Camilo dos Santos

Referéndum contra la LUC: el bebé venía de cola

El proyecto fue concebido en las bases de la militancia social y el Frente Amplio asumió una paternidad tardía

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28 de marzo de 2022 a las 05:04

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La reacción del comando del Sí una vez que se supo que había perdido el referéndum no coincidió con el tono apocalíptico que había marcado en la campaña. El músculo movilizador de la izquierda estuvo cerca de lograr la hazaña, pero los ruidos internos terminaron pesando más.

Lo del domingo fue un último intento de pujar en un parto en el que el bebé venía de cola, que había sido concebido desde las bases de la militancia sindical y social, y del que el Frente Amplio asumió una paternidad tardía.

Las complicaciones aparecieron enseguida que se concibió como una posibilidad: ¿cuál iba a ser el costo político de promover un referéndum? ¿Qué podía llegar a significar una eventual derrota? Hasta el más optimista de los militantes evaluó los posibles resultados y varias organizaciones sociales –y también algunos gremios– plantearon dudas ante la oportunidad de promover un mecanismo que estaba naciendo a impulso del movimiento sindical, con Gerardo Rodríguez, presidente de Fancap, como primer impulsor.

En el Frente Amplio generó un debate interno y, en principio, no todos los sectores estaban de acuerdo con unirse a la odisea. Decidió participar de la juntada de firmas, pero salió unos pasos más atrás. Sobre todo porque se topaba con la primera contradicción con la que tuvo que cargar durante los meses que siguieron: apoyó cerca de la mitad de los 476 artículos de la Ley de Urgencia en el Parlamento.

Una vez que la izquierda, el PIT-CNT y los movimientos sociales se alinearon detrás de la comisión prorreférendum, hubo otra discusión sobre la que laudar: ¿qué incluir? Algunos sectores pretendían ir contra la mayoría de los artículos, mientras que otros, principalmente en el Frente Amplio, se mostraban más cautos. 

En esa discusión fue donde se gestó la mayor complicación que posicionó al bebé con la cabeza para arriba: cada organización que estaba dispuesta a juntar firmas tenía intereses puntuales para defender y cada una proponía artículos para intentar derogar.

Con 135 artículos se saldó una discusión que había empezado con una propuesta de algo más de 100 y que ponía otra vez al FA en aprietos al tener que ir contra cinco artículos que sus legisladores habían votado. Cada sector cedió en sus posturas para lograr unir esfuerzos y alcanzar una mayor movilización.

Así, pese a que las figuras políticas de izquierda estaban todavía tímidas a la hora de mostrarse en la cruzada –los principales líderes del Frente Amplio aparecieron con más fuerza recién en el tramo final de la campaña– la comisión prorreferéndum logró conseguir muchas más de las firmas necesarias para promover la consulta popular. 

Esa decisión de incluir tantos artículos para aunar esfuerzos tuvo su contrapartida y apareció, otra vez, un problema: cómo explicarles a los votantes lo que se pretendía derogar y, sobre todo, por qué.

La ley, que está plagada de tecnicismos y de cambios sutiles de redacción, hacía muy difícil para el ciudadano interpretar la magnitud de las modificaciones. Por eso, tanto la comisión por el Sí como quienes militaban por el No tuvieron que salir a simplificar los mensajes. Pero lo hicieron tanto que cayeron varias veces en falacias o medias verdades por las que después tuvieron que corregirse. 

Los que decidían votar por el contenido del texto y no por el apoyo o no al gobierno tenían por delante un camino empedrado.

Cualquiera que leyera en profundidad la propuesta de contenidos a derogar podía terminar más enredado que al principio. La cantidad de artículos propuestos para ser derogados era tanta –sobre todo para para un ciudadano que no participa en la discusión política diaria– que podía estar de acuerdo con algunos artículos, en contra de otros. Eso lo podría llevar eventualmente a la disyuntiva de tener que ponderar a cuáles darles más peso para definirse por el Sí o por el No. 

Y si el análisis teórico del articulado no era suficiente para tomar la decisión, en la práctica podía llegar a enredarse aún más: los efectos de la ley de urgencia, a casi dos años de su aplicación, no han sido contundentes.

En esa situación estuvieron miles de personas cuya incertidumbre se plasmó en las encuestas que daban, a pocas semanas del referéndum, casi 30% de indecisos.

La oposición, aún sabiendo que era fuerte en militancia social y fuerte en las calles, también tenía claro todo esto otro de antemano. Por eso, pese a que en el discurso previo al referéndum transmitía el mensaje de un panorama desolador si la LUC se mantenía, una vez que se conocieron los resultados salió a festejar igual. Porque sabía, también, que lo de este domingo con los votos contra 135 artículos de la ley de urgencia fue el último esfuerzo de un parto en el que el bebé venía de cola.

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