AFP

Putin ya rompió el tabú de amenazar con armas nucleares, y Occidente debe planificar su respuesta

El debate sobre el lenguaje de Putin es un buen ejemplo de "los que no saben hablan, y los que saben no hablan"

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05 de mayo de 2022 a las 15:02

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Edward Luce

La disposición de Vladimir Putin a amenazar con el uso de armas nucleares es, en un sentido, una buena señal: significa que Rusia probablemente está perdiendo en Ucrania. También es potencialmente catastrófica. Si el objetivo de Putin es asustar a Occidente, está fracasando. La OTAN sigue aumentando sus suministros a Ucrania. La interrogante es qué haría si pensara que la derrota rusa es ineludible. Putin sigue dando a entender que sabe exactamente qué medidas tomaría. ¿Está fanfarroneando? Es posible que ni siquiera él sepa la respuesta.

En cualquier caso, ya lo ha dicho. Putin ha roto el tabú posterior a la Crisis de los Misiles en Cuba de amenazar con el uso de armas nucleares. Eso nos sitúa en un nuevo territorio. Sin que la mayoría de la gente sea consciente de ello, el mundo está entrando en su periodo más peligroso desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962. Los menores de 50 años han crecido pensando que el espectro nuclear es una reliquia del siglo pasado. Ahora la perspectiva de un intercambio nuclear se ha convertido en la amenaza más viva para la paz de este siglo.

El debate sobre el lenguaje de Putin es un buen ejemplo de "los que no saben hablan, y los que saben no hablan". Es fácil que el público piense en Putin como un adicto al póker quien está tratando de salir de una mala apuesta. Al final tiene que retirarse. Los funcionarios civiles y militares de EEUU no sufren esa complacencia. Muchos han participado en ejercicios de juegos de guerra en los que el uso de armas nucleares tácticas de bajo rendimiento se convierte en un intercambio nuclear estratégico: en otras palabras, el día del juicio final.

Si hubiera un 5 por ciento de posibilidades de que Putin detonara un arma nuclear en el campo de batalla, el mundo correría más riesgo que en cualquier momento de la vida de la mayoría de la gente. En los últimos días, las señales de Moscú han elevado las posibilidades a una entre diez. Putin describió la prueba de la semana pasada del misil balístico intercontinental hipersónico Sarmat como algo que "debe hacer reflexionar" a Occidente. El miércoles, Putin dijo: "Tenemos todos los instrumentos para responder a una amenaza existencial para Rusia. Y los utilizaremos, si es necesario".

Puesto que Joe Biden y sus homólogos europeos han dejado claro que la OTAN no luchará en Ucrania, Occidente no representa una "amenaza existencial" para Rusia, su umbral para el uso de armas nucleares. Pero eso es sólo cómo Occidente lo ve. Las amenazas de Putin se han producido en el contexto de afirmar que Rusia ya está en guerra con la OTAN. Todos los días, a los rusos se les dice que están en una lucha por la supervivencia nacional contra los nazis apoyados por Occidente. Este nivel de retórica supera cualquier cosa de la guerra fría.

El concepto de destrucción mutua asegurada, que se impuso después de 1962, consiste en que cada bando tiene una ventana clara hacia las rutinas y el pensamiento del otro. La mayor parte del intercambio de información que se puso en marcha se ha abandonado en la última década. Putin ha cancelado los protocolos de la guerra fría e incluso ha acusado de espías a los científicos nucleares rusos que quieren reunirse con sus homólogos estadounidenses. Esto significa que los dos adversarios, que cuentan con el 90 por ciento de las cabezas nucleares del mundo, desconocen mucho más las señales del otro que en las décadas de 1970 y 1980. La ignorancia, en esta situación, no es una bendición.

Una pregunta apremiante es cómo respondería Biden si Putin detonara un arma nuclear táctica en Ucrania. ¿Quizás un ataque convencional sobre el origen del misil, quizás una fábrica o el lugar de lanzamiento? ¿O un embargo comercial completo y sanciones secundarias a los incumplidores, especialmente China? Lo primero — golpear el territorio ruso — corre el riesgo de desencadenar una escalada letal que podría salirse de control. Lo segundo corre el riesgo de ser desestimado por no ser suficiente. Puede haber pasos intermedios, como atacar un barco ruso o lanzar un gran ciberataque.

Todo ello implica adivinar cómo respondería Putin. Los demás somos ajenos a los escenarios que se están desarrollando en la Casa Blanca, y sobre todo en la cabeza de Putin. Sin embargo, no hay nada ahora mismo más urgente para nuestro destino.

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