Por Diego Cayota y Martín Tocar
Cualquiera que mirara por arriba los resultados del referéndum contra 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) coincidía en una conclusión inicial que rompía los ojos: el mapa era muy parecido al del balotaje de 2019 que llevó al nacionalista Luis Lacalle Pou a la Presidencia de la República.
Así lo destacó el propio mandatario en sus declaraciones a la prensa en la misma noche de la elección, así lo ratificó días después, y así lo han resaltado también los protagonistas de oficialismo y oposición junto a analistas de opinión pública, que al pasar raya sobre la votación del domingo 27 –más allá de matices en las interpretaciones– describen la situación de relativo “congelamiento” en la correlación de fuerzas entre ambos bloques políticos.
Esa conclusión simple y rápida no dista mucho de lo que arrojan a grandes rasgos los números al detalle de cada una de las localidades en todo el país.
Sin embargo, una mirada en profundidad también permite encontrar algunas excepciones que exhiben pequeños pero movimientos al fin respecto a la segunda vuelta de 2019.
En ningún caso, salvo poblados muy pequeños en el que cualquier movimiento impacta fuertemente en los porcentajes, se trata de corrimientos muy notorios. Cuando ocurrieron, estuvieron en el entorno de los cinco a los diez puntos porcentuales.
En la izquierda, buena parte de las baterías se concentraron en recuperar fuerzas en el litoral del país, y lo consiguieron con éxito relativo dependiendo el departamento. En zonas como Paysandú y Río Negro, el Sí logró avanzar respecto a lo ocurrido en noviembre de 2019.
Eso contrastó con lo ocurrido en los departamentos norteños de Rivera y Artigas, donde el avance fue para el oficialismo.
Por otra parte, en el este del país (Cerro Largo y Treinta y Tres), el Frente Amplio también consiguió levantar cabeza en algunas localidades respecto a hace dos años, pero eso se dio en lugares en los que la ventaja del oficialismo había sido –y en algunos casos todavía es– muy significativa.
De hecho, de las diez localidades del interior con más de 1.000 votos válidos en las que el Sí tuvo un mayor crecimiento respecto al balotaje, solo en una de ellas la mejor performance redundó en una victoria sobre el No. Eso ocurrió en Fray Bentos, capital de Río Negro, donde el Frente Amplio estuvo 5 puntos porcentuales por encima de lo obtenido por la fórmula Martínez-Villar.
El resto de las localidades donde la izquierda obtuvo un mayor empuje son Montes y Migues (en el santoral de Canelones), Vergara, Charqueada y Cerro Chato (Treinta y Tres), Quebracho y Pueblo Porvenir (Paysandú), Cerro Pelado (Maldonado) y Florencio Sánchez (Colonia). En todas esas localidades, el Frente Amplio recuperó terreno respecto al balotaje, pero –más cerca o más lejos en cada caso– quedó nuevamente detrás del oficialismo.
El No, en cambio, obtuvo una victoria en nueve de las diez localidades del interior en las que más creció respecto al balotaje. La única excepción fue Parque Postel (San José) donde perdió 55% contra 44% ante el Sí.
La ciudad más grande donde avanzó considerablemente el oficialismo fue Rivera, donde el No obtuvo 72% frente a 26% del Sí. El Frente Amplio había votado especialmente mal en la capital riverense en octubre de 2019 (solo 20%), pero había sido donde más había recuperado votos de cara al balotaje de noviembre, cuando la fórmula Martínez-Villar obtuvo 31%. De esa forma, en la ciudad de Rivera el resultado del referéndum supone un punto medio entre las votaciones de octubre y noviembre de 2019.
Algo similar ocurrió también con Bella Unión (Artigas), emblema de la izquierda durante años. Allí el Frente Amplio había obtenido 45% en octubre de 2019 contra un 49,6% de los cinco partidos de la coalición multicolor. Un mes después, la fórmula Martínez-Villar se impuso 52% a 45%. En el referéndum, el No avanzó 4,5 puntos porcentuales respecto al balotaje y la balanza se volvió a inclinar para el oficialismo por 50% contra 49%.
Otras localidades que mostraron un crecimiento significativo del No fueron Pueblo Lavalleja y Pueblo San Antonio (Salto), Vichadero y Tranqueras (Rivera), Toscas de Caraguatá (Tacuarembó), Villa Isidoro (Cerro Largo) y Ecilda Paullier (San José).
Paysandú fue el único departamento del país que cambió su resultado: en noviembre se había impuesto la fórmula Lacalle-Argimón y el domingo 27 de marzo se impuso la papeleta rosada. Ese cambio se explica principalmente por la votación del Sí en la capital departamental donde mejoró casi 5 puntos porcentuales respecto a 2019.
Martínez obtuvo el 49,6% de las adhesiones y la papeleta respaldada por la coalición de izquierda llegó al 54,3% en el último domingo de marzo. La capital departamental reúne ocho de cada diez votos de Paysandú. Sin embargo, el Frente Amplio logró mejorar su votación en las cuatro localidades más pobladas fuera de la capital (Guichón, Quebracho, Pueblo Porvenir y San Félix).
Pero a pesar de la mejoría en la votación solo logró arrebatarle a la coalición Colonia Paysandú (195 votos válidos) y perdió Soto (58 votos válidos) que lo había ganado en 2019. Es decir, el triunfo del color rosado se explica principalmente por el crecimiento en el centro urbano del departamento.
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