Seis años de soledad: los frustrados intentos de diálogo en la era Maduro

Uruguay, junto a otros países, insiste en un camino que hasta ahora no ha logrado que el chavismo cumpla sus compromisos; países europeos piden elecciones

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26 de enero de 2019 a las 05:01

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El escritor israelí Amos Oz, recientemente fallecido, solía decir, a propósito del conflicto de su país con Palestina, que lo que necesitan ambas partes no es tanto un “matrimonio feliz” sino un “divorcio justo”. “Ayúdenos a divorciarnos”, reclamaba a la comunidad internacional el célebre novelista, que murió con la triste convicción de que esa separación de bienes era ya una posibilidad remota. 

En el caso de Venezuela, que esta semana sumó un nuevo brote de tensiones entre gobierno y oposición –cada uno reconociendo un distinto presidente–, la ilusión de un “divorcio en paz” también da la sensación de irse agotando ante cada agravio que parte de un bando hacia el otro. 

Sin embargo, algunos países de la comunidad internacional, entre ellos Uruguay, no pierden las esperanzas –o actúan como si no lo hicieran– e impulsan un nuevo acercamiento entre las partes para encontrar una salida pacífica a la crisis humanitaria que hoy vive el país caribeño. Para ello intentan dejar atrás los antecedentes de sucesivas conversaciones infructuosas, en las que el oficialismo no se movió de los llamados a “avanzar por la estabilidad”, sin dar espacio a los reclamos de liberación de presos políticos o el llamado a elecciones con todos los actores políticos. 

La oposición entiende que en el diccionario chavista “diálogo” significa “ganar tiempo” e “imponer condiciones” bajo un manto de mayor credibilidad. Por su parte, el oficialismo entiende que la oposición es renunente a sentarse a conversar porque sus “reales intenciones” son la usurpación del poder “legítimamente” ostentado por el chavismo. Esa dicotomía, que puede remontarse incluso a los años de la era Chávez, se acentuó desde que Nicolás Maduro asumió el poder en 2013 y desde que el país empezó a sumirse en la crisis humanitaria más terrible de su historia. 

En 2014, en el marco de las masivas protestas en Venezuela –que dejaron un saldo de 43 muertos– y cuando la oposición aún no dominaba el Parlamento, distintos actores de la comunidad internacional promovieron la instalación de una mesa de diálogo con el gobierno para detener la escalada de violencia.

Los interlocutores de ese acercamiento fueron el Vaticano y los gobiernos de Colombia, Ecuador y Brasil, apoyados por la Unasur. La oposición –que en esa oportunidad reclamaba la liberación de los presos políticos y la instalación de una comisión de verdad– abandonó la mesa aduciendo que el gobierno no se mostraba dispuesto a dar esos pasos. 

Otra ronda de conversaciones tuvo lugar a fines de 2016, luego de que el régimen chavista frenara la recolección de firmas por parte de la oposición para llamar a un referéndum revocatorio. Para la instalación de ese diálogo volvió a ser influyente la intervención del Vaticano y el papa Francisco, pero las conversaciones estuvieron coordinadas por el expresidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y el gobierno de República Dominicana, que ofició de anfitrión. 

Sin embargo, la esperanza de una salida pactada se congeló en enero de 2017, luego de que la oposición advirtiera que el régimen no estaba cumpliendo con sus compromisos, como la liberación de presos políticos, la aceptación de ayuda humanitaria y la presentación de un calendario electoral. 

Durante ese año turbulento –en el que el régimen chavista convocó unilateralmente a una Asamblea Constituyente que asumió las potestades de la Asamblea Nacional de control opositor– los protagonistas de las negociaciones en República Dominicana volvieron a impulsar reiteradamente la vía del diálogo, que una vez más no demoró en mostrar señales de agotamiento. 

Un último intento, a comienzos de 2018, buscó generar las condiciones para unas elecciones libres y justas, pero ante la falta de acuerdo Maduro decidió convocarlas unilateralmente para abril, con varios partidos y candidatos inhabilitados. Las elecciones finalmente se realizaron en mayo, bajo boicot de una parte de la oposición, y dieron ganador al chavismo.

El comienzo de 2019 encuentra a Maduro otra vez presionado internacionalmente y otra vez diciendo que está abierto a dialogar. La oposición, desconfiada, parece aferrada a otra estrategia y a la comunidad internacional se le acaban las ideas.

Negociaciones o llamado a elecciones
Entre los países que no reconocieron a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, y optaron en cambio por un llamado al diálogo se diferencian dos grandes grupos. Por un lado, países como Francia, España y Alemania fueron contundentes en su reclamo de elecciones anticipadas para dirimir en las urnas la legítimidad del gobierno. Otro grupo de países, entre los que se encuentran Uruguay y México, ofrecieron abrir un espacio de diálogo y negociación, pero evitaron detallar las condiciones.
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