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Sanciones, más que ética, han impulsado la huida corporativa de Rusia

La presencia continuada de multinacionales de la UE y de EEUU en China y Arabia Saudita desmiente sus afirmaciones de estar actuando según su conciencia

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10 de marzo de 2022 a las 15:48

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Alan Beattie

Contemplemos un nuevo y reconfortante mundo de cadenas de suministro éticamente irreprochables y auto-higienizantes, o ésa es la teoría. El martes, menos de dos semanas después de la invasión de Vladimir Putin, y citando el "innecesario sufrimiento humano que se está produciendo en Ucrania", McDonald's simbólicamente interrumpió más de 30 años de compromiso con Rusia poscomunista cerrando temporalmente sus restaurantes allí. A McDonald's rápidamente le siguieron Coca-Cola, Pepsi y Starbucks.

Muchas de las salidas corporativas de Rusia han involucrado a compañías que no han sido directamente afectadas por las sanciones. El nombre más importante antes del grupo de proveedores de comida rápida y de cafeína de ayer fue Shell, la cual anunció que dejaría de comprar petróleo ruso incluso antes de que entrara en vigor el embargo de EEUU y del Reino Unido, y menos aún el de la Unión Europea (UE). La decisión de Shell puede haber sido influenciada por un genuino acto regido por principios: los trabajadores respaldados por los sindicatos rehusándose a descargar petróleo ruso en la refinería de Stanlow en el noroeste de Inglaterra, anteriormente propiedad de Shell, a la cual todavía le suministra petróleo.

Tal vez Putin inadvertidamente haya logrado lo que miles de serias pautas de inversión en materia medioambiental, social y de gobernanza no han podido lograr, y haya impulsado a las compañías a introducir juicios éticos vinculantes en sus decisiones sobre la cadena de suministro. Lamentablemente, eso es un poco exagerado. Al observar sus operaciones en Rusia, y en otros lugares, la mayoría de las multinacionales parecen estar mucho más impulsadas, directa o indirectamente, por las sanciones oficiales que por repentinos arrebatos de conciencia corporativa.

La apariencia de haber tomado una acción voluntaria puede deberse a que no hay un vínculo obvio con las sanciones europeas y estadounidenses específicas (por ejemplo, a bancos e individuos) con compañías que están dejando de operar en Rusia. A diferencia de los exportadores de semiconductores y de otras tecnologías sensibles, a pocos estudios de Hollywood, fabricantes de coches, tiendas de muebles o fabricantes de bienes de consumo se les ha prohibido directamente comerciar con Rusia.

Pero no parece probable que la precisión de las sanciones estadounidenses y europeas contra Rusia haya tenido tal impacto. Más bien, ha creado un entorno de tal hostilidad legal y financiera que las compañías con aversión al riesgo se están manteniendo al margen. Ser "cancelado" por indignados consumidores es un asunto importante; probablemente es lo que está impulsando las decisiones de McDonald's y Coca-Cola. Pero muchas empresas tienen preocupaciones más fundamentales. ¿Acabarán, sin saberlo, haciendo negocios con un individuo sancionado? ¿Serán enjuiciadas? ¿Se les pagará? Puede que sigan obteniendo beneficios en Rusia, pero ¿podrán sacarlos del país?

Las sanciones europeas a Rusia son extraordinariamente duras en comparación con los estándares históricos, pero EEUU sigue siendo, por mucho, el principal actor debido al control que ejerce Washington sobre el sistema de pagos en dólares, incluido el servicio de mensajería SWIFT y el largo alcance de la banca corresponsal. El cumplimiento se vuelve tan complicado que, incluso si una actividad o una entidad no están específicamente sancionadas, cualquier compañía que quiera mantener el acceso al sistema bancario y de pagos estadounidense necesita un fuerte incentivo de beneficios para molestarse en tratar de abrirse camino a través de la maraña legal.

Esto es evidente en el caso de Irán, donde el uso de sanciones secundarias por parte de EEUU — las cuales amenazan con la desconexión del sistema de pagos en dólares para las compañías que hacen negocios con entidades prohibidas — ha disuadido a los europeos de realizar transacciones allí. La UE, cuyos gobiernos tienen un enfoque mucho menos conflictivo de las relaciones con Teherán, ha intentado proteger legalmente a sus compañías mediante el llamado "estatuto de bloqueo", el cual les prohíbe cumplir con sanciones extranjeras extraterritoriales que la UE considera ilegales según el derecho internacional. La UE creó un sistema de "cuasitrueque" llamado Instex que les permite realizar transacciones con Irán fuera del sistema del dólar. Y, sin embargo, las compañías europeas están manteniendo al mínimo las transacciones comerciales con Irán por temor a quedar desconectadas de la banca estadounidense.

La idea de que las compañías estadounidenses y europeas están desarrollando independientemente una aversión moral a los abusos de los derechos humanos se desvanece cuando se les confronta con sus continuadas actividades en autocracias como China y Arabia Saudita. Esos gobiernos no son la Rusia de Putin, pero hacen algunas cosas bastante viles, en particular el bombardeo indiscriminado de civiles yemeníes por parte de Arabia Saudita y el encarcelamiento por parte de China de un millón de uigures en la provincia de Xinjiang.

Ambos países generalmente son impopulares entre la opinión pública estadounidense y la europea y, sin embargo, las multinacionales mantienen fuertes vínculos con ellos. En el Reino Unido, el oligarca ruso Roman Abramovich ha decidido vender el Chelsea FC, pero un consorcio liderado por el fondo soberano saudita es el propietario del Newcastle United. Volkswagen ha dejado de producir en y exportar a Rusia, y patéticamente "lamentó" las violaciones del derecho internacional, pero todavía sigue felizmente fabricando coches en Xinjiang. McDonald's abrió dos restaurantes en Xinjiang el año pasado.

La principal diferencia con Rusia es que los gobiernos de EEUU y de Europa no están atacando a Arabia Saudita y a China con sanciones y poniendo a la opinión pública aún más en su contra. De hecho, se dice que Joe Biden está pidiéndole a Arabia Saudita que sustituya el petróleo ruso. En Alemania, una ley de "debida diligencia" que responsabiliza a las compañías de los abusos en sus cadenas de suministro — la cual habría centrado la atención en sus operaciones en China — fue suavizada tras la presión de la industria alemana.

El contrastante comportamiento de las compañías del mundo rico en diferentes autocracias subraya que los embargos y boicots no suelen simplemente producirse por sí solos. Las sanciones funcionan cuando gobiernos decididos, en particular el de EEUU, tejen densas redes de restricciones que advierten a las compañías que se mantengan alejadas y llevan a la opinión pública hacia la misma conclusión. Salir de Rusia antes de que te saquen es interés propio: no es un acto basado en principios.

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