en desarrollo sufrirán un enorme impacto de larga duración. Pero hay que recordar que dos tercios de la humanidad viven en estos últimos.

Esto es lo contrario de lo que sucedió después de la crisis financiera mundial de 2007-09. Eso se debe, en parte, a que se originó en los países de altos ingresos. También se debe a que la recuperación de China en 2009 fue tan sólida. Pero la razón principal de la diferencia ahora es que los países de altos ingresos poseían y emplearon la capacidad de lidiar con este choque de maneras en las que pocos otros países (China es la principal excepción) podían hacerlo: los países ricos fueron capaces de amortiguar el golpe económico y social implementando excepcionales respuestas de política fiscal y monetaria; y fueron capaces de desarrollar, producir y distribuir vacunas a gran velocidad.

Según el informe “Monitor Fiscal” del FMI, “durante los últimos 12 meses, los países han anunciado acciones fiscales por valor de US$16 billones”. Pero la mayor parte de esto fue en países avanzados. El déficit fiscal de las economías avanzadas aumentó en un 8,8% del PIB entre 2019 y 2020, a 11,7%. Todavía seguirá siendo del 10,4% en 2021. En las economías emergentes, el déficit fiscal aumentó en un 5,1% del PIB entre 2019 y 2020, a 9,8%. Sin embargo, en los países en desarrollo de bajos ingresos aumentó solo un 1,6% del PIB, a 5,5%. Además, ha enfatizado el informe, “el aumento de los déficits en las economías avanzadas y en varias economías de mercados emergentes se debió a aumentos aproximadamente iguales en el gasto y en las disminuciones en los ingresos, mientras que en muchas economías de mercados emergentes y en países en desarrollo de bajos ingresos se debió principalmente al colapso de los ingresos provocado por la recesión económica”.

Sería imprudente dar por sentado el sólido pronóstico de recuperación para las economías avanzadas. Es posible que nuevas mutaciones invulnerables a las vacunas actuales se extiendan por todo el mundo. Es muy probable que resulte imposible reabrir las fronteras pronto. También es posible que las políticas monetarias y fiscales resulten ser demasiado fuertes, especialmente en EEUU, tal como lo ha argumentado Larry Summers, y generen un marcado repunte de la inflación, de las expectativas de inflación y de las tasas de interés reales. De ser así, esto obligaría a los legisladores a frenar las políticas fiscales y monetarias y pudiera generar crisis de deuda entre los prestatarios vulnerables tanto en el país como en el extranjero.

Además, incluso si los países de altos ingresos, China y algunos otros países se recuperan con solidez, es probable que muchos países emergentes y en desarrollo sigan teniendo enormes dificultades como resultado de un despliegue de vacunas dolorosamente lento; de los problemas en la gestión de la deuda; de las tensiones causadas por una pobreza que continúa agravándose; y de un limitado espacio para implementar políticas. Las economías que dependen de los viajes y del turismo encontrarán la recuperación particularmente lenta, especialmente si continúan surgiendo nuevas mutaciones. El hecho de que muchos gobiernos son corruptos, ineficaces, o ambos, no ayuda para nada en esta situación. Esto siempre importa. En momentos anormales, como estos, importa aún más.

Nada sería más insensato que si los legisladores de los países ricos suspiraran con alivio y retiraran su atención de los retos globales que enfrentan. Ellos deben, más bien, hacer lo que sea necesario para vacunar al mundo entero para fines del próximo año y apoyar el desarrollo de vacunas de refuerzo para todos, si es necesario. Deben hacer lo que sea necesario para garantizar que todos los países tengan los recursos que necesitan para superar estas crisis económicas y sanitarias. También deben hacer lo que sea necesario para asegurarse de que, si surgen crisis de deuda, sepan quiénes son los acreedores — oficiales y privados — y cómo gestionar la negociación resultante.

Por último, pero no menos importante, los legisladores deben aprender las lecciones de esta pandemia. Hasta ahora ha matado a 3 millones de personas y ha causado un enorme impacto económico. La próxima pudiera fácilmente ser mucho peor en estos dos tristes aspectos. Las ‘islas’ de supuesta seguridad no prosperarán en un mundo de amenazadoras enfermedades.

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