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Se fue una vida fundamental, queda un manual imprescindible

Se fue una vida fundamental, queda un manual imprescindible
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08 de abril de 2024 a las 05:03

Por José Meursault

El trágico final de una vida como la de Adrián Peña debe marcar el comienzo sobre una reflexión profunda sobre el legado de su accionar político y las lecciones que deja atrás. Esto es particularmente importante en estos tiempos difíciles donde las democracias se encuentran en jaque a nivel mundial, y son crecientemente vistas como demasiado polarizadas, con una elite política deslegitimizada y paralizadas ante los grandes desafíos de la época.

No nos creamos que Uruguay estará necesariamente inmune a esas tendencias. El deterioro global es cada vez más marcado y requiere de redoblar esfuerzos para sostener nuestra ejemplar democracia. La vida política de Adrián Peña fue quizás demasiado corta para cosechar en vida todo lo que sembró, pero aun así nos deja ejes claves para un manual imprescindible de acción política:

Renovación y apertura. Con un inusual estilo muy abierto de liderazgo, apostó por sangre nueva en la política. Fue un arquitecto clave del histórico proyecto renovación de cuadros como fue el de Ciudadanos. Revitalizó la participación de los jóvenes en el Partido Colorado y asignó posiciones importantes a lideres emergentes.

Sustancia como eje de legitimidad. Como líder apostaba a rodearse de personas seleccionadas en base a su valía, más allá de lealtad o favores de militancia. Creyó y aposto fuerte por Talvi fue desde la convicción que traía al partido competencias tan inusuales como necesarias para la política. Como lo demostró con su último proyecto de ley, concebía que el Estado mismo debía reclutar en base a un criterio de competencias.

Responsabilidad y orientación a resultados. No usó la votación de reformas impulsadas por la coalición para marcar perfil propio, eligió por encima de sus intereses personales dar gobernabilidad para que las reformas sucedan para el progreso del país.

Pragmatismo ideológico. Adrián entendía la política en clave de fusión entre el énfasis tradicionalmente izquierdista en la solidaridad con la población vulnerable y el derechista de proteger el clima de negocios y los cimientos la inversión y bases del crecimiento económico sostenible.

Innovación y coraje. Durante su tiempo como Ministro, se permitió pensar en grande, jugando un rol clave en la emisión del “bono verde” que fue innovador a nivel mundial. Sus medidas innovadoras en contra del uso plástico generaron resultados muy potentes.

Dialogo y articulación. Armado con la potente arma de su inocente sonrisa, Adrián Peña posibilitaba el dialogo sin importar el color partidario o los vicios de carácter de sus contrapartes.

Cercanía. Hasta su último minuto, Peña entendía su vida política en un constante trajinar para incluir voces en el proceso político, era un defensor apasionado de la participación ciudadana. Conectaba, empatizaba con un granjero con idéntica efectividad que con grandes empresarios y lideres políticos.

Entusiasmo y compromiso. A través del ejemplo de su historia de superación, integridad, trabajo incansable, humildad, bonhomía inspiró, contagió y energizó a quienes lo rodeaban (a pesar de que cometió también algunos errores importantes, incluido su accidente final).

Es sobre la base de estos ejes que los dirigentes políticos puedan impulsar nuestra sociedad a mayores niveles de prosperidad y justicia, y evitar los severos riesgos que sobrevuelan a las democracias. Entendiendo que la política debe evitar generar liderazgos estáticos y excluyentes. Que debe inspirar con proyectos sustantivos, dirigentes calificados concibiendo el clientelismo como un cáncer a extirpar. Que debe evitar ser un juego de poder y rivalidades, y ser de hecho concebida como un medio para lograr el progreso y el bienestar. Que debe evitar vendajes ideológicos rígidos. Que debe tender puentes para reformar y evitar la grieta. Que debe ser llevada cabo proyectando nobleza e integridad. Peña demostró, a través de su ejemplo, que los “vicios” de la política que se ven frecuentemente como inevitables, de hecho, no lo son.

Su vida se nos fue, pero no debe morir su legado. Para prevenir el avance del populismo, la demagogia, la crispación social, la erosión institucional y la debilidad de crecimiento es crucial que políticos de todos los partidos honren su memoria. Una señal inicial especialmente significativa del sistema en esta dirección seria aprobar su último proyecto de ley que había naufragado en el Parlamento. El país lo necesita, Adrián Peña lo merece.

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